Tren de Aragua
Cúcuta. Foto: Pixabay

La disminución del paso de migrantes por las trochas de la frontera colombo-venezolana ha llevado a los miembros de la peligrosa megabanda delictiva Tren de Aragua a extender sus operaciones en la zona y a moverse a otros puntos de la ciudad colombiana de Cúcuta, donde tiene presencia desde hace cerca de tres años.

Ya el Tren de Aragua no actúa solo en medio de los caminos de tierra llenos de maleza en las inmediaciones del río Táchira, afluente que divide los territorios de Venezuela y Colombia, ni tampoco se mueve amparado por la oscuridad de la noche, ahora maniobra a plena luz del día.

En La Parada, primer sector al pasar el Puente Simón Bolívar, nadie se atreve a señalarles, todos les temen porque «tienen ojos en todos lados».

«La gente sabe quiénes son solo algunos, pero quiénes son la mayoría de sus miembros o colaboradores no lo podemos decir con seguridad, porque han crecido, por eso es mejor morir callado, no decir nada y lo mejor es que no se enteren de que usted es periodista, porque me mete en un problema. Haga que está comprando y no se ponga a tomar fotos aquí. Tome solo en el puente, por donde está la policía y la Dian», dijo un comerciante de La Parada una tarde de un día de la segunda quincena de enero.

Para tener tranquilidad y seguridad en la zona este comerciante debe garantizar un aporte semanal al Tren de Aragua de 35.000 pesos, unos 10 dólares, que debe entregar a los cobradores que puntualmente pasan los fines de semana a recoger la plata.

Pero no solo los comerciantes son extorsionados por los presuntos miembros del Tren de Aragua, también mototaxistas, vendedores informales de comida y hasta los carretilleros que pasan las maletas y paquetes de los migrantes de un lado a otro del puente. No se salva casi nadie, le piden dinero a todo aquel que tenga alguna participación en el movimiento económico de la zona.

No obstante, estas acciones todavía no están completamente instauradas, de acuerdo con lo que dijeron a En Frontera taxistas y vendedores informales, a los que aún no les han cobrado.

«Por ahí un man le dijo a los compañeros que iban a poner una cuota, pero no, papi, aquí la cosa está mala para estar pagando nada. Aquí ya no hay clientes como antes, eso era antes de la pandemia que había mucho movimiento y gente que venía a comprar; ahora no hay muchos que pasen de un lado al otro, y así no hay nada. ¿Qué nos van a pedir si a veces uno pasa el día en blanco esperando un cliente para llevarlo a Cúcuta a comprar?», contó un taxista.

La vacuna del Tren de Aragua

A un vendedor de café, agua, pasteles y té le han estado queriendo cobrar 5.000 pesos semanales, mientras que un mototaxista confiesa que ha tenido que empezar a colaborarles con 10.000 pesos a la semana, aunque no hay una continuidad en el cobro.

Con los carretilleros es otra la historia, porque los aportes pueden ser solicitados una o varias veces al día y varían entre 10.000 y 20.000 pesos, dependiendo del volumen de paquetes que lleve el migrante al que le prestan el servicio de traslado de equipaje.

La mayor parte de los cobros suelen ocurrir al final del día, cuando hay un cambio de guardia de la policía, aproximadamente a las 5:00 pm, relató un carretillero en exclusiva a En Frontera.

Los extorsionadores se paran después de la zona de El Cristo hacia el puente y van identificando cuál carretillero ha conseguido cliente. Se les acercan y les dicen que deben aportar determinada cantidad para que no haya problema y que le entregarán una palabra clave para unos puntos de control que van a conseguir en el camino. La realidad es que sobre el puente, por donde transita ahora la gente, no existen esos supuestos puntos de control, esos lugares los había por los caminos de trochas por donde pasan mercancía de contrabando y antes transitaban los migrantes cuando el puente estaba cerrado.

«La gente no sabe eso, pero uno no puede decir nada, y si se niega alguien a pagarles, mejor que las maletas se las lleve otro, porque lo que no paga el cliente se lo terminan cobrando a uno. Si aparecen, la gente que le dé su colaboración ahí mismo para un poder trabajar», contó un joven venezolano que desde 2019 trabaja en la zona pasando mercancía y maletas de los migrantes.

Estos miembros del Tren de Aragua, entre los que habría tanto venezolanos como colombianos, no operaban en la zona antes de la pandemia, ahora están activos y visibles porque sus negocios han mermado en Venezuela y en las zonas de trochas. Siguen pasando mercancía de contrabando en las noches a través de pasos irregulares, pero el mercado de migrantes que pasaban por los caminos verdes se le ha ido acabando.

Se trepan en diversos puntos del Puente Simón Bolívar

Aunque realmente no hay las supuestas alcabalas o puntos de control que ellos aseguran que tienen en el paso hasta Venezuela, sí hay algunos delincuentes que suben mediante zonas del puente que quedan expuestas sin barandas.

«Eso lo hacen cuando quieren tratar de pedirle más al cliente. Uno de ellos le espera más adelante para tratar de meter miedo y en muchos casos lo logra. Nosotros no podemos denunciar lo que pasa, porque van contra uno, pero el ciudadano sí puede pedir el auxilio de la Policía colombiana y a los funcionarios de Migración. Cuando eso pasa, los del Tren de Aragua se van corriendo. La policía le colabora a la gente para que no le pase nada y puedan llegar bien a Venezuela, pero la gente se asusta y les da lo que ellos sigan pidiendo», explica uno de los vendedores de pasajes a Caracas.

Hay diversos puntos en el Puente Simón Bolívar donde los delincuentes y algunos carretilleros se trepan y aparecen de la nada, y como ahora hay menos tránsito de personas que antes, los ciudadanos se asustan pensando que ellos de verdad tienen el control de todo.

Carretilleros y vendedores informales que están en la zona coinciden en que la denuncia en el momento es la única forma de frenar la actuación de los delincuentes.

Esa medida, al menos, serviría sobre el paso binacional, pero no en la zona de los negocios, donde señalan que haría falta una mayor presencia policial y una actuación más decidida para evitar que los carretilleros corran tras los carros que trasladan a los migrantes.

«Esto empieza a ser un desastre desde el momento en el que no se controla a los carrucheros que se la pasan corriendo entre los carros. Yo soy taxista y eso es una angustia para todo el mundo, porque como se atraviesan en la vía para tratar de conseguir clientes, a cualquiera le puedes golpear con el carro sin querer, y cuando se aglomeran varios tratando de agarrar las maletas, eso genera un caos. La policía ya debe evitar que eso siga pasando, ahí tiene que comenzar el control», recomendó un conductor de la línea de taxis que funciona en la zona.

Los comerciantes, por su parte, creen que la presencia policial debe extenderse hacia los sectorers donde hay negocios: «Si siempre hay policías, la actuación de los grupos delictivos disminuirá».

Otros puntos frecuentados por el Tren de Aragua

En Cúcuta comenzaron en noviembre pasado los reportes de la actuación del Tren de Aragua en el terminal, donde también han impuesto un régimen de terror, con amenazas y extorsiones.

En sus intentos por ampliar sus negocios en la ciudad, además, estarían estableciendo alianza con otros delincuentes que operan en pueblos cercanos.

También habría reportado en redes sociales la presunta presencia de algunos de los miembros de esa banda en las inmediaciones de Cenabastos, así como en las cercanías del amplio y populoso centro comercial Alejandría, en pleno centro de la ciudad.

Carola Briceño


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