Biden petróleo
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La Unión Europea y Estados Unidos se proponen reforzar su relación con la cumbre entre los máximos líderes europeos y el presidente Joe Biden, aunque el gesto requiere solucionar duros contenciosos pendientes.

Los cuatro años de Donald Trump en la Casa Blanca generaron evidente irritación con las instituciones europeos, y la visita de Biden se realizará a la sombra de esas persistentes divergencias.

Eterna batalla Airbus-Boeing

La guerra entre los dos gigantes aeronáuticos se arrastra ya por casi 20 años, ya que arrancó en 2004 en medio de acusaciones cruzadas de beneficiarse de importantes subsidios.

La batalla de titanes no ha dado tregua en ese período, y cada parte obtuvo autorizaciones para sancionar a la otra por valor de miles de millones de dólares en aranceles, en una espiral sin fin a la vista.

Ante la inminencia de la visita de Biden a Bruselas, sin embargo, las dos partes anunciaron una tregua y la decisión de suspender la interminable serie de medidas de represalias con la esperanza de alcanzar un acuerdo en julio.

El duelo de los aranceles

En junio de 2018, Trump arrojó un balde de agua helada sobre las relaciones con la UE al anunciar aranceles punitivos de 25% a las importaciones del acero europeo y de 10% a la importación de aluminio. Fue una decisión que afectó también a países de otras regiones, pero el gesto envenenó sin remedio la relación con Bruselas hasta su salida de la Casa Blanca.

La UE adoptó de inmediato aranceles en represalia, gravando productos tradicionales estadounidenses, como el jugo de naranja, los jeans, tabaco, maíz, arroz y las emblemáticas motocicletas Harley-Davidson.

En mayo de este año la UE y Estados Unidos han iniciado contactos para tratar de solucionar la disputa, aunque la visión de los europeos es que el nuevo gobierno estadounidense aún no ha expresado un compromiso firme, ya que los aranceles siguen siendo populares en regiones de Estados Unidos que son esenciales políticamente para Biden.

Impuestos a gigantes digitales

Estados Unidos, de su lado, no esconde su enorme irritación con la decisión europea de combatir los mecanismos que los gigantes tecnológicos utilizan para evadir impuestos. El denominado grupo GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) está en el centro de la ira de países europeos -especialmente Francia y España- que buscan forzar a esas empresas a pagar los impuestos debidos.

Durante su gestión, Trump reaccionó airadamente a la postura europea, y ante la inminencia de una nueva tempestad de cruzados aranceles punitivos, la cuestión quedó en manos de la OCDE. La postura europea, sin embargo, se fortaleció con la posición adoptada por el G7 sobre un impuesto mundial mínimo sobre las grandes multinacionales.

El problemático gasoducto

La decisión de Alemania de completar la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que deberá duplicar la capacidad de entrega a Europa de gas proveniente de Rusia a través del mar Báltico, es un punto permanente en la agenda.

En la visión de Estados Unidos y varios países europeos, el proyecto hace que Europa profundice su dependencia del gas ruso y al mismo tiempo dota a Rusia de un herramienta de presión política.

La entrega de gas debía comenzar en 2020 pero todo el proyecto se retrasó a causa de las amenazas estadounidenses de sanciones económicas.

El rompecabezas chino

China y la UE anunciaron en diciembre pasado un ambicioso acuerdo «de principios» sobre protección mutua de inversiones que debería permitir a empresas europeas mayor acceso al mercado chino.

El gesto no fue bien recibido en Washington, no solamente porque la Casa Blanca considera a China como un adversario sistémico sino además porque la decisión de sellar ese acuerdo fue adoptado sin esperar que Biden asuma la presidencia.

Ese acuerdo, sin embargo, se encuentra virtualmente paralizado a raíz de sanciones que China adoptó contra ciudadanos europeos, en represalias a medidas restrictivas de la UE.


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