Foto: AFP

China reiteró su «firme oposición» al vertido de agua contaminada y tratada de la accidentada central nuclear de Fukushima, que comenzó esta semana la segunda parte de la operación tras confirmar que la primera descarga se llevó a cabo dentro de los límites de seguridad establecidos.

«La postura China sobre la descarga de Japón al océano es clara y consistente. Nos oponemos con firmeza a este acto unilateral por parte de Japón», afirmó el Ministerio de Exteriores a través de un comunicado de su oficina de portavoces.

La nota oficial subraya que el mar «pertenece a toda la humanidad» y exhorta al gobierno nipón a «responder a todas las preocupaciones de la comunidad internacional».

Pide asimismo que Japón mantenga «una comunicación completa y sincera con sus países vecinos y elimine el agua contaminada de forma responsable».

«La comunidad internacional debe presionar para lograr un acuerdo internacional de monitoreo que se mantenga en vigor a largo plazo y asegure que los países vecinos de Japón y otras partes afectadas puedan participar sustantivamente en el acuerdo», agrega el comunicado.

Tokyo Electric Power Company (Tepco) llevó a cabo una primera fase del vertido al Pacífico entre el 24 de agosto y el 11 de septiembre de 7.788 metros cúbicos del líquido procesado, con un volumen de tritio de aproximadamente 1,1 billones de bequereles, según datos aportados por la empresa energética.

Los bequereles (Bq) son un indicador de la radiactividad emitida por el tritio, el principal radioisótopo restante en el agua procesada, y que Tepco se ha comprometido a mantener en una concentración inferior a los 1.500 Bq por litro en el vertido, un nivel considerado seguro para la salud humana y para el medio ambiente.

Millones de toneladas de agua contaminada han sido generadas en las instalaciones de la planta, bien por los trabajos de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido en el accidente atómico de 2011, o bien por las filtraciones de agua de lluvia en las mismas a lo largo de los años.

Esta agua es tratada mediante un complejo sistema de filtrado que elimina la mayor parte de los elementos radiactivos nocivos, menos el tritio (un isótopo nuclear presente en la propia naturaleza), antes de su almacenamiento en tanques para ser vertida.

China es el país que más crítico se ha mostrado con el vertido, con reacciones como la imposición de un veto comercial a los productos marítimos japoneses, decisión que Tokio protestó ante la Organización Mundial del Comercio.

Según datos del Ministerio de Finanzas japonés, las exportaciones niponas de productos del mar a China (excluyendo los procesados) cayeron 75,7% interanual en agosto, hasta 2,18 billones de yenes (unos 13.900 millones de euros).

Además, Pekín consideró en septiembre que el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que confirmó niveles seguros de tritio en el área del océano Pacífico donde se está vertiendo el agua tratada de Fukushima «careció de supervisión independiente».


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