«No quiero vivir como venezolano» es la controversial frase que sorprendió esta semana como el nuevo lema de campaña del candidato presidencial colombiano Iván Duque. Por lo menos así se percibió durante el tiempo en el que se mantuvo el encabezado en dos vallas publicitarias instaladas en una concurrida autopista de la ciudad de Bucaramanga, en Colombia.

El malestar llegó a las redes sociales el pasado miércoles 9 de mayo y el partido Centro Democrático rechazó en un comunicado de prensa «el mensaje xenófobo» de la pieza, en la que la imagen de Duque es protagonista junto a su compañera de fórmula para la vicepresidencia, Marta Lucía Ramírez.

Leszli Kalli, ex candidata al Senado de Colombia por el Centro Democrático, aseguró que de inmediato procedieron con las debidas averiguaciones para dar con el autor del “error lingüístico de redacción, porque en efecto esa valla no salió de la campaña”.

Agregó: “Cuando llamamos a la Alcaldía de Bucaramanga nos dijeron que las vallas las había contratado el antiguo coordinador del Centro Democrático, Carlos Peña, quien fue expulsado hace un par de semanas del partido”.

Carlos Peña afirmó que desconocía la instalación de la valla e incluso alegó falta de presupuesto para desembolsar la suma de una publicidad de ese tipo. “En la alcaldía no conozco a nadie. La idea debió ser de la publicista a nivel nacional”, subrayó.

Trago amargo. La frase de las vallas fue tapada con un parche azul el pasado jueves, pero nada oculta ese trago amargo que queda en los venezolanos residenciados en la capital santandereana.

“Se habla de que ser como nosotros está mal y eso nos agrede directamente, más en una ciudad donde algunos venezolanos han delinquido y eso ha generado rechazo”, dijo Alán Riego, un valenciano de 38 años de edad que en diciembre llegó a esa ciudad, que está ubicada a 780 kilómetros de Caracas, con la esperanza de sacar del país a su esposa y dos hijos, un niño de 8 años de edad y una niña de 1 año.

La preocupación de Riego tiene antecedente estadístico: 32% de los venezolanos que han emigrado a Colombia siente temor de ser reconocido y otro 33% dice haber sido sujeto de discriminación, según un reciente estudio de caracterización de los venezolanos en el área metropolitana de Bucaramanga, publicado por el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.

Lo mismo opina Arlez González, comunicador social de 38 años de edad, que desde hace un año vive con su esposa en Bucaramanga. “El mensaje sería diferente si dices que no queremos un Hugo Chávez en Colombia, porque allí atacas al personaje que le hizo daño al país, pero no directamente a los venezolanos, porque cuando hablas de mí como venezolano así me siento ofendido”, recalcó.

Para la magíster y doctora en Semiótica Erika Moreno, docente de Literatura en la UNAB, la pieza estigmatiza y resulta discriminatoria debido a que se tipifica a un grupo poblacional al exponer su gentilicio.

“Si analizamos la conjugación verbal ‘no quiero’, estas vallas están tan bien diseñadas a nivel estratégico que si se quisiera hacer una denuncia por discriminación uno se pregunta: ¿a quién culpamos con ese ‘no quiero’?”, reflexionó.

Moreno destacó que previo a contiendas electorales suelen repetirse este tipo de situaciones como una práctica política que busca afianzar un mensaje. La crisis venezolana es en este caso un señuelo para captar votos entre los bumangueses, cuya región es cercana a Venezuela.

Aseguró que el daño se hizo y lo preocupante es que este mensaje haya calado en el imaginario de muchos colombianos, los que durante la campaña han oído más las alertas por encima de los mensajes de solidaridad. “Si me la paso en todos los debates diciendo: ‘no quiero que nos pase lo de Venezuela’, mi equipo de campaña va a entender eso como una línea ideológica de la cual explotar un discurso, por eso salen mensajes tan desafortunados como ese”, advirtió.

EL DATO

Migración Colombia informó que el jueves ingresaron 50.000 venezolanos a Colombia con maletas y bolsas para abastecerse de comida y medicamentos. Es una variación de 15.000 personas con respecto a hace 2 meses, cuando el flujo diario se calculaba en 35.000 personas.


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