Biden / Trump
Foto: AP / PATRICK SEMANSKY

Un referéndum sobre Donald Trump y sus ideas «extremistas» en lugar de una votación sobre Joe Biden y sus defectos: así le gustaría al presidente estadounidense que sus compatriotas vieran las elecciones de medio mandato, que renuevan la Cámara baja y parte del Senado, previstas para noviembre.

El demócrata de 79 años de edad, que tiene baja popularidad aunque ha crecido en las encuestas, a menudo repite: «No me comparen con Dios todopoderoso, compárenme con la alternativa». Una forma sutil de decir que sus defectos no son nada en relación con los de su principal contrincante, el exmandatario Donald Trump.

De hecho, Biden arremetió contra su antecesor y los republicanos «extremistas» en su discurso del jueves en Filadelfia, donde calificó a los seguidores del MAGA (Make America Great Again, el eslogan de Trump) como enemigos de la democracia.

Con una virulencia poco habitual, el presidente proclamó: «Donald Trump y los republicanos MAGA representan un extremismo que amenaza los cimientos mismos de nuestra República». Los representantes de la derecha radical «se alimentan del caos; no viven a la luz de la verdad, sino a la sombra de la mentira».

No todos son una amenaza

Sin embargo, el presidente aseguró el viernes que no se refería a todos los votantes de Trump, más de 74 millones de personas en 2021. «No veo a todos los partidarios de Trump como una amenaza para la democracia», dijo a un grupo de periodistas en la Casa Blanca.

«La gente que votó por Donald Trump y lo apoya hoy no votó para atacar el Capitolio, no votó para revocar las elecciones», agregó.

The New York Times ofrecía este análisis: «Si se les pregunta a los estadounidenses si apoyan al Sr. Biden, es posible que digan que no. Si se les pregunta si lo apoyan frente al señor Trump, solo pueden decir que sí. Al menos esa es la teoría de la Casa Blanca».

Y la Casa Blanca también es la que estuvo detrás de la puesta en escena del discurso en Filadelfia, donde Biden habló a los pies del edificio donde se adoptó la Constitución estadounidense, bajo juegos de luz roja y sombras profundas, y con dos soldados de gala detrás suyo.

El uso de esa escenografía simbólica para una discurso de campaña fue cuestionada no solo por conservadores.

Uno de los portavoces de la Casa Blanca, Andrew Bates, respondió en Twitter que los dichos de Biden son «advertencias bien fundadas» y «cualquier cosa menos políticas».

Aunque al abordar temas como la defensa de la democracia y el derecho al aborto, Biden busca opacar los argumentos de campaña favoritos de los republicanos sobre la economía y el crimen.

Estrategia y riesgos

Las elecciones intermedias siempre son una prueba para el gobierno de turno, que no siempre logra retener o aumentar sus posiciones en el Congreso.

Para la politóloga de la Universidad de Brown Wendy Schiller-Kalunian, la estrategia de los demócratas no está exenta de riesgos.

«Los grupos clave de esta elección son los simpatizantes republicanos de los suburbios residenciales y los votantes independientes» que se inclinan más a la derecha, dijo.

«Si Biden hace que todo gire en torno a Trump (…) puede salir mal y animar a este electorado a votar» republicano, agregó Schiller-Kalunian, profesora de asuntos públicos e internacionales.

Samuel Goldman, profesor de ciencias políticas en la Universidad George Washington, estima que «los votantes indecisos deciden sobre temas concretos como la economía» y que la prioridad de Biden es más bien «galvanizar a los simpatizantes demócratas».

En definitiva, enfrenta al mismo dilema que todos los presidentes estadounidenses: ser a la vez jefe de Estado y líder de un partido.

«Debido a la polarización ideológica, la fragmentación de los medios y la caída de la confianza en las instituciones, cada vez es más difícil jugar ambos roles al mismo tiempo», analizó el politólogo.


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