Destitución de Joe Biden - sobre Gaza
ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP

Los días en los que Joe Biden caminaba por Kiev como abandonado de Ucrania contra Rusia han quedado atrás. Casi un año después, el presidente de Estados Unidos parece bajo presión por una guerra que se empantana y el conflicto en Gaza.

La guerra entre Israel y Hamas amenaza con incendiar Oriente Medio en cualquier momento, con consecuencias imprevisibles.

El conflicto ya ha desatado ataques de los rebeldes hutíes de Yemen, próximos a Irán, contra buques que navegan por el Mar Rojo y el Golfo de Adén, y ofensivas de grupos proiraníes contra tropas estadounidenses en Irak y Siria.

En ambos casos Washington ha contraatacado.

Estados Unidos no está en guerra, pero esta multiplicación de zonas de tensión, incluida la frontera con México por la migración irregular, supone un reto para el demócrata de 81 años, en plena campaña para su reelección en noviembre.

En particular, porque su probable adversario en las elecciones, el expresidente republicano Donald Trump, aprovecha para acusarle de debilidad.

«Talón de Aquiles»

Para Melissa DeRosa, consultora demócrata, «la sensación de inestabilidad causada por estos conflictos, por no mencionar el problema en la frontera, desempeñará un papel en estas elecciones».

«Creo que será un problema para Joe Biden», afirma. Y Donald Trump no perderá la ocasión de «resaltarlo», sobre todo en relación con la crisis migratoria, su verdadero «talón de Aquiles», según ella.

Tradicionalmente la política exterior desempeña un papel secundario en una campaña electoral en Estados Unidos y esto se aplica a la de 2024.

Pero Trump, camino de ganar la nominación del Partido Republicano, aprovecha la inestabilidad y la afluencia de migrantes en la frontera con México para arremeter contra Joe Biden con argumentos válidos para parte del electorado conservador.

«Las entidades extranjeras le respetan más y le temen más que al actual inquilino de la Casa Blanca», declaró a la AFP uno de sus partidarios, Tony Ferrantello, un arquitecto jubilado de 72 años en Keene, Nuevo Hampshire, antes de las primarias del martes en este estado del noreste del país.

En política exterior, el índice de aprobación de Biden no atraviesa su mejor momento: el 58,8% de los estadounidenses desaprueba su gestión contra el 36% que da su visto bueno, según sondeos recopilados por el sitio web RealClearPolitics entre mediados de diciembre y mediados de enero.

Una paradoja para un presidente con décadas de experiencia, como vicepresidente de Barack Obama o como miembro de la poderosa comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que llegó a presidir.

Y para un presidente que cuando ganó las elecciones anunciadas que Estados Unidos estaba «de vuelta» en el escenario internacional tras los años de Trump, y se enorgullece de haber restaurado las alianzas con la OTAN y con Asia-Pacífico.

Apoyo a Israel

El peso de la guerra en Ucrania es enorme. Biden ha liderado una vasta coalición internacional de apoyo a ese país tras la invasión rusa en febrero de 2022, sin por ello arriesgarse a un enfrentamiento directo con Moscú.

Ahora choca con un relativo hastío en Estados Unidos, donde muchos son reacciones a seguir financiando a Kiev sin resultados tangibles.

La oposición republicana en el Congreso condiciona su apoyo a Ucrania, a una política migratoria más dura en la frontera con México.

El firme apoyo de Joe Biden a Israel en su guerra contra Hamás, lanzado en respuesta al sangriento ataque del movimiento islamista palestino del 7 de octubre, también provoca tensiones entre los progresistas votados.

Este martes, por ejemplo, un pequeño grupo de manifestantes propalestinos interrumpió varias veces al demócrata durante un discurso sobre el derecho al aborto, uno de los temas de su campaña electoral.

Este apoyo podría perjudicarle en noviembre en estados clave como Michigan, donde hay una importante comunidad árabe-musulmana. O entre el electorado joven.

Además, no se descarta otro posible frente: Corea del Norte, en un momento en el que las tensiones entre las dos Coreas se han disparado.

Pyongyang «tiende a multiplicar sus provocaciones durante los años electorales en Estados Unidos», señalan Victor Cha y Andy Lim, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en Washington.


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