Qatar universidades
Un supuesto estudiante durante una manifestación propalestina en la George Washington University - Brendan Smialowski / AFP

Qatar se ha convertido en el principal financista de las universidades a lo largo y ancho del territorio estadounidense, al igual que de centros académicos de Europa, donde cunde el temor a un efecto contagio de las violentas manifestaciones anti-israelíes que han paralizado Estados Unidos en las últimas semanas.

A través de diferentes contribuciones, algunas de carácter opaco, Doha no solo busca ejercer influencia internacional, sino que también mediante organizaciones filiales bajo el paraguas de los Hermanos Musulmanes instaladas en el país norteamericano, se aprovecha del antisemitismo para fragmentar y azuzar contra Israel.

Así lo ha advertido esta semana Charles Asher Small, fundador del Instituto para el Estudio del Antisemitismo Global y Política (ISGAP, por sus siglas en inglés), en un webinario con periodistas organizado por el Jerusalem Press Club.

Los manifestantes propalestinos montaron un campamento en el campus de la George Washington University – Kent Nishimura / AFP

Con sede en Washington, el centro de pensamiento que dirige investiga y sigue desde hace una década las diferentes manifestaciones y tendencias del antisemitismo moderno, sus fuentes de financiación, diseminación y sus efectos en un mundo globalizado.

Redes de influencia y «poder blando»

ISGAP ha desarrollado un proyecto denominado «Redes de Odio» en el que expone la financiación qatarí –por casi un billón de dólares en activos en dos décadas– como forma de ejercer poder blando en aras de influir en los mensajes dentro y fuera de las aulas en los campus universitarios de todo el mundo.

Su director aseguró en ese sentido, que Qatar está «invirtiendo en nuestras mejores universidades en Estados Unidos, Europa, Canadá y alrededor del mundo, comprando los medios de comunicación más influyentes, contratando firmas de relaciones públicas y bufetes de abogados, utilizando este billón de dólares y activos como poder blando para retratar a los qataríes como una fuerza moderada en la región, como amigo del Occidente y de otros pueblos».

En relación con su tamaño, esa monarquía del Golfo Pérsico persigue gracias al dinero posicionar una imagen amable a nivel mundial, pero también expandir su ideología de la mano de los Hermanos Musulmanes, organización con la pretensión de que los países musulmanes se conviertan en califatos islámicos unificados.

Precisamente la también conocida como «Hermandad» fue la matriz que inspiró la creación a finales de los años ochenta del siglo pasado del grupo palestino Hamás, cuya carta fundacional aboga por la destrucción del Estado judío y es considerada organización terrorista por la UE, Estados Unidos, Israel, Japón, Canadá y Australia.

Un juramento espiritual

«Creo que es muy importante entender que Qatar es un país diminuto, con menos de 350.000 habitantes y están dando más dinero a universidades americanas y europeas que cualquier otro país en el mundo», subraya Small antes de preguntarse, ¿por qué supera a países como China, Rusia, aliados europeos o Canadá?

«La respuesta –abunda– se encuentra en la profunda conexión entre la familia real de Qatar y los Hermanos Musulmanes».

El investigador recuerda que la familia real qatarí mantiene un juramento espiritual con la «Hermandad Musulmana» por el que siguen los edictos religiosos, fatuas y dictámenes islámicos a pies juntillas.

El líder espiritual de los Hermanos Musulmanes, Yusuf Qaradawi, quien inauguró un programa de Estudios Islámicos en la Universidad de Oxford, manifestó que el «verdadero creyente» está obligado a completar el trabajo de Hitler: «El requisito de aniquilar al pueblo judío, un elemento central de las enseñanzas de Qaradawi, es seguido por el régimen de Qatar», declaró Small.

«Así que el objetivo del régimen qatarí y de los Hermanos Musulmanes es eliminar y aislar, distanciar a Israel de Occidente y de los Estados Unidos, para destruirlo. Y usar el antisemitismo como una forma de fragmentar, debilitar y luego destruir al gran satán, los Estados Unidos de América», apostilló.

En su último informe, el centro de pensamiento que monitorea el antisemitismo a nivel mundial, apunta igualmente las estrechas relaciones entre la organización estudiantil Studens for Justice in Palestine (Estudiantes por la Justicia en Palestina), conocida como SJP, y los American Muslims for Palestine, AMP, (Musulmanes Americanos por Palestina), parte de la Hermandad Musulmana.

En 2022, el ISGAP ya advertía en una investigación del incremento de la financiación de países de Oriente Medio a campañas en determinados campus universitarios para silenciar a académicos y erosionar los valores democráticos.

Bajo un enfoque cuantitativo estadístico, los autores del mismo establecieron una correlación entre centros que recibían financiación extranjera y una mayor presencia de retórica antisemita o anti-israelí y alegaciones sobre actividad antisemita.

Qatar bajo escrutinio federal

En 2020 el Gobierno federal de los Estados Unidos abrió una investigación sobre si las prestigiosas universidades de Harvard y Yale habían recibido cientos de millones de dólares de instituciones radicadas en China, Irán, Rusia, Arabia Saudí y Qatar, sin informar debidamente de ello a las autoridades correspondientes.

En un artículo reciente titulado Los lazos de Qatar con las universidades de Estados Unidos bajo escrutinio en medio del aumento del antisemitismo, el Financial Times daba cuenta de las investigaciones promovidas por los republicanos en el Congreso estadounidense sobre el auge del antisemitismo en las universidades a raíz de la masacre de Hamás en Israel el 7 de octubre.

La congresista republicana por Carolina del Norte, Virginia Foxx solicitó a tres universidades (Harvard, Pensilvania y Columbia) que revelaran cualquier donación de Qatar desde enero de 2021.

El artículo incluía además fuentes qataríes y defensores del financiamiento del país árabe que alegaron que los esfuerzos de cabildeo de Doha no son diferentes a los que realizan gobiernos de otras naciones soberanas para mejorar su reputación en EE.UU.

La situación ha llevado a que aumenten los llamamientos a una mayor supervisión y regulación de los fondos a los centros académicos

Qatar es hoy por hoy el principal donante extranjero de las universidades estadounidenses y la mayor parte de esas donaciones se hicieron en la última década. ¿Donaciones legítimas o una forma de promover agendas extremistas bajo una fachada de apoyo a la excelencia académica y estudiantil? La polémica está servida.

En paralelo, se ha colado el debate acerca del papel que Qatar desempeña en las negociaciones entre Israel y Hamás para lograr un alto el fuego en Gaza a cambio de la liberación de los rehenes secuestrados por la organización terrorista.

El ministro israelí de Asuntos de Diáspora y Combate contra el Antisemitismo, Amichai Chikly, ha asegurado en una comparecencia organizada por EIPA que su país no debería legitimar a Qatar en ningún proceso, al ser «parte del problema y no de la solución».

 


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