Foto: GDA La Nación

El viernes por la noche, ante el caos originado a raíz de la multitudinaria protesta frente a la Casa Blanca por el asesinato del afroamericano George Floyd el martes pasado a manos de la policía, los agentes del Servicio Secreto llevaron al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a un búnker subterráneo.

La noticia, que fue difundida este lunes por el New York Times, señala que Trump, Melania y el hijo de ambos, Barron de 14 años de edad, pasaron un tiempo no muy prolongado en el búnker, diseñado para el uso en emergencias como ataques terroristas .

Si bien son varios los búnkers dispuestos cerca de la Casa Blanca para alojar al presidente y sus funcionarios, en este caso Trump habría sido resguardado en el que se encuentra debajo de los cimientos del edificio del gobierno en Washington.

Bush en lo que era en 2001 el búnker debajo de la Casa Blanca Crédito: Presidencia EE UU

Gran parte de esa infraestructura, que se encuentra en el ala oeste debajo de Pennsylvania avenue, se construyó cerca de la década de los años 50, entre 1948 y 1952, cuando la Casa Blanca fue objeto de una reconstrucción bajo la administración Truman. Para refugiar al presidente en caso de un atentado, se había realizado una instalación secreta y subterránea que se conoce como el Centro de Operaciones de Emergencia Presidencial o por sus siglas en inglés PEOC.

Hace 20 años esa instalación aún era muy básica y se pudo ver de manera pública gracias a fotos tomadas el fatídico 11 de setiembre de 2001, día del ataque contra las Torres Gemelas y el Pentágono, que fueron publicadas en 2015.

En las imágenes se ve al vicepresidente de George Bush, Dick Cheney, y a todo el gabinete de gobierno alrededor de una gran mesa en una sala con pantallas empotradas en lasparedes y una luz cenital que ilumina el recinto de trabajo.

Dick Cheney y parte del gabinete de Bush en el búnker según el registro fotográfico de 2001 durante la crisis por el ataque a las Torres Gemelas Crédito: Presidencia EE UU

Durante y después de los ataques del 11 de Septiembre, los funcionarios, la primera dama Laura Bush y, finalmente, el presidente Bush, se refugiaron en el búnker. Ese lugar es descrito en la autobiografía de Laura Bush, Spoken from the heart:

«Fui empujada hacia adentro y abajo, tras un par de grandes puertas de acero que se cerraron detrás de mí con un fuerte silbido, como un sello hermético. Estaba en uno de los pasillos subterráneos sin terminar, debajo de la Casa Blanca, en dirección al PEOC, el Centro de Operaciones de Emergencia Presidencial, construido para el presidente Franklin Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial. Caminamos por viejos pisos de baldosas con tuberías colgando del techo y todo tipo de equipos tecnológicos.

«Me llevaron a la sala de conferencias adyacente al centro neurálgico del PEOC. Es una habitación pequeña con una mesa grande. El asesor de seguridad nacional Condi Rice, el consejero del presidente Karen Hughes, el subjefe de personal Josh Bolten y Dick y Lynne Cheney ya estaban allí, donde habían estado desde la mañana. Lynne, cuyos agentes la habían llevado a la Casa Blanca justo después del primer ataque, se acercó y me abrazó. Luego dijo en voz baja en mi oído: ‘El avión que golpeó el Pentágono rodeó primero la Casa Blanca’. Un frío corrió por mi espina. (…) George llegó a las 7:10 de la noche».

El búnker subterráneo es de cinco pisos

Tras los ataques del 2001, el búnker se fue expandiendo hacia el lado occidental del ala norte, adyacente al ala oeste. Un experiodista del Washington Post, Ronald Kessler, escribió en su libro La Casa Blanca de Trump: cambiando las reglas del juego de 2018, que ahora existe una instalación de cinco pisos bajo la Casa Blanca.

«Puede albergar al personal de todo el ala oeste indefinidamente en caso de un ataque de armas de destrucción masiva», detalla.

Kessler asegura que la extensión del refugio por debajo de la Casa Blanca se mantuvo en secreto y comenzó en 2010 con la presidencia de Barack Obama. La excusa fue que había que cambiar el cableado eléctrico y el sistema del aire acondicionado. Pero Kessler accedió al presupuesto de la obra y era de 376 millones de dólares, suma que le pareció excesiva para los trabajos que supuestamente deberían realizarse.

El periodista, da también un dato de color que habla mucho del actual presidente de Estados Unidos. Cuenta que Trump, apenas asumió la presidencia, recorrió la instalación subterránea interesado en saber cuál era el grado de seguridad. En sus épocas de empresario, el político incursionaba en el negocio de los búnkers e incluso es sabido que tiene varios a lo largo del país del norte.


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