Libardo García Gómez, asesinado en vía Tuluá-Riofrío | Archivo / El Tiempo

El asesinato de un empleado de la que fue una hacienda del excapo colombiano Carlos Alberto «Beto» Rentería aumentó las preocupaciones, interrogantes y temores en el centro del Valle del Cauca.

Hasta ahora las autoridades no han ampliado información sobre la presunta conexión entre los dos homicidios en escasos tres días, reseñó el medio colombiano El Tiempo.

A las 10:00 am del sábado Libardo García Gómez, de 62 años de edad, se desplazaba en una motocicleta por la carretera entre los municipios de Tuluá-Riofío, en sentido occidente a oriente.

El hombre aparentemente había salido de una hacienda en jurisdicción de Riofrío, donde se encargaba de logística y suministros.

La Policía Valle informó que cuando se acercaba al sitio Las Palmas lo atacaron a bala, al parecer, desde otra motocicleta. La víctima sufrió cinco heridas y murió en el acto, a un lado de su vehículo. Los agresores escaparon.

García, a quien amigos llamaban «Indio», trabajó como empleado de confianza de Carlos Alberto Rentería cuando en la misma hacienda, bajo el nombre de «Bum Bum», servía como en distintos oficios.

A las 9:00 pm del pasado miércoles 16 de septiembre Rentería se encontraba en una casa del barrio Sajonia, en Tuluá, en la que se habría alojado dos días antes.

En una casa de Tuluá fue asesinado el miércoles 16 de septiembre Carlos Alberto «Beto» Rentería | Foto: Archivo / El Tiempo

A esa hora se aprestaba a descansar. Estaba en un cuarto, sentado, frente a una cama. Por un costado exterior de la casa se había deslizado un hombre que llegó hasta la ventana de esa pieza donde estaba Rentería.

El sicario accionó tres veces una pistola calibre 9 milímetros y se fue hasta donde lo esperaba otro hombre en moto. Rentería murió sentado al sufrir dos heridas en la cabeza.

Ese homicidio sacudió Tuluá, donde unos siempre han negado lo que se dice de Rentería y otros lo han admirado por sus incursiones en delitos.

El hombre, que de acuerdo con algunas fuentes estaría retirado de actividades de narcotráfico, había pagado una condena de siete años de cárcel por tráfico de drogas en los Estados Unidos. Fue capturado el 4 de julio de 2010 en Venezuela.

 

Para las autoridades, antes de detenerlo traficaba con cocaína desde los años 80 y, a principios de los 90, con la caída del cartel de Medellín consolidó su poder en el norte del Valle, a pesar de que siempre manejó un bajo perfil.

La Policía señala que Beto cambiaba su apariencia para eludir controles, se quitó el bigote con el que lo reconocían en los carteles de «se busca» y viajaba seguido a Argentina, pero su captura fue por la cooperación de un informante en Venezuela.

En esos tiempos, la DEA puso un precio de 5 millones de dólares de recompensa por su captura. En un operativo de madrugada, el 5 de julio de 2010, Rentería fue detenido por un grupo combinado del Servicio Bolivariano de Inteligencia y la Oficina Nacional Antidrogas, en Valencia. Esa aprehensión tuvo respaldo de la Agencia Británica Responsable para el Crimen Organizado.

Solo una semana después de su captura, a Rentería lo extraditaron en un avión de la DEA al lado de alias Loco Frank y alias Ingeniero del mar.

En febrero de 2018 lo enviaron desde Estados Unidos a Colombia. Se le veía encanecido y delgado. Estuvo dos años en la cárcel La Picota en Bogotá, de la que salió libre y se perdió su rastro hasta el asesinato a manos de sicarios.


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