Khashoggi
Foto Archivo

Un año después del asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, Arabia Saudita intenta pasar página a una crisis política y diplomática que debilitó su posición internacional.

El  príncipe Mohamed bin Salmán, autoproclamado reformista, fue acogido con elogios en todo el mundo. Hasta el 2 de octubre de 2018, cuando ocurrió el asesinato del periodista disidente en el consulado saudita en Estambul.

Las consecuencias de este asesinato, perpetrado en condiciones brutales y sórdidas, son enormes.

Convirtieron al heredero del trono en un personaje poco presentable, además de atraer la atención sobre la situación de derechos humanos en Arabia Saudita y quebrar sus alianzas con las potencias occidentales.

Desde entonces, el príncipe trata de restablecer su reputación, lanzando campañas de relaciones públicas, y acelerando lo que los analistas llaman la orientación al Este, en dirección de aliados menos críticos como China o India.

“El espectro de Jamal Khashoggi planea siempre sobre el reino”, declara Bruce Riedel, ex agente de la CIA y autor de un libro sobre Arabia Saudita titulado Reyes y presidentes.

El príncipe heredero parece haber asumido la responsabilidad del asesinato, aunque afirmó en un reciente documental en la televisión estadounidense, que solamente se enteró de él después de que se produjeran los hechos.

Aislamiento

La CIA cree que el asesinato fue encargado probablemente por el propio príncipe heredero.

De su lado, una experta de la ONU,  Agnès Callamard, llegó a la conclusión en junio de que había pruebas suficientes para abrir una investigación sobre la responsabilidad del príncipe heredero en el caso Khashoggi.

Estas revelaciones alimentaron las presiones sobre los aliados occidentales de Arabia Saudita para que dejen de venderle armas.

Estas presiones se producen en un contexto de crecientes tensiones con su rival Irán, acusado por Washington de haber atacado el 14 de septiembre instalaciones petroleras saudíes.

Estados Unidos, un aliado clave de Riad, anunció, luegode esos ataques, el despliegue de 200 soldados, así como de misiles Patriot, en Arabia Saudita.

El presidente Donald Trump destacó la importancia de Arabia Saudita, como cliente de armas norteamericanas y como muralla contra el enemigo común iraní, pero varios legisladores estadounidenses no parecen dispuestos a perdonar al príncipe heredero.

“En cierta medida, el asesinato de Khashoggi sumió en el aislamiento a Arabia Saudita a nivel global”, afirmó a la AFP Quentin de Pimodan, experto del Instituto de investigación de estudios europeos y estadounidenses, con sede en Grecia.

Visados turísticos

El asesinato del periodista enfrió los ánimos de los inversores extranjeros, que acudían en gran número al país.

Para compensar esta situación, Riad anunció el viernes el lanzamiento de visados turísticos, en el marco de sus esfuerzos para diversificar la economía, muy centrada en la producción de petróleo.

El proyecto de salida a bolsa del gigante petrolero estatal Aramco, piedra angular del programa de reformas del príncipe Mohamed, inicialmente previsto para 2018, también se retrasó.


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