migrantes venezolanos
Foto: EFE/ Luis Torres

El frenesí se apoderó de un campamento de migrantes en la ciudad mexicana de Matamoros (noreste), donde muchos se desvelaron ansiosos por iniciar el trámite que permitirá a cubanos, venezolanos, nicaragüenses y haitianos ingresar a Estados Unidos.

Las emociones fueron en alza desde el primer minuto del jueves, cuando se abrió el proceso para pedir citas a través de una aplicación llamada CBP One.

Mediante este procedimiento, los migrantes buscan uno de los 30.000 cupos mensuales anunciados el 5 de enero por el presidente Joe Biden para poder ingresar y trabajar en Estados Unidos durante los próximos dos años.

Solo aplica para ciudadanos de estos cuatro países, si bien la crisis migratoria tiene alcance continental.

En el campamento de Matamoros, fronteriza con Browsville, Texas, cientos de personas, sobre todo venezolanos y haitianos, buscaban ansiosos en los celulares ingresar sus datos a la app.

Se estima que en esta ciudad permanecen varadas unas 7.000 personas en condiciones precarias y soportando las bajas temperaturas invernales, a la espera de obtener asilo.

«Nadie ha dormido, nadie, pero aquí estamos para adelante, guerreando para poder hacer el trámite. Ya estamos en esto porque queremos estar en Estados Unidos, principalmente porque tengo a los míos allá», dijo entusiasmado a la AFP Henry Moreno, de 60 años, quien partió de Venezuela con sus hijos Grecia, de 20, y Moisés, de 28, y su perro Chonero.

«¿Qué les dicen en el correo?», «a mí también me llegó», «es la misma fecha y la misma hora que se escogió», comentaban entre sí los venezolanos que aplicaron al programa, concertado por los gobiernos de Estados Unidos y México.

Las primeras entrevistas con las autoridades estadounidenses fueron programadas para el 18 de enero.

Solidaridad

Esta política supone la ampliación de una medida presentada en octubre para 24.000 venezolanos, que les permitía entrar previa petición formal, para la que precisaban un patrocinador, y siempre que fuera por avión.

Al anunciar el nuevo programa, Biden advirtió que endurecerá las restricciones para impedir los ingresos ilegales en la frontera, de 3.100 km, que visitó por primera vez como presidente el domingo pasado en El Paso, Texas, previo a una visita oficial a México.

Solo en el año fiscal 2022 se contabilizaron 2,3 millones de arrestos y expulsiones, cinco veces más que en 2020, en gran parte por el Título 42, norma anticovid que autoriza ejecutar esas medidas de forma exprés.

Miles de esas personas permanecen en localidades mexicanas fronterizas, algunas desde hace un año, a la espera de que les permitan argumentar que huyen de la pobreza, la violencia o las persecuciones políticas. También, para intentar ingresar por su cuenta.

Alegría y nervios

En el campamento de Matamoros, levantado sobre un terreno polvoriento, algunas tiendas se adaptaron como áreas de trabajo, donde los más diestros en cuestiones informáticas ayudaban solidariamente a sus vecinos, amigos o familiares.

La alegría es palpable, aunque también los nervios por no poder lograr la cita para su entrevista con las autoridades del país vecino.

«Nos dijeron que del 18 al 30 de enero iban a abrir esas citas y ya a algunos (la aplicación) no les está dejando avanzar, entonces quiere decir que ya está la cantidad de citas que ellos tenían contempladas para que puedan entrar por este puerto», señaló Gladys Cañas, presidenta de la ONG Ayudándoles a Triunfar.

Esta situación obliga a algunos a tratar de buscar la entrevista en otro puerto de entrada. Una de las condiciones es hacer la solicitud desde el lugar donde se encuentre el interesado.

Para formar parte del cupo, los aspirantes también deberán superar una investigación sobre sus antecedentes penales, tener a un patrocinador en Estados Unidos que les brinde apoyo financiero y estar vacunados contra el covid.

Aunque el correo de confirmación que recibió no garantiza que obtendrá el permiso de ingreso, Henry no se desanima. Siente que ya está más cerca de empezar a poner fin a sus penurias.


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