Senado
Judge Amy Coney Barrett is nominated to the US Supreme Court by President Donald Trump in the Rose Garden of the White House in Washington, DC on September 26, 2020. - Barrett, if confirmed by the US Senate, will replace Justice Ruth Bader Ginsburg, who died on September 18. (Photo by Olivier DOULIERY / AFP) (Photo by OLIVIER DOULIERY/AFP via Getty Images)

El presidente Donald Trump escogió este sábado a la juez  Amy Coney Barrett para sustituir a la juez federal Ruth Bader Ginsburg. Barrett es reconocida por su postura pro vida.

«Hoy es mi honor nominar para el Tribunal Supremo a una de las mentes legales más brillantes de nuestro país», dijo Trump junto a Barrett desde la Casa Blanca.

Barrett fue postulada por Trump para la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito de EE UU en 2017. El Séptimo Circuito tiene su sede en Chicago y cubre casos de Illinois, Indiana y Wisconsin. Si su confirmación en el Senado tiene éxito antes de las elecciones de noviembre, el nombramiento marcaría la tercera elección de Trump en la Corte Suprema de Estados Unidos en un período presidencial.

Barrett, de 48 años de edad, se graduó –y ahora trabaja a tiempo parcial como profesora– en la Facultad de Derecho de Notre Dame. Se desempeñó como asistente legal del juez  Antonin Scalia. La madre de siete hijos nació en Nueva Orleans, Louisiana, y ahora vive en South Bend, Indiana, con su esposo Jesse M. Barrett.

Conservadora

Desde su primera consideración como candidata para la mayor instancia judicial, aumentó a su historial judicial la autoría de alrededor de 100 opiniones, entre los cuales ha demostrado una línea conservadora en defensa de la libertad religiosa.

De acuerdo a los analistas, el perfil de la elegida por Trump revela un intento por agradar a sus bases más conservadoras de cara a las elecciones. Trump marcha por detrás de su rival demócrata, Joe Biden, en las encuestas. Reseñó BBC.

La elección de Barrett pone a los demócratas en una posición delicada. Tienen que encontrar la forma de restarle apoyo a la nominada sin que parezca que atacan su fe católica o su historia personal, una actitud que podría quitarles votantes en noviembres.

 


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