Último cumpleaños de Lady Di desafiando la Corona.

Lady Di un 1 de julio del año 1997 despertó para celebrar su cumpleaños 36 en soledad, tras haberse divorciado un año antes con una disolución «amistosa» de su matrimonio con Carlos de Inglaterra.

En sus últimos años demostró que ya estaba cansada de vivir bajo las rígidas normas de la Corona, quienes se escandalizaban por llevar a sus hijos a la escuela e incluso por abrazarlos en público.

Para demostrar que la realeza no la controlaba más, uso un vestido del diseñador Jacques Azagury que rompía dos rígidas reglas protocolares: era negro, color que la realeza solo reservan para los funerales y su escote mostraba el comienzo de sus senos, algo que la monarquía considera obsceno y de mal gusto.

Lady Di dispuesta a reconquistar al hombre que amaba

Diana de Gales quería demostrar a los Windsor que, aunque ya no era de la familia seguía siendo una reina. Y sobre todo, quería que Hasnat Khan, el hombre que amaba, la viera radiante. Y quizá, solo quizá volviera a amarla tal como ella era, reseñó Infobae.

En 15 años de su matrimonio, Lady Di buscó amor en otros hombres al ver que su marido no se lo dio. Con 24 años se enamoró de Barry Mannakee, su guardaespaldas. Posteriormente lo despidieron y nueve meses después falleció en un accidente de moto.

Tras esa conquista con final trágico, llegó James Hewitt, oficial de caballería del ejército británico y además, su profesor de equitación. Sin embargo, el romance no surgió debido a su partida hacia Alemania.

Después siguieron unos pequeños affaires con Oliver Hoare, un vendedor de obras de arte, casado y con Will Carling, jugador de rugby de la selección inglesa, comprometido.

El gran amor

En 1995 conoció a «su gran amor», Hasnat Khan, cirujano cardiovascular paquistaní. A él lo conoció en un hospital de Londres en donde se encontraba el esposo de su acupunturista y Kham se encargó de cuidarlo.

Asimismo, en un momento Diana lo acompañó en su habitación cuando el médico entró a revisarlo. La saludó apenas y dispuso toda su atención en examinar al enfermo. Diana quedó impresionada. Como mujer acostumbrada a tener la atención del mundo, que alguien la ignorara no solo le resultó impactante y asombroso, sobre todo le gustó y le gustó mucho.

La princesa intentó llamar su atención con todo tipo de acciones al punto en el que se convirtió en «una especie de estudiante de cardiología. En su mesa de noche tenía un gordo ejemplar de Gray’s Anatomy y un cúmulo de reportes quirúrgicos. Empezó a ver Casualty, una serie acerca de un hospital, y su closet estaba lleno con las túnicas que usan las mujeres paquistaníes. Incluso consideró convertirse al Islam”, relató la periodista Tina Brown en su libro The Diana Chronicles.

Enamorada de su normalidad

La situación se volvió frecuente y un reportero del periódico News of the World logró fotografiarla cuando a medianoche salía del hospital. Aunque ella justificó su presencia diciendo que solo visitaba a enfermos terminales para reconfortarlos.

A Lady Di lo que más le emocionaba era la normalidad del médico. Khan trabajaba 90 horas a la semana, le gustaban la cerveza y el jazz. Además vivía en un modesto dos ambientes. Las tareas domésticas no se la realizaban una legión de mayordomos sino que las resolvía él. Poco y nada sabía de eventos sociales, protocolos y monarquías pero sí y mucho sabía de salvar vidas.

Algunas veces al salir del hospital, llegaba a visitarla a Kensington con una orden para dos de Kentucky Fried Chicken. Para Diana, todo eso era un mundo tan desconocido como fascinante. “En él encontré la paz. Me da todo lo que necesito”, dicen que le decía Diana a sus confidentes.

Rechazó ostentosos regalos

Según Brown, Khan rechazaba sus ostentosos regalos y en cambio le gustaba cuando ella se convertía en ama de casa y se divertía haciendo tareas tan inusuales para ella como eran barrer, cocinar, planchar u ordenar su desordenado departamento.

Entre las leyendas urbanas que circulan sobre la princesa y el doctor se dice que la noche en que Diana cumplía 34 años, decidió sorprenderlo. Llegó a su casa cubierta con un abrigo, sin ropa debajo y solo luciendo unos costosos aros de diamantes. Era tal su devoción por Khan, que viajó varias veces a Pakistán para conocer su cultura y hasta le pidió a su mayordomo, Paul Burrel que averiguara cómo podía casarse en secreto.

Sin embargo, Khan empezaba a sentirse asfixiado por su novia, sobre todo cuando ella le decía que le gustaría tener una niña morena a la que pondría Allegra. E incluso cuando lo llamaba en medio de sus rondas médicas para conversar sobre nimiedades.

Presión mediática

Los rumores del romance comenzaron a circular. Khan cada vez se sentía más agobiado por la presión mediática. Para calmarlo, conocedora como pocas del juego de los medios, Diana se encargaba de negar la relación, pero nadie le creía. Quizá por eso una segunda actitud la enamoraba del médico: “Es la única persona que nunca me vendería por un titular”.

Solo en Kensington Palace se sentían a salvo de los paparazzi. Salir a la calle, caminar juntos o cenar en un restaurante común, como gente, común era imposible. Las pocas veces que se arriesgaron a salir, Diana se ponía una peluca y lentes de sol para que no la reconocieran. A ella, esto le parecía divertido y en cierto punto, normal. Para Khan era asombroso pero sobre todo, intimidante.

Khan no estaba listo para la presión de Diana ni la de los medios. Además su miedo era que por más que lo intentaran, no pudieran vivir tranquilos y por esta razón decidió alejarse.

Al final, fue su padre, Rashid Khan, quien se encargó de darle la estocada final a la princesa. Algo que sucedió cuando en el diario Express aseguró tajante que “ellos no van a casarse. Estamos buscando una novia adecuada para él que pertenezca a una respetable familia Patán, o al menos musulmana paquistaní”.

El ramo de flores de Donald Trump para Lady Di

La mañana del 1ro de julio, cuando cumplía 36 años, Diana salió de su cuarto y en el recibidor se encontró con 90 ramos de flores. Miró uno por uno. Había hasta uno de Donald Trump, desde su divorcio el millonario la rondaba. Pero entre tantos nombres no estaba el nombre ni el hombre que ella esperaba. Por teléfono, sus hijos, Guillermo y Harry, le cantaron el Happy Birthay acompañadas por varios compañeros del colegio donde eran pupilos. Fue una de las dos llamadas que más anhelaba, la otra no sucedió.

Muchas personas que convivieron con ella dicen que prefería los cumpleaños de los demás al propio. Esto debido a que tantas muestras de afecto le implicaban horas de trabajo extra para mandar las notas de agradecimiento. Pero por otro, la remitían a una infancia solitaria donde luego del complejo divorcio de sus padres. No los tenía a ambos para celebrar.

Tras su matrimonio, la princesa disfrutaba celebrar el cumpleaños junto a sus hijos e incluso con su padre y hermana mayor. Sin embargo, al salir con sus amigos estos debían cumplir la norma: sin tortas y regalos.

Cumpleaños benéfico de Lady Di

La forma en la que la princesa decidió celebrar su último cumpleaños fue con un evento benéfico del Tate Gallery en Londres.

Con determinación eligió su vestido, el cual claramente envió un mensaje: Ya no soy una Windsor pero sigo siendo una reina. De igual forma acompañó el look con un imponente collar de esmeraldas y diamantes que perteneció a la Reina María, abuela de Isabel II, y que tras el divorcio terminó en su joyero.

Sin embargo, lo que más deseaba era que su amado la viera, por lo que preguntó a su mayordomo: “¿Crees que Hasnat me verá bonita?”. Sin embargo, la respuesta de este no llegó.

Esa noche Lady Di brilló, aunque también inició una relación con Dodi Al-Fayed, cuyo padre, Mohamed Al-Fayed, era un millonario que incentivaba la relación de su hijo con la princesa no por genuino interés sino como una buena oportunidad de negocios.

Muchas fotos de ambos besándose a bordo de un yate en Córcega recorrieron el mundo, e incluso se dice que el padre de su conquista pagó para que se lograra difundir ese contenido como parte de una estrategia de marketing.

Aunque una versión que sonó con intensidad, es que la princesa intentó esa última hazaña como medio para darle celos al hombre que ella realmente amaba. Del que se enamoró por simplemente ser un hombre normal y bueno. Con información de Infobae.

 


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