Bill y Melinda Gates
Foto: Archivo

Melinda French adoptó el apellido de su marido Bill Gates cuando se casaron. Una historia que no tuvo inicios fáciles. “Ella tenía varios novios, y yo tenía Microsoft”, dice prosaicamente el gigante de la microcomputadora en la miniserie que Netflix lanzó en 2019, En el cerebro de Bill Gates. “Dijimos: ‘Oye, no hay nada realmente serio entre nosotros, ¿eh?”. Pero siete años después se casaron y dos más tarde llegó al mundo Jennifer, la mayor de sus tres hijos. Unos jóvenes para los que su madre recuperó su apellido de soltera cuando les inscribió en la escuela pública, en un intento de que fueran lo más anónimos posible. En parte lo ha conseguido, pero ahora el divorcio de los Gates les ha puesto en primera fila de la atención mediática.

Cuando nació Jennifer, Melinda Gates, entonces gerente general de productos multimedia, dejó Microsoft para dedicarse a su familia. Luego llegó Rory en 1999 y Phoebe en 2002. Desde entonces, poco se ha filtrado sobre la vida familiar de los Gates.

Los hermanos se han criado protegidos de los focos en la impresionante mansión que la familia posee en Medina, ciudad en el lago Washington frente a Seattle. Conocida como Xanadú 2.0 por sus multimillonarios propietarios, la mansión de 4.500 metros cuadrados es conocida por estar repleta de productos de alta tecnología. Además de sus 24 baños, 6 cocinas y 2 canchas de tenis, entre otros lujos. Allí es donde Melinda Gates le pidió a su marido que compartiera las tareas domésticas y familiares. Cuando su hija mayor comenzó a ir a la escuela a principios de la década de 2000, Bill hizo el viaje diario de una hora dos veces por semana. Pequeños esfuerzos que terminan cambiando las reglas del juego, según Melinda Gates: “Al ver a Bill llevando en auto a los niños, las otras mamás se fueron a casa y les dijeron a sus maridos: ‘Si Bill Gates lleva a sus hijos a la escuela, tú puedes hacerlo también”.

La mayor, Jennifer, de 25 años de edad, se ha erigido en portavoz de sus hermanos. Y horas después de anunciarse la separación de sus padres se dirigió a sus 415.000 seguidores de Instagram: “Gracias por entender que necesitemos intimidad mientras navegamos las próximas etapas de nuestras vidas”. Sus hermanos mantienen sus cuentas privadas.

Jennifer estudió biología humana en Stanford, antes de realizar estudios de medicina en la escuela Icahn de Mount Sinai en Nueva York. Entre medias, se tomó un año sabático para dedicarse a su pasión, montar a caballo. Consumada amazona, en su grupo de amigas están Destry Spielberg (hija de Steven), Jessica Springsteen (hija de Bruce) y Eve Jobs (hija de Steve). Hace un año, la joven anunció su compromiso con el jinete egipcio Nayel Nassar, de 30 años de edad, una boda aplazada por la pandemia. Entre las imágenes de Jennifer en sus redes sociales no faltan las románticas instantáneas que comparte junto a su novio. Nassar, que se crió en Kuwait pero se trasladó a California para estudiar administración y economía también en la universidad de Stanford. El joven es un jinete profesional que ha sido galardonado con el primer premio en la sub-Liga Occidental de Longines FEI World Cup, entre otras competencias, y combina la hípica con un negocio propio de entrenamiento y venta de caballos que tiene en San Diego.

De Rory y Phoebe, que tienen 21 y 18 años años de edad, respectivamente, solo se conocen vagamente sus caras, que ocasionalmente se ven en las fotos publicadas por Melinda Gates en su cuenta de Instagram, junto con algunos comentarios. En ellos cuenta, por ejemplo, que Rory es un declarado feminista.

Privados de millones

Su padre ha decidido privarles de gran parte de su legado, algo que reveló hace tiempo. “No creo que le estés haciendo un favor a alguien al darle miles de millones en herencia”, dijo Bill Gates en la plataforma Reddit en 2015. “No es bueno crecer sin tener que trabajar”. Por eso sus miles de millones los entregaron a The Giving Pledge, el programa lanzado por los Gates y su amigo Warren Buffett, en el que los hiperafortunados se comprometen a donar a obras filantrópicas, durante su vida, la mitad de su patrimonio.

En el año 2000, la pareja creó la Fundación Bill & Melinda Gates, dedicada al acceso a la atención médica y la educación, y a la reducción de la pobreza extrema en el mundo. Tras anunciar su divorcio, la todavía pareja ha garantizado que seguirán unidos trabajando al frente de la organización benéfica. “Sabemos que hemos tenido mucha suerte profesionalmente, y por nuestra parte queremos dar oportunidades de la mejor manera posible y al mayor número de personas”, declararon en 2005 tras ser elegidos personalidades del año por la revista Time.


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