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Dror Tamir, fundador de Hargol, empresa que pretende comercial los saltamontes. Foto: AFP

Una empresa israelí aspira a ser la primera en comercializar saltamontes a gran escala y convertirlos en un alimento sostenible en Tierra Santa y más allá. En cuanto a si estos insectos ricos en proteínas son o no kosher, la respuesta no es sencilla.

En un cobertizo que en el pasado sirvió de gallinero, miles de saltamontes revolotean en jaulas pequeñas y apiladas meticulosamente.

Para Dror Tamir, director general de Hargol, «los saltamontes son la solución», asegura a la AFP durante una visita a los locales de la empresa, en la parte del Golán sirio ocupada por Israel desde 1967 y luego anexionada. Unos 25.000 colonos israelíes viven en este territorio.

Preocupado por el impacto de la ganadería en el medio ambiente, Tamir creó la compañía hace seis años y medio y quisiera que fuera «la primera en el mundo en producir saltamontes a escala comercial para proporcionar una fuente de proteína más saludable y sostenible».

Detrás de su idea de hacer comer estos insectos al mayor número de personas posible, hay recuerdos de la infancia, cuando oyó historias de que las langostas peregrinas -una especie de saltamontes- destruían en la década de 1950 los campos del kibutz en el que se crió. Pero sobre todo recuerda que los judíos de origen yemení los degustaban con placer.

Consciente de que estos insectos pueden resultar repulsivos, Hargol (saltamontes en hebreo) los transforma en polvo, que utiliza para elaborar barras energéticas, caramelos de gelatina, faláfeles (albóndigas de garbanzos) y galletas.

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Preocupados por el impacto de la ganadería en el medio ambiente, se creó la compañía hace seis años y medio. Foto: AFP

¡Qué asco!

Con una población global que podría alcanzar los 10.000 millones para 2050, alimentar el planeta se convertirá en un desafío, destaca Ram Reifen, profesor de nutrición en la universidad hebraica de Jerusalén.

«Lo que tememos es una falta de fuentes de proteínas», explica a la AFP, porque la ganadería, que consume mucha agua, será un problema creciente.

Antes de ser procesados, es decir asados o fritos, los saltamontes contienen más de 70% de proteínas, pero también aminoácidos y otros nutrientes, dice Tamir.

«Tienen todo lo bueno, sin lo malo», como las grasas saturadas y el colesterol, añade, y por lo tanto podrían sustituir a otras fuentes de proteínas como la carne.

Según él, alrededor de 2.500 millones de personas consumen insectos regularmente, sobre todo saltamontes.

«Pero cuando se trata de dirigirse a los consumidores norteamericanos y europeos, es muy difícil superar el factor ‘qué asco»», señala Tamir, que pronto comercializará polvo para hacer crepes.

Algunos productos concebidos en el Golán están sujetos a restricciones a la exportación porque la comunidad internacional no reconoce la soberanía israelí en la región.

Los saltamontes de Tamir son criados en los Altos del Golán  y en otro lugar en Galilea, pero el polvo se produce en otras partes de Israel -explica- lo que le permite eludir las restricciones.

Tamir quiere introducir los saltamontes en la gastronomía israelí. Foto: AFP

Biblia

Su empresa usa un argumento de venta original: los pequeños recipientes de plástico que contienen saltamontes cocidos y las barras de cereales con polvo de insectos llevan la inscripción «Proteína bíblica».

Las langostas peregrinas aparecen mencionadas en el Antiguo Testamento: es una de las 10 plagas de Egipto infligidas por Dios al faraón para obligarlo a liberar a los judíos mantenidos en la esclavitud. Según el texto, enjambres de langostas devoraron cada brizna de vegetación, causando la ruina de Egipto.

En el Levítico, uno de los cinco libros del Pentateuco, un pasaje afirma que algunas especies de saltamontes son kosher.

Tamir quiere introducir los saltamontes en la gastronomía israelí, pero esto requeriría un certificado del gran rabinato que acredite que es comida kosher.

El problema, según el rabino Eliezer Simcha Weisz, miembro del consejo del gran rabinato, es que la literatura rabínica europea «ha indicado explícitamente que no tenemos la tradición de comerlos».

Los judíos de Yemen y el norte de África los degustan desde hace décadas, pero los judíos askenazis (originarios de Europa central y oriental) nunca los han comido.

El tema está siendo debatido ampliamente en el gran rabinato y emitir un certificado podría llevar tiempo, informa el rabino, quien especifica sin embargo que «el hecho de que la Torá diga que es comestible parece indicar que puede tratarse del alimento del futuro».

«¡Quién lo iba a creer!», comenta, riéndose.

Mientras espera la luz verde de las autoridades rabínicas, Dror Tamir ha decidido enriquecer la gama de productos proponiendo un tarro de saltamontes junto con miel.

«Según el Nuevo Testamento, Juan el Bautista solía comer saltamontes con miel», explica el empresario.


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