Yoga
Foto: cortesía

También conocido como yoga aéreo, el fly yoga es una de las más singulares y atractivas versiones de esta actividad. Se realiza suspendido de una tela con cierto grado de elasticidad que cuelga del techo.

“Es una técnica que combina ejercicios del yoga tradicional, posturas del hata yoga, de yengar y de ashtanga”, explica Gabriela Fortino, profesora nacional de educación física en Argentina y especialista en ashtanga yoga.

Creado por la instructora francesa de yoga Florie Ravinet junto a fisioterapeutas en 2009, asocia yoga dinámico con trabajos aéreos y posturas acrobáticas. A diferencia de otras variantes, se trata de una actividad de alta intensidad.

“Es un entrenamiento de suspensión en el que se trabaja todo el tiempo contra la fuerza de gravedad, por lo que no es para cualquiera. Hay que mantenerse en el aire, muchas veces cabeza abajo. Por eso requiere un alto nivel de control corporal”, señala la especialista.

Al igual que las otras variantes, trabaja la unión de cuerpo, mente y espíritu e incluye posturas clásicas de gimnasia, danza y de encadenamiento de circo.

La actividad combina técnicas que son de suspensión y otras que no, como pilates y stretching, en las que hay contacto con el piso. “Las posturas que están en contacto con el piso son más fáciles, la complejidad tiene que ver esencialmente con la suspensión”, comenta.

Las clases duran, en un principio, una hora y progresivamente alcanzan la hora y media. No requiere tener conocimientos previos de la dinámica, pero es fundamental practicarlo con un maestro que guíe y oriente.

 “La gente elige esta actividad porque es desafiante, novedoso y sale de lo tradicional”, dice la profesora.


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