Venezolanas prostitución Perú
Foto: Archivo

Las cuarentenas obligatorias para combatir la pandemia han arrasado con muchos sectores económicos en todo el mundo, pero hay algunos, como el de los servicios de sexo por webcam, que han visto cómo su demanda se ha duplicado en pocas semanas.

Según un estudio de mercado de SkyPrivate, una plataforma online que conecta a estudios y modelos de webcam para adultos con los clientes, en Rumania hay entre 100.000 y 300.000 modelos que ofrecen sus servicios por videochat.

Esta estimación hace del país balcánico una de las tres potencias mundiales del sector junto con Estados Unidos y Colombia, agrega en un reciente informe.

Máximo histórico de usuarios

«Creo que asistimos a un máximo histórico tanto de los abonados que se dan de alta como de las modelos debido a que la gente está en casa y pasa más tiempo en Internet», dice a Efe Ionut Militaru, jefe de la agencia de videochat Unique Studio en Bucarest.

«El tráfico de usuarios ha crecido 100%, aunque los ingresos no reflejan necesariamente este incremento», señala Militaru, que empezó como modelo de videochat para adultos cuando tenía 18 años de edad y a sus 32 años es un veterano en el sector.

«Muchos abonados están encerrados en sus casas con sus familias y no pueden conectarse tantas horas como cuando entraban a la cámaras web desde el trabajo o en la habitación de un hotel durante sus viajes profesionales», explica.

Su mujer, Cristina, describe una explosión del consumo en usuarios que no tienen este tipo de trabas.

Cifra en 50% la subida de los ingresos, una tendencia al alza confirmada a Efe por otros dos estudios de videochat y otras plataformas digitales que ofrecen la oportunidad de publicitarse a agencias y modelos de webcam para adultos.

«Un abonado que normalmente pasaba 3 o 4 horas, ahora está conectado hasta 10 horas, incluso 14 horas», cuenta Cristina Militaru, de 33 años de edad y que sigue ejerciendo de modelo en su estudio.

«Nuestros abonados tienen más ganas de conversación y están más activos en la web», cuenta la dueña de este negocio familiar, que se hace llamar Ava Goddess cuando actúa para la webcam.

Actrices, amantes y psicólogas

Los «webcamers» contactados por Efe rechazan que se trate únicamente de una especie de «porno personalizado» y destacan la importancia de la conversación en este trabajo.

«Aquí el dinero no se hace con las piernas abiertas», dice Ava Goddess de una forma gráfica.

«Un hombre que venga a satisfacer sus necesidades naturales puede durar 5, 10 minutos. En ese tiempo no ganamos más que unos 10 dólares, y piensa que una modelo de alto caché puede llevarse varios miles de dólares al día», explica.

El dinero, continúa, se consigue «en las horas» de conversación que vienen después del show.

Dependiendo de la antigüedad y el caché, el minuto de webcam para adultos se paga a entre 2 y 10 dólares.

«Una modelo con un nivel de cultura general alto con buen inglés y sin inhibiciones puede llegar a los 5.000 e incluso a los 10.000 euros al mes», asegura Cristina Militaru.

«Un modelo de videochat tiene un papel de psicólogo, confidente, consejero y por supuesto de amante», relata Ava en una de las habitaciones desde las que habla con sus clientes.

«Hay abonados que se enamoran; ha habido algunos que hasta me han presentado a sus hijos», añade la modelo Renesmezanith, de 21 años de edad.

Esta joven rumana, con su exótico nombre artístico, estuvo a punto de dejar la profesión por una cicatriz que le quedó de una operación.

Sin embargo, la marca en su cuerpo la ha llevado a profundizar en su relación con un cliente que fue sometido a la misma cirugía y con el que habla durante horas sobre esa experiencia.

Más aspirantes a modelos

Las órdenes de confinamiento y cierre de negocios en la lucha contra la pandemia ha dejado a millones de personas sin trabajo.

En Rumania, miles de mujeres han buscado una salida laboral en las webcams para adultos.

Es el caso de Mirabella, nombre artístico de una joven de 22 años de edad que hasta hace dos meses trabajaba como crupier en un casino de Bucarest, obligado ahora a cerrar por el estado de emergencia que rige en Rumania desde mediados de marzo.

«Cuando me quedé sin empleo pregunté por trabajos a amigas; una de ellas trabaja como modelo de videochat y me trajo hasta aquí», cuenta a Efe.

«Es un trabajo más mental que físico, y más difícil de lo que la gente cree», agrega desde su habitación en Unique Studio.

El sector de la hostelería y el turismo ha sido uno de los más afectados por la crisis del coronavirus, y de ahí provienen muchas de las nuevas modelos.

Otras, en cambio, han llegado al videochat directamente desde la industria del sexo, imposible de desempeñar actualmente sin violar las normas de distanciamiento social.

«Desde que llegó la pandemia, una parte de las chicas que han venido son bailarinas que trabajaban en el extranjero», cuenta a Efe Cristian Neagu, gerente del Privat Studio de Bucarest.

«Han venido a este sector porque saben cómo explotar su sexualidad y pueden hacer dinero con ello», asegura.

Sin embargo, recuerda la vertiente «psicológica» del trabajo ante las cámaras web y advierte de que «haber sido una buena bailarina de striptease no significa que te vaya a llover el dinero» en este servicio online.


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