Imagen: Archivo

Los críticos la bautizaron desde sus inicios como la antisupermodelo. Sin embargo, poco a poco y gracias también a estas diferencias, Kate Moss consiguió un lugar privilegiado en el mundo de la moda: de mujer menudita, casi esquelética, al olimpo de las top models de los noventa. Este 16 de enero cumplió 50 años y sigue siendo el rostro de toda una generación.

En la vida de Kate Moss, los hechos se agitan sin orden: de los suburbios al lujo; de la cancelación al número uno en portadas de las mejores revistas; de la embriaguez y las drogas al bienestar vegano; de las horripilantes noches con Pete Doherty a la exquisitez del conde Nikolai von Bismarck. Nunca para. Y así como cae, renace.

Y eso la convierte en lo que es: inolvidable e irremplazable.

Kate Moss fue descubierta en la adolescencia cuando era una joven 16 años y medía 1,70 de altura

Kate Moss, sus inicios

Nació el 16 de enero de 1974 en Croydon, Greater London (Inglaterra). Fue descubierta durante su adolescencia. A pesar de su corta estatura, según fuentes cercanas a la modelo desde sus inicios, siempre irradió encanto; una cualidad que mantiene intacta. Se podría decir que la responsable de su éxito fue la fotógrafa Corinne Day, quien había acudido a una agencia de modelaje de Londres en busca de un rostro diferente.

Dio con la imagen de una adolescente de ojos separados y pómulos marcados. Era Kate Moss, una jocen de 16 años y 1,70 de altura. Delgaducha, ciudadana de clase media de un suburbio de Londres, hija de un agente de viajes y una camarera.

Dos años antes, en la terminal del aeropuerto JFK de Nueva York, llamó la atención de Sarah Doukas, fundadora de la agencia de modelos llamada Storm. Pero Kate tuvo que esperar en una época en la que despegaban estrellas como Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Christy Turlington y Linda Evangelista. Todas curvilíneas, icónicas, altísimas, deslumbrantes. Su antítesis. 

Corinne, sin embargo, había quedado deslumbrada por la diferencia que representaba Kate. Era pequeña, pero paradójicamente poderosa. Al mismo tiempo pensó en esa cultura underground emergente en algunos barrios londinenses; era tiempo de reconectar con esa nueva generación. Y Moss era la imagen ideal que haría de engranaje necesario. Así fue.

Campaña para Calvin Klein

Supermodel status

Su consolidación llegó con la campaña de Calvin Klein en 1992. La fotógrafa Sylvie Lécallier fue la responsable de aquella serie tomada en el Palacio Galliera. La modelo de 18 años y el actor (en aquella época rapero) Mark Wahlberg se quitaron la camiseta para promocionar la ropa interior.

Tres décadas después, no obstante, Kate declaró que se sintió «cosificada» y al mismo tiempo «vulnerable y asustada».

Sus desfiles comenzaron a ser los más alucinantes y sus eventos los más esperados para los profesionales en busca de emociones fuertes.

De hecho, en septiembre de 2000, el desfile Voss diluyó la frontera entre desfile y performance. Kate abrió el baile encerrada en un jaula de cristal inspirada en un manicomio victoriano. Aparecía con la cara vendada con una gasa y el cuerpo envuelto en seda. Medios especializados como Uppers la describieron como «una auténtica musa para la moda, pero también para toda la camarilla adicta y esnob del londinense Primrose Hill de la que formaban parte Annabelle Rothschild y Bella Freud».

Su lema era «pasarlo en grande con la bebida, las drogas y los saltos de cama»

El deterioro era de esperarse

Para el nuevo milenio, Kate Moss seguía desfilando para Calvin Klein, John Galliano en Dior (el primero que la llevó a una pasarela cuando tenía 17 años), Marc Jacobs y Nicolas Ghesquière, que causaba revuelo en Balenciaga. Aparte de hermosa, decían, «tenía el don de hacer propia cada historia del creador». Pero no tardó en cansarse.

En febrero de 2001, Kate Moss anunció su retiro de las pasarelas y reveló sus motivos a la revista Time Out. « Odio este trabajo. No quiero volver a tener que decir nunca más que era modelo. En la moda, el exceso no tiene ningún propósito creativo, diga lo que diga la gente. Es una cuestión de fuga (…) Era la única manera de salir noche tras noche y tener todas esas cenas aburridas. Nunca tenemos derecho a estar cansados».

Este sería el inicio de una relación ambigua, de idas y venidas, con la moda. Pero sin rechazar sus lucrativos contratos publicitarios, sobre todo con Chanel.

A los 29 años de edad, dio  a luz a su hija Lila Grace, cuyo padre es Jefferson Hack. Lejos de moderar sus excesos, celebró su trigésimo aniversario a modo de orgía con el título «Los felices y los condenados», en referencia a la novela de Francis Scott Fitzgerald, el escritor de la generación perdida a quien conoció durante su relación con Johnny Depp (entre 1994 y 1997).

Su vida, según fuentes, se resumía en lujo, vodka y cocaína. Sin embargo, mantenía la cabeza cuando se trataba de inversiones financieras. Compró una granja, muy apreciada por las revistas de decoración, y montó algunos negocios, convirtiéndose en una de las personas más ricas de Inglaterra.

Kate Moss junto a uno de los grandes amores de su vida, el actor Jhonny Deep

Amores y desamores

Con Johnny Depp formó durante tres años una de las la parejas más sexies de la industria. El romance ocupó las portadas de todo el mundo, sobre todo porque en esos años la moda grunge llegaba a su fin: River Phoenix murió en la puerta del Viper Room de Los Ángeles, Kurt Cobain se disparó un tiro en la cabeza y Depp acabó rompiéndole el corazón.

Por su parte, con Pete Doherty, poeta, compositor, pintor y actor, formó otra desquiciante pareja. Se conocieron en 2005, cuando la modelo acababa de romper con el padre de su hija. Dijeron de él que fue el culpable de que Kate Moss descendiera al infierno.

Su último amor es el conde Nilolai von Bismarck, de 37 años de edad, tataranieto del canciller alemán Otto von Bismarck. 

Kate Moss junto una de sus parejas más «problemáticas», Pete Doherty

Los 50

La moda se rindió ante Kate Moss, convirtiéndola en todo un icono y haciendo que su currículum sea de lo más extenso con trabajos para firmas como L’Oréal Paris, Rimmel, Roberto Cavalli o Longchamp, entre otras. No tardaron, así mismo, en llegar premios para festejar sus éxitos. En 1995 fue galardonada como mejor modelo en los prestigiosos galardones VH1, recibió un British Fashion Award 2013 en reconocimiento a toda su carrera y un Óscar de la moda (o CFDA Fashion Awards) en 2015 como ícono de la industria.

Hace algunos meses se divulgaron una serie de imágenes con titulares que destacaban el aspecto envejecido de la modelo: dientes grisáceos, el rostro apagado y arrugas alrededor de la boca.

«Kate Moss, irreconocible», «Kate Moss, desmejorada» repitieron los medios. Ella, sin embargo, en alguna entrevista ha advertido que el envejecimiento no le quita el sueño. De esa misma forma, recibe la madurez como un camino vital necesario.

Una de las fotos más actuales de la supermodelo

Y todo parece indiciar que lo hará siguiendo la gracia de la incorrección y lo que le dicte su alma libre. Su promesa, hoy día, es de cuidarse más, practicar yoga, desprenderse de sus malas costumbres y ser la mejor embajadora de su propia marca de bienestar, Cosmoss. Quienes la siguen desde sus inicios, esperan que así sea.


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