La reputación de chismosos hizo de Hermanos Moya lo que es hoy día: una parada obligada. El periodista Samuel Robinson, entonces, tendría que llevarse parte del crédito por la gran popularidad que envuelve a este negocio. Cuando compró el diario La Hora de Margarita, hace unos 40 años, escribía semanalmente una columna bajo el seudónimo Capitán Garfio comiéndose una de sus tan acostumbradas arepas sin masa, sello del local. Así pues, cuando quería echar algún cuentico que nadie le había pedido pero que de igual forma contaría, se escudaba de señalamientos siempre con la misma frase: «me lo dijeron los hermanos Moya».
Lo que sirvió de amparo -casi en chiste- para uno, a un clan de hermanos y a sus padres los convirtió en «cotilleros» por excelencia. Sin embargo, el apelativo rápidamente fue eclipsado por lo que se hacía, no lo que se decía en el pequeño espacio: arepas. ¡Y de qué clase!
Según Óscar, uno de los responsables hoy día del negocio, el concepto de Hermanos Moya no nació sino unos 10 años después de que su padre hubiese inaugurado Variedades, un puesto especializado en la venta de innumerables jugos naturales, ubicado en el mercado de Porlamar en 1973.
«Un fracaso económico nos trajo hasta hoy», cuenta el hermano que lleva la batuta en el área administrativa del local de arepas. «Vivíamos en Puerto la Cruz y nos vinimos a la isla para probar suerte. Como nos fue tan bien con los batidos, nos mudamos a Conejeros para expandir nuestro público e incluimos el menú de arepas. Ya para el 1989, cumpliendo apenas los 18 años, le dije a mis padres ‘llegó la hora de descansar», recuerda.
“Desde ese día, mis hermanos y yo nos hicimos cargo, y gracias a Robinson y su columna, cambiamos de Variedades a Hermanos Moya”
50 años de historia
Óscar Moya, como era de esperarse, fue a la universidad. Se graduó de Administración con mención en Contabilidad y Finanzas, pero su panorama lo tuvo claro desde niño: hacer arepas era su verdadera pasión. Así como las hacían sus padres, honrando los ingredientes locales, salvaguardando la delgadez y lo crujiente de la masa, y procurando máxima frescura, calidad y sabor en las variopintas proteínas.
Elio y Sócrates, sus hermanos y quienes lo acompañan en esta travesía, también siguieron su ejemplo. El primero abandonó la Contaduría por el negocio familiar. El segundo, abogado, pero con dotes de cocinero, entendió muy temprano que prefería estudiar ingredientes y recetas que leyes.
Los tres son los encargados de darle vida al negocio junto con una tercera generación de hijos y sobrinos a quienes se les motiva a conseguir un título universitario, pero también a escuchar sus instintos. Casualmente, todos coinciden en que Hermanos Moya es un sueño compartido.
Hoy día, 75% de la plantilla de 24 personas está conformada por abogados, ingenieros, informáticos, expertos en idiomas modernos y contadores públicos que portan el mismo apellido que le da nombre al negocio. ¿Qué los hace tan populares? «Buenos productos y el amor con el que haceos las cosas», dicen.
«Realmente sentimos pasión haciendo arepas», destaca Óscar Moya. «Estamos rodeados de privilegios en Margarita, imagínate despertar y saber que al cocinar puedes usar el mejor ají del mundo, los tomates, frutos frescos del mar y mucho más».
“Tenemos una bendición y nosotros la unimos a lo que sabemos hacer desde hace más de cinco décadas”
Señala que no hay fórmula secreta, pero sus arepas son distintas porque la masa es especial. «Por cada kilo de harina, echamos litro y medio de agua y 20 gramos de sal. Eso es todo. Pero en el amasado está la clave», asevera, catalogándolo como un arte. «El resultado es un círculo delgadito, dorado y crunchy, solo pesa unos 100 gramos. Nuestro foco ha ido mutando a que también el relleno sea el protagonista. Así, como no hay masa que sacar, no hay distracción».
Arepas Hermanos Moya, una joya
«Una prueba irrefutable de la existencia de Dios». Así describen sus arepas en muchos de los populares sites de reviews a través de internet que, descritos por clientes, le valieron al negocio reconocimientos como 5 premios a la excelencia y un lugar en el Salón de la Fama de Trip Advisor y un certificado Travelers Choice que los ubica en el 10% de los restaurantes más populares del mundo. Además, un Tenedor de Oro otorgado en 2022 por la Academia gastronómica de Venezuela.
En su menú destacan, además del pastel de chucho (solo por encargo), más de una veintena de rellenos. El más pedido es el de La Moya, que incluye cazón, raya o chucho, aguacate, queso pecorino y aceite de oliva. «Es tan popular que, de hecho, hay dos restaurantes venezolanos en España que la tienen entre sus opciones», resalta Óscar.
Se pueden encontrar también arepas rellenas de cazón, carne mechada, ensalada de camarón con cangrejo y cruzado de pulpo con camarón; filete de pollo, ensalada de gallina con aguacate, chorizo con huevo, jamón de pierna con huevo y pernil. También, la de chicharrón con queso telita, queso amarillo holandés, pecorino o blanco rallado o la de tomate con aguacate y tajadas.
«La de langosta también es una de las favoritas», comenta. Tanto, que la gente espera la temporada solo para consumirla. Está hecha con ensalada de tomate, cebolla morada, sal, limón, mayonesa, una pizca de mostaza, todo envolviendo al fruto del mar.
«Lo cocinamos todo nosotros. Nos dividimos las tareas y asumimos el cargo de la sazón, mezclas y sancochos. Nuestros padres, a pesar de no haber estudiado el oficio, eran muy buenos cocinando. Papá era excelente sancochero, por ejemplo. Sin embargo, esta tercera generación sí se ha preparado. Mi hijo tiene 3 certificados de cocinero, Sócrates es chef y el hijo de Elio también», cuenta. Tienen hasta su propia marca de picante, elaborado con ají margariteño, jengibre y mango, que, además de en su negocio, distribuyen en supermercados y bodegones de la región.
En un buen fin de semana de temporada puede vender hasta 1.300 arepas. «Como alguna vez lo hicimos en Caracas, en un evento al que fuimos invitados y que nos encantaría repetir», rescata Óscar Moya. Su mejor temporada, asegura, es Semana Santa. «Te convierte la venta de un mes en una semana fácilmente».
Margarita por siempre
Se han ido recuperando, poco a poco, tras la pandemia. «Todo ha sido gradual, pero nos va bien, gracias a Dios». De hecho, están expandiendo el negocio.
«Llegamos a tener 4 simultáneamente, cada hermano, incluyendo a su hermana, estaba en uno: en Conejeros, también en el C.C. La Redoma, en el Colegio de Odontólogos (frente a la gobernación de Nueva Esparta) y este».
“Sin embargo, nos quedamos en El Salado porque además recuperamos, por añadidura, una plaza que estaba abandonada”
Es así como Hermanos Moya levantó se convirtió en una referencia turística en los alrededores de su local. «Gracias a la popularidad de este ‘pequeño monstruo’, decidimos vender todo para estar todos juntos. Y henos aquí», dice.
Sobre Margarita, el administrador señala que es un mercado difícil. «Sólo vivimos de 2 o 3 temporadas. Y sí, a nosotros nos va bien, pero no a todos… y es duro ser testigo de eso», confiesa. «Logramos hacer de nuestro negocio una marca confiable que nos compromete a seguir luchando y apostándole al país, pero no todo el mundo tiene esta dicha».
Afirma que Margarita se necesita un turismo más sustentable. «Más presente, como lo fue en años anteriores. Solo de Alemania venían 5 vuelos y eso ya no es una realidad», concientiza. «Estamos esperando a octubre a ver cómo nos va con las conexiones internacionales y los vuelos directos desde Madrid, Colombia, República Dominicana, Rusia y Polonia, por ejemplo».
Advierte que hace falta un turismo que sea todo el año, donde el taxista, la posada y el pequeño restaurante se vean beneficiados. «El ‘turismo burbuja’ que está llegando, donde el visitante va solo a lugares populares o de moda, está bien, pero ¿y los recorridos, la exploración y los viajes culturales? Eso hay que retomarlo», manifiesta
No negociable
Sobre el hecho de que sus arepas estén catalogadas como «las mejores de Venezuela», Óscar Moya hace hincapié en que ese título nunca lo buscaron; tampoco son capaces de asumirlo «porque lo que puede ser bueno para mí, para otros capaz y no», asegura. «Si la gente lo piensa, es otra cosa».
«Por eso valoramos y agradecemos tanto el premio que nos otorgó Trip Advisor, nos lo ganamos a punta de trabajo y fue el comensal el que habló». Reitera, además, que Hermanos Moya no está hecho para competir con otros lugares con precios sino con calidad y servicio.
Los hermanos se empeñan en no franquiciar. «Para que se dé el negocio, necesitamos estar todos. La calidad debe estar garantizada; cumplir cada uno con sus funciones, velar por cada detalle, y eso jamás pasará si nos diversificamos», reitera.
«No podríamos delegar nuestros sabores a nadie y mucho menos la atención, que es tan personalizada que se siente a familia, no a clientela», dice. «Nunca nos arriesgaremos a perder esa magia. Tenemos 50 años construyéndola».
«Hermanos Moya se queda en Margarita porque el cariño y el amor no se franquicia”
Ubicación
Carretera 31 de julio, sector El Salado, vía Playa El Agua.
Precios
Entre 6 y 8 dólares, dependiendo del relleno.
Horarios
Abren todos los días desde las 6:00 am hasta las 12 m. En temporada, mientras haya gente, habrá arepas.