piscinas
Foto Archivo

En vacaciones es común que las personas pasen mucho tiempo en las piscinas. Se trata de espacios recreativos propicios para aliviar la sensación de temperaturas elevadas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que existen enfermedades causadas por gérmenes y sustancias químicas propias de estos lugares que derivan en condiciones delicadas de salud.

De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las patologías transmitidas en lugares de recreación acuática –como piscinas, bañeras de hidromasaje o spas, áreas de juegos con agua, o mares, lagos y ríos– pueden adquirirse fácilmente si el agua está contaminada con microbios.

Los síntomas más comunes causados por las enfermedades transmitidas por el agua de las piscinas son diarrea, otitis, infecciones por hongos y algunas condiciones dermatológicas.

No obstante, estas condiciones son prevenibles con medidas sencillas que pueden implementar el público general, el personal y las autoridades de salud pública.

La temperatura ideal del agua es de unos 25 grados centígrados, el nivel del cloro en el agua debe ser de 1 a 3 partes por millón, y el del pH, de 7,2 a 7,8. Los encargados del mantenimiento de la piscina tienen el deber de revisar los niveles de desinfectante y de pH al menos dos veces al día para disminuir las probabilidades de transmitir gérmenes. Cumplir estas características es la primera línea de defensa contra las infecciones transmitidas por las aguas recreativas.

Diarrea

La diarrea es la más común de las enfermedades transmitidas por el agua en lugares de recreación acuática. Las infecciones se transmiten tragando accidentalmente agua de la piscina que ha sido contaminada con materia fecal de una persona que tenga restos de heces en el cuerpo al meterse en el agua.

Si bien el cloro es capaz de destruir estos gérmenes, al no actuar de forma inmediata puede haber un momento en el que alguna de estas bacterias continúe viva. Incluso las piscinas mejor mantenidas pueden propagar enfermedades.

Por este motivo, expertos aseguran que no se debe nadar cuando se tenga diarrea. Es una recomendación sencilla, pero especialmente importante para los niños que usan pañales. Asimismo, se debe evitar tragar el agua de la piscina y que entre en la boca (no está esterilizada; no obstante el cloro, no es apta para el consumo humano).

Siempre que una persona salga del espacio acuático, es importante que se lave las manos con jabón y agua después de ir al baño o de cambiar pañales, y quizás el consejo más básico y necesario sea ducharse siempre antes y después de nadar.

Otitis

Es una infección de la parte externa del oído, muy común y relacionada con el uso de aguas recreativas, que puede aparecer a cualquier edad. Los síntomas suelen presentarse pocos días después de haber nadado y pueden consistir en picor dentro del oído, enrojecimiento e inflamación, dolor cuando se ejerce presión en la oreja y, en algunos casos, presencia de pus.

La enfermedad suele aparecer cuando queda agua en el canal del oído durante largos periodos, creándose un ambiente propicio para el crecimiento de gérmenes.

Profesionales del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Torrevieja (Alicante) sostienen que los niños son más propensos a padecer este tipo de infección, aparte de tener un conducto más estrecho y una piel mucho más delicada. Además, son los miembros de la familia que más tiempo pasan en el agua.

“En la otitis externa, el dolor es un síntoma casi constante. Hay dolor cuando se mueve el pabellón de la oreja, cuando se presiona delante del oído o cuando se mastica. También podemos ver secreción en el conducto auditivo externo”, explicó Aurora López, jefa del Servicio de Otorrinolaringología.

Para evitar contraer esta afección se deben usar gorro para nadar y tapones o moldes adaptados para los oídos, con el fin de que entre el agua.

Por otro lado, es importante secarse bien con una toalla los oídos después de nadar o ducharse, e inclinar la cabeza hacia los lados para que los oídos queden en una posición que permita que el agua salga del canal auditivo.

Pie de atleta

Se trata de una infección de la piel de los pies causada por una variedad de diferentes hongos. El lugar más frecuente es entre el primer y segundo dedo, pero puede afectar cualquier parte del pie.

Se contagia por el contacto con piel infectada o con hongos en áreas húmedas como duchas, vestidores y piscinas. Si bien normalmente se cura con cremas, la higiene es muy importante para su prevención. Expertos recomiendan mantener las uñas cortas, limpias y no caminar descalzos por espacios húmedos.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!