dieta Keto
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Al diseñar planes de alimentación para enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, u otras, existe un principio nutricional inquebrantable que es el de la adecuación.

Este principio sostiene que el plan se debe adecuar a los hábitos, costumbres y a la situación clínica de cada individuo en caso de enfermedad, según escribe Pedro Escudero, médico argentino conocido como el padre de la nutrición.

El profesor Escudero también sostenía que la alimentación normal debía proveer calorías suficientes para cada individuo, aportar de manera completa todos los nutrientes y mediante una relación armónica entre ellos.

Actualmente, con la llegada de nuevas estrategias nutricionales, es evidente que dicho principio fundamental es el único que debe respetarse. De esta forma, el tratamiento ofrecido será de utilidad para las personas gracias a la evidencia científica que posee.

Dieta Keto o cetogénica

La dieta cetogénica, comúnmente conocida como dieta Keto, es una dieta elevada en grasas y muy baja en carbohidratos. Esta simula el estado metabólico que induce un ayuno prolongado.

En condiciones normales, el organismo obtiene la energía de los hidratos de carbono. Por eso, en las condiciones de baja disponibilidad que reporta esta dieta, la producción de energía en las células se obtiene de las grasas. Así se producen cuerpos cetónicos (compuestos metabólicos generados como respuesta a la falta de reservas de energía). Esto ocasiona un estado de cetosis que tiene efecto anorexígeno o de reducción del apetito.

Entre sus beneficios, esta dieta reporta una pérdida de peso en pacientes con obesidad y provoca cambios en la composición corporal. También se produce una pérdida de masa grasa.

Por otro lado, puede dar lugar a una mejora de la sensibilidad a la insulina y los valores de glucemia (azúcar en la sangre). De hecho, en pacientes con diabetes mellitus la reducción del aporte de hidratos mejora el perfil de glucemia. Asimismo, se ha propuesto una disminución de la inflamación y del estrés oxidativo.

Estos efectos clínicamente favorables de la dieta Keto han sido estudiados en diferentes modelos animales obesos y con diabetes tipo 2, así como en pacientes con enfermedades metabólicas.

¿A quién le sirve la dieta Keto?

Las dietas Keto podrían indicarse por cortos períodos de tiempo en personas con obesidad y enfermedades metabólicas asociadas. Entre ellas la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, hígado graso no alcohólico o poliquistosis ovárica. Pero también puede recomendarse para utilizar un plan de alimentación hipocalórico que contemple las referidas leyes básicas de la alimentación como el tratamiento de base de estas enfermedades.

La dieta cetogénica ha demostrado una acción terapéutica anticonvulsivante en casos de epilepsia refractaria mediante su acción sobre neurotransmisores y antioxidantes. También podría ser de ayuda en la terapéutica de enfermedades oncológicas.

No todas las grasas

Muchos influenciadores en redes sociales recomiendan este tipo de dietas (al igual que lo hacen con otros productos de salud) sin supervisión médica. Esta forma de adaptarse a una dieta es peligrosa, pues no cuenta con los requisitos adaptados a cada persona dado que no está recomendada por un profesional.

Como consecuencia, es común que la recomendación de altas ingestas de grasa se haga en muchas ocasiones a partir de alimentos muy procesados. Pero ¿forma esto parte de la dieta cetogénica?

Si bien hay diferentes tipos de dietas Keto, cuyo análisis supera esta publicación, debemos tener mucho cuidado en el tipo de grasa que se utiliza, ya que alimentos ultraprocesados y ricos en ácidos grasos saturados terminarán produciendo aumentos indeseables del colesterol. De ahí la importancia de la supervisión médica.

El ayuno intermitente

El ayuno intermitente, que suele ir de la mano de esta dieta, es una estrategia nutricional que consiste en la alternancia entre periodos de ayuno y de alimentación por lapsos variables, entre 12 y 24 horas. Ha ganado popularidad por su simplicidad y por sus resultados prometedores, pero ¿con que evidencia contamos a favor de su práctica?

La mayor evidencia a favor es la pérdida de peso de entre 1 y 4% en personas con sobrepeso y obesidad. Además, se ha observado mejoría en la presión arterial y reducción en la resistencia a la insulina. No se han demostrado resultados en humanos de reducción de marcadores inflamatorios, aunque sí del estrés oxidativo.

Finalmente, con respecto al apetito, el ayuno intermitente ha demostrado mayor sensación de saciedad vinculada a los cambios en hormonas intestinales. Sus desventajas más destacadas son los cambios en el hábito intestinal y la sensación de boca seca. También es difícil de sostener por tiempo prolongado.

Si bien contamos con pruebas alentadoras de efectos terapéuticos y conocimientos cada vez mayores sobre mecanismos de acción, se deben realizar ensayos clínicos controlados aleatorios para dilucidar las bases metabólicas de esta dieta Keto para definir su uso clínico.

En definitiva, el gran problema de la dieta Keto es su indicación y utilización sin la adecuada supervisión de profesionales idóneos con preparación científica y académica adecuada en el campo de la nutrición, con conocimientos sólidos en alimentación y sobre todo en el impacto de la misma sobre el metabolismo.


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