plato de Harvard

El “plato para comer saludable”, creado por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en conjunto con los editores en Publicaciones de Salud de Harvard, consiste en una revolucionaria guía para crear comidas saludables y balanceadas. ¿El fin? Dar las pautas de cómo debe ser una alimentación equilibrada diaria, que se puede implementar desde el momento que inicia la alimentación complementaria (desde los 6 meses de edad) hasta en adultos mayores.

Se trata de un plato que está compuesto por vegetales (1/2), granos integrales (1/4) y proteínas de origen animal o vegetal (1/4). Lo primero que hay que saber es cómo está compuesto el plato: Vegetales: verduras y frutas de todos los colores, las cuales deberán ocupar la mitad del plato. 1/4 de granos integrales que incluyen cereales como arroz, avena, trigo, cebada, centeno y seudo cereales como quinoa, amaranto y trigo sarraceno. 1/4 de proteínas de origen animal: pescados, pollo, lácteos descremados, en forma limitada carne roja. Y proteínas de origen vegetal: legumbres, frutos secos y semillas, derivados de la soja, como tofú. Asimismo, el Plato indica el consumo de aceites vegetales de buena calidad como el de oliva o canola. También señala al agua como única bebida. Vale aclarar que el contenido del Plato Harvard puede también ser empacado para llevar en viandas o loncheras. Una de las claves que lo distingue de la clásica pirámide alimenticia es la distribución de cada grupo de alimentos.

La pirámide nutricional vs. el Plato

Una de las claves que distingue al Plato Harvard de la clásica pirámide alimenticia es la distribución de cada grupo de alimentos. “La pirámide alimenticia ya es obsoleta. Esta proponía como grupo de alimentos principal a los cereales, además de muchas cosas por mejorar. Entre ellas, que solo propone carnes y lácteos como fuente de proteínas, sin tener en cuenta a las personas que no consumen estos alimentos (veganos y vegetarianos)”, indica la nutricionista Estela Mazzei.

Además, según la especialista, la pirámide recomienda alimentos no saludables que, si bien cada persona puede optar por comerlos, no debería ser una recomendación a nivel poblacional. En tanto, el Plato Harvard se constituye del siguiente modo: “La distribución se caracteriza por ser rico en fibra, vitaminas, minerales, pigmentos vegetales antioxidantes, hidratos de carbono complejos, carnes magras y aceites vegetales con acción antiinflamatoria. Apunta a la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas como dislipemia, diabetes tipo ll, hipertensión, enfermedad cardiovascular o cáncer entre otras”. Asimismo, el Plato brinda los nutrientes necesarios para el crecimiento, desarrollo, mantenimiento y buen funcionamiento de las estructuras del organismo, agrega la nutricionista.

Con respecto a las grasas, el Plato recomienda la utilización de grasas saludables como: aceite de oliva, aceite de canola (en mayor proporción), aceite de girasol, maíz y soja (en menor proporción); aceites de semillas como chía y lino, frutos secos, aguacate y aceitunas, así como más vegetales y menos carnes rojas.

Una de las perspectivas que nos acerca el Plato de Harvard se refiere a la limitación de carnes rojas y procesadas -fiambres y embutidos- y al aumento del consumo de vegetales. “El aporte de fibra proveniente de los vegetales contribuye a la salud, ya que disminuye la absorción de colesterol e hidratos de carbono. Mientras que, el consumo de carnes rojas y sobre todo embutidos, está asociado a gran número de enfermedades crónicas entre ellas cáncer de colon”, indica Mazzei.

A su vez, con respecto a los lácteos, los expertos de salud pública de Harvard indican que se debería limitar el consumo de leche, queso y yogur a 1-2 raciones diarias. “Estas porciones propuestas de lácteos, en una alimentación variada y completa, son suficientes para cubrir los nutrientes que el alimento provee, los cuales pueden a su vez encontrarse en muchos otros alimentos. Cuando consumimos de más un grupo de alimento, dejamos de lado otros que nos aportan mayor diversidad de nutrientes. De hecho, podríamos no consumir lácteos y cubrir calcio y proteínas con otros alimentos de origen vegetal”.

Por último, la nutricionista señala que la actividad física es fundamental para el mantenimiento de la salud, prevención e incluso tratamiento de enfermedades. “El sedentarismo al igual que la mala alimentación es un factor de riesgo para múltiples enfermedades”.


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