La pulmonía, también conocida como bronco-neumonía, es una condición infecciosa pulmonar seria que puede comprometer a la persona afectada y causarle complicaciones como hospitalizaciones, fallo respiratorio y hasta la muerte.

Se caracteriza por la inflamación de los espacios alveolares de los pulmones que, a menudo se llenan de líquido o pus, lo que causa tos productiva o seca, dificultad para respirar, fiebre y escalofríos. Pero puede deteriorarse y comprometer el sistema respiratorio de la persona si no se diagnostica y se trata a tiempo.

¿Qué la causa? Puede ser causada por diferentes patógenos como virus, hongos o más comúnmente por bacterias.

Entre el 70% y 75% de los casos son causados por la bacteria Streptococcus pneumoniae, conocido como neumococo y de aquí el nombre de pulmonía neumocócica.

Diferentes tratamientos de antibióticos como penicilinas, macrólidos, cefalosporinas y quinolonas son utilizados con éxito para controlar y curar esta condición.

Sin embargo, con la incidencia reciente de resistencia a antibióticos a nivel mundial continúa un aumento la mortalidad por esta condición, convirtiéndose en la sexta causa de muerte. Esto resalta la importancia de vacunarse como medida preventiva para evitar complicaciones.

Las personas con enfermedades crónicas como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la diabetes están más vulnerables a contraer esta enfermedad y deben vacunarse.

Los adultos de 65 años o más con asma corren un riesgo de seis veces más de contraer pulmonía neumocócica que los adultos de su misma edad que están sanos.

Esa proporción sube a siete veces más para pacientes de 65 años o más con EPOC (también conocido como COPD).

Una pulmonía puede tener un efecto dramático en la vida de una persona y en su entorno familiar. De hecho, sufrir una pulmonía neumocócica es sumamente serio y no debe tomarse a la ligera.

La vacunación es la mejor herramienta de prevención y previene entre dos y tres millones de muertes anualmente alrededor de todo el mundo, incluyendo adultos y niños, según datos de la Organización Mundial de la Salud.


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