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Francesco Schettino en el Costa Concordia. Foto: AFP - Archivo.

“Vuelva a la nave, es una orden. No tiene nada más que hacer. ¡Vuelva a la nave! ¿Está claro? ¿No me oye?”, repetía el comandante Gregorio De Falco por la radio, desde el puerto de Livorno. El capitán napolitano Francesco Schettino sí lo escuchaba, pero no emitía palabra. Estaba a bordo de un bote salvavidas, mientras su crucero, el Costa Concordia, se hundía lentamente con decenas de personas adentro.

La grabación de esta conversación, que se hizo viral en todo el mundo, cumple hoy una década. En la noche del 13 de enero de 2012, Schettino prefirió salvar su pellejo antes que cumplir con la ley marítima, que estipula que el capitán debe ser la última persona en abandonar un buque en naufragio. Seguramente lo hizo sin imaginar que la justicia de su país le haría pagar semejante decisión con 16 años de encierro.

El ex capitán fue condenado por homicidio involuntario —fallecieron 32 personas— y abandono del barco. Sin embargo, él nunca reconoció que intentó escapar de la embarcación. “Me caí en un bote salvavidas”, dijo en su momento para excusarse. Hoy, desde la cárcel romana de Rebibbia, mantiene el mismo argumento, que no deja de sonar poco creíble para la justicia y para gran parte de la opinión pública.

Todavía faltan años para que su pena finalice, pero sus buenas conductas dentro del establecimiento penitenciario lo llevaron a obtener algunos beneficios. El diario italiano La Stampa lo define como “un preso modelo”. Estudia derecho y periodismo y escribe en el periódico de la prisión. También juega al tenis, al ping-pong y medita, además de ayudar a sus compañeros a redactar mails para sus seres queridos.

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El Costa Concordia se estrelló contra unas rocas frente a la isla de Giglio en 2012. Foto: AFP.

En 2015, el ex capitán publicó su primer libro, con la ayuda de la periodista italiana Vittoriana Abate: Le veritá sommerse —Las verdades sumergidas—. Es un relato sobre el naufragio del Costa Concordia, que fue un éxito en las librerías.

Gracias a su buena conducta, en cuatro meses, el ex capitán podría acceder a medidas de detención alternativas a la prisión, detallan medios europeos. Otras causas en su contra, sin embargo, siguen acumulándose. En 2018, el Tribunal definió en un segundo juicio que Schettino también deberá pagar una multa de 5 mil euros por la desfiguración de la belleza natural del lugar donde ocurrió el accidente -el delito 734 del código penal-, detalla el diario romano La Repubblica.

El Costa Concordia se estrelló contra unas rocas frente a la isla de Giglio, con 4.229 personas a bordo, mientras se desviaba de su ruta original por una decisión de su capitán, que, según explicó después, quería acercarse a la costa para saludar con una sirena a un capitán jubilado que vivía ahí. Una costumbre marinera.

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El Costa Concordia se estrelló contra unas rocas frente a la isla de Giglio en 2012. Foto: AFP.

¿Qué fue de la vida de la amante moldava?

La noticia del naufragio del Costa Concordia se volvió aún más escandalosa días después del accidente, cuando se supo que, en el momento en que el buque se encalló, el capitán —casado, pero con fama de mujeriego— estaba en el puente de mando junto a una bailarina moldava, de 25 años, que no figuraba como pasajera del barco.

“Se ha escrito mucha basura sobre mí y es el momento de que defienda mi reputación. Actúan como si yo fuera una especie de femme fatale, y no lo soy”, afirmó la joven amante, Domnica Cemortan, un mes después del hundimiento del barco, en en una entrevista con el diario El Mundo.

Meses después, la mujer, que había sido tripulante del barco en viajes anteriores, declaró ante la justicia. En esa instancia, Cemortan fue inquirida sobre cómo logró entrar al barco si no tenía pasaje. Su respuesta fue simple pero contundente: “cuando sos la amante del capitán, no te lo piden”. También afirmó: “Sí, tuve una relación con el comandante, pero después del naufragio no nos vimos más”.

La vida de la bailarina siguió por otro rumbo, pero siempre bajo el ojo mediático. Tras el hundimiento del barco, Cemortan se volvió famosa, pero no de la manera que hubiera querido. En su última publicación de Instagram, hace pocos meses, se la ve posando en un aeropuerto junto a una valija. Hace tres días, uno de sus seguidores le preguntó en los comentarios de esa foto: “¿Vos no estuviste con ese capitán que cayó en un bote salvavidas?”. Acto siguiente, la joven cerró la publicación a comentarios.

Parece que no quiere volver a involucrarse con el tema. Pero el año pasado, exactamente en esta misma fecha, la joven publicó la clásica foto del barco hundiéndose para rememorar los nueve años del naufragio de Costa Concordia, anunciando que haría un video en vivo respondiendo preguntas sobre el tema.

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