San Onofre, nacido en la actual Etiopía, era hijo de un príncipe. Vivió su niñez y parte de su adolescencia en un monasterio de Hermópolis de la Tebaida Egipcíaca. Onofre permanecía alejado de las realidades de su pueblo, hasta que un día decidió explorar fuera de sus paredes, donde se consiguió con la pobreza y las necesidades de los ciudadanos.

Luego de observar el choque social, convertido en adulto decidió renunciar a su vida con derechos principescos y a su herencia para experimentar vivir en soledad y alejado de la multitud. Una cueva entre acantilados cerca de Göreme, en la actual Turquía, fue donde vivió por 60 años realizando profundas meditaciones. Su alimento eran las frutas y el agua. Según cuentan diversas leyendas, era un ángel quien le llevaba los domingos la eucaristía.

Hoy en día se conoce a San Onofre como el protector y guía de los tejedores, trabajadores y de aquellos que desean conseguir una casa propia. Además, se venera como patrono del principado en Mónaco y la ciudad de Munich. En Venezuela existe una fuerte devoción por el sagrado y son varios los templos en diferentes ciudades del país donde le realizan ofrendas en su honor.

Con información de El Carabobeño.


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