Se asoman días difíciles en materia de derechos humanos. Como si los pasados hubieran sido fáciles, dirán algunos. Se agrava el ?enconchamiento? militar, civil e incluso diplomático de las autoridades. Y las reacciones  no tardan en venir.Relaciones Exteriores compra un conflicto gratuito con la CIDH al suspender para 2016 y 2017 su contribución voluntaria a la Comisión, alegando que ya entregó más de un millón de dólares para el GIEI (lo cual es cierto). El secretario de la CIDH responde (con razón) que México puso lo que quiso para el GIEI por decisión propia,  y que debe seguir aportando lo que aportaba antes: medio millón de dólares en 2014, antes del GIEI ¿A quien daña más el pleito?Lo atiza el nuevo embajador ante la OEA, un excelente funcionario de carrera de vieja escuela, al sugerir que se podrían reducir costos de la CIDH si se llevara a Costa Rica, donde se encuentra la Corte Interamericana. Y sólo la Corte: ni una ONG, ni un medio internacional, ni una fuente de financiamiento, ni un centro de poder regional o mundial. Gran idea. Sólo falta aliarnos con Ecuador.La revista Nexos publicó hace casi 5 años y luego en 2015 dos espléndidos artículos de Pérez Correa, Rivas Forné y Gutiérrez Rivas sobre los inverosímiles índices de letalidad de las fuerzas de seguridad en México. Se describe, con números oficiales, como en nuestro país la cifra de heridos por cada muerto en las filas de los blancos del ejército, de la marina y de la PF es anormalmente baja. Se sostiene asimismo que la asimetría de muertos entre las fuerzas gubernamentales y las del ?crimen organizado? es incomprensible. Durante los tres años y medio de Peña, las autoridades hicieron caso omiso de esta cuenta, contestando que las fuerzas oficiales estaban tan bien entrenadas que podían destruir al enemigo sin sufrir bajas (tipo Rambo).La semana pasada, The New York Times, sin citar a Nexos (reclamo al corresponsal), publicó un largo artículo en primera plana sobre el mismo tema: ?En la historia de la guerra moderna es mucho más probable que un combatiente hiera a un enemigo, en vez de matarlo. Pero en México es al revés. Según las cifras del gobierno, las fuerzas armadas mexicanas matan con una eficiencia abrumadora, apilan cuerpos a gran velocidad. Las autoridades mexicanas dicen que sus soldados están mejor entrenados que los miembros de los carteles con los que se enfrentan. Pero los expertos que estudian el tema dicen que la tasa de muertos de las fuerzas armadas mexicanas no tiene comparación y que revela algo mucho más oscuro. Paul Chevigny, profesor de NYU y pionero del estudio de la letalidad en diferentes fuerzas armadas, dijo que ?hay ejecuciones sumarias?. ¿Al azar o intencionalmente?La Corte Penal Internacional rechazó las peticiones de 2012 para abrir una investigación preliminar sobre crímenes de lesa humanidad en México. Pero la Fiscal Bensouda, en su decisión ?aún secreta- deja la posibilidad de abrirla con otra petición, mejor formulada. Ya viene, en muy pocos días.


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