El proceso de convocatoria constituyente cada día toma más cuerpo de cara al proceso de cambio que está viviendo la sociedad venezolana. El desgaste pronunciado que sufre el autodenominado socialismo del siglo XXI ha dejado entrever una serie de deficiencias estructurales en la médula del Estado nación.El núcleo del problema radica en el modelo político presidencialista que en mi parecer ha conducido al país hacia una carrera ininterrumpida de abusos de poder tan solo comparables con episodios de los gobiernos de las repúblicas africanas.El país ha sido torturado por una serie de políticas públicas disfrazadas de entuertos populistas que amparados en la hegemonía del Poder Ejecutivo sobre el resto de los poderes públicos han borrado del mapa estructural la independencia de poderes y conducido al país hacia el ostracismo.La situación económica del país hace trizas los ahorros de las familias, ha desaparecido el valor de la moneda y con ello los sueños de millones de venezolanos de tener acceso a carros, viviendas y salud, en síntesis, estamos en bancarrota. También son millones los venezolanos que estamos siendo conducidos a la peor crisis social jamás vista, con un quiebre moral de las instituciones públicas, una justicia parcializada políticamente.Básicamente millones de matrimonios, amigos, sociedades y comunidades han sido sometidos a las más horribles experiencias de vida. Las largas colas por la comida no hacen distinción entre madres embarazadas, enfermos y ancianos, todos somos acosados por la escasez, el hambre y la miseria, producto de malas políticas públicas, tan solo basta consultar la opinión de la gente en la mayoría de las encuestas para advertir el colapso del modelo presidencialista.En estas regiones del mundo, y en especial en Venezuela, el presidencialismo lamentablemente ha sido mal entendido y quienes actúan políticamente se aprovechan de la circunstancia haciendo que el Poder Ejecutivo privilegie al gobernante sobre los gobernados. Estos malintencionados, valiéndose de una tradición, ya que desde los tiempos de la Colonia Venezuela viene sufriendo del poder de unos pocos sobre el resto, han mantenido esta herencia de calamidad que hemos visto a lo largo de los tiempos hasta el presente, haciendo creer que un cargo público es el equivalente a un premio, que el poder público es de quien lo tiene y que tiene el derecho de hacer y deshacer en nombre incluso de los gobernados.El presidencialismo ha creado la idea meta de que el poder del presidente lo es todo, por sobre todo y que es casi la voluntad divina. Ha sido un error de las supuestas generaciones democráticas no haber formado un carácter democrático constructivo en la base popular con relación a este modelo. Para infortunio de todos la experiencia presidencial ha dejado mucho que desear y ahora hemos llegado al vertedero.El país reclama una nueva forma de relaciones entre los gobernantes y gobernados basados en el respeto de la Constitución pero fundamentalmente en la defensa de la dignidad de los ciudadanos. Es tiempo de que los funcionarios públicos se conviertan en servidores públicos que entiendan que están en sus cargos por y para el pueblo y no lo contrario. En este sentido el país debe cambiar hacia un modelo político que blinde la Constitución, la división de los poderes y el poder de la ciudadanía. Se hace perentorio la transformación del Estado presidencial hacia un Estado parlamentario que mantenga la representación parlamentaria por circunscripción pero que además dé acceso a las minorías políticas.En vísperas de las elecciones parlamentarias Venezuela inicia el proceso de transformación con la esperada victoria de la oposición, la cual contará con el voto de oportunidad de millones de venezolanos.En lo personal votaré por la oposición como una forma de avanzar en el proceso venidero a favor de la transformación del Estado en procura de una Venezuela bajo el modelo parlamentario. Si usted desea participar en el Foro Ciudadano escríbame a [email protected]–@estebanoria


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