Con una torpe autosuficiencia que tienen los que se sienten portadores de verdades trascendentes, se acudió a un extremado abuso de bienes nacionales, bloqueos informativos y coacciones con listas y amenazas. No obstante la derrota fue total. Solo hay que pensar cómo hubiera sido si el gobierno no hubiera usado esos tapujos y artimañas.Hay que sincerarse con el país: dividido, improductivo, rentista, arrinconado por la violencia, institucionalmente disfuncional, educativamente quedado y, sobre todo, con unos valores y referentes débiles que poco ayudan a su cohesión.Hay que reconstruir y esos problemas son tan graves que no pueden ni siquiera abordarse y comprender estando separados.Esperaba, además del reconocimiento ineludible de la derrota, un discurso sensato y verdaderamente autocrítico del gobierno. Hasta ahora lo que recibimos es el chaparrón continuado de amenazas e insultos, en el mismo estilo de la campaña finalizada, que evade las verdaderas causas de la derrota y la crisis y olvida que la mentira es una mala pedagogía social.La autocrítica que he oído ?y visto? se resume a fallas funcionales, que las ha habido en abundancia, evitando los conceptos, que son los que han fallado. Es de esperar que en las reuniones y discusiones que se han programado se pueda profundizar evitando los callejones y chantajes de la fidelidad y la sacralidad.No señor gobierno, lo han hecho muy mal. La han puesto. Muy pocas cosas le han salido bien.Malgastaron los reales y no les queda para comprar conciencias ni comida.Fracasó su nunca bien argumentado proyecto y es hora de cambiar: no tanto para sobrevivir como organización política sino para sacar al país del hueco.Los opositores han adelantado ya un discurso de democracia y respeto que pareciera abrir las puertas hacia el entendimiento, respeto hacia los otros,La comprensión de nuestro país y del contexto internacional obliga una actitud, si se quiere, metodológica, de pragmatismo, si es que pragmatismo es ser creativo. Un mundo en cambio más acelerado y una comunicación intensa que obliga la construcción de otras realidades. Resultan trasnochados los lenguajes y visiones tradicionales mal sobrevivientes del siglo XX o de la Francia del XVIII, que le facilitan el trabajo a periodistas noticiosos y a líderes de barajitas: izquierda, ultraizquierda, derecha, ultraderecha, imperialismo, fascismo, burguesía, proletariado, socialismo, liberalismo. La reducción de estas complejidades a las jaulas de ese lenguaje y las ideologías costrosas que están por detrás, impide esa comprensión y llevan a posturas, alianzas y bloques endebles, efímeros y costosos para los países menos poderosos.Es natural que cada país, cada potencia defienda y hasta trate de imponer sus intereses, y eso puede incluir ideologías, no hay que ser ingenuo. Solo basta ver y tratar de ubicar los países y culturas en el actual conflicto internacional (Siria, Irán, China, Rusia, India por ejemplo), para encontrar que no caben en esas jaulas del lenguaje y el pensamiento.Es tiempo para la política. Para los juegos y las relaciones que ella permite para los entendimientos.La nueva Asamblea Nacional debe ser el ambiente más legal e inmediato. Pero en las asambleas con frecuencia se implanta la ?democracia asamblearia?: un torneo de discursos y vanidades que obstaculiza tanto la profundidad como la sutileza.No deberían ser temas inmediatos el enderezamiento del cuadro deplorable de las instituciones y los poderes públicos. Los gobernantes, con sobradas ?pero no justas? razones asoman sus caras asustadas. Ya habrá tiempo y necesidad para ello en el camino de profundizar la democracia.Habrá que agregar otros ambientes, tantos como la imaginación o la experiencia permitan. Foros de especialistas, universidades, seminarios, operadores políticos? para llegar a propuestas y acciones.En lo inmediato el fogón esta prendido: escasez de alimentos y medicinas, mantenimiento de los servicios básicos, inflación, arranque de la producción, son cosas para ya y hay que ponerse a trabajar.Esas recientes intervenciones de los más altos miembros del gobierno son desafiantes y provocadoras, muy comunes en los acorralados. Puede ser fácil caer en ese juego y responder un insulto con otro insulto o una marramuncia con otra. Un despeñadero que le haría juego a su tradición contenciosa y polarizadora que les dio frutos, muy costosos por cierto, para Venezuela. El manejo político necesario y la búsqueda consistente de la concertación, manteniendo la iniciativa, debería ser la [email protected]@perroalzao 


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