Desde Venezuela, su país de origen, Ibersonz Lord llegó a Copiapó, una ciudad de Chile, en bicicleta y con poca ropa en un bolso. Su destino final es Argentina, donde busca mejorar su calidad de vida. En febrero de este año comenzó su viaje, en el que ha recorrido siete mil kilómetros y cuatro países. 

El inicio de la travesía surgió por los malos momentos que estaba pasando en Venezuela, informó al Diario de Atacama. “Literalmente me estaba muriendo de hambre”, dijo que llegó a pesar unos 40 kilos. En su país, se desempeñaba como profesor de música en un instituto y se quedó sin trabajo porque sus alumnos emigraban y cada vez quedaban menos.

«Aún siendo profesional, no tenía opciones para obtener un empleo, lo que me dejaba sin ingresos para comprar la comida, además de que es muy difícil encontrarla o por lo menos en el momento que yo me vine”, comentó al medio chileno.

Contó que una vez pudo sobrevivir sin comida ni agua por una semana porque no tenía dinero. Tuvo tres mangos que tuvo que distribuir en los siete días. Cuando se desmayó, decidió irse de Venezuela.

Pensó en las alternativas que tenía para emigrar y se decidió por la bicicleta. Quiso comprarse un bolso, pero eso le hubiese costado cuatro meses de sueldo, así que decidió fabricar uno con unos trajes y jeans que tenía.

Se fue sin dinero, pero lo ha ayudado la gente que ha encontrado en el camino. Hay personas que le han ofrecido comida o un lugar donde dormir y si no encuentra usa una carpa que lleva consigo. Nunca se dedicó al ciclismo, pero ahora se define a sí mismo como un “ciclista por crisis”.

No tiene pareja ni hijos, pero sí dejó en Venezuela a su familia y amigos. Si bien se sintió alegre por nuevas oportunidades, le da nostalgia haber dejado a sus cercanos.  

Quiere ir a Argentina porque grabó un disco en su país y dentro de los lugares donde encontró aprobación de su trabajo, se encuentra el país trasandino. Además, quiere llegar a allá porque les hizo una promesa a las personas que siguen viviendo en Venezuela.

En cada lugar pasa de dos a tres días. Cuando el Diario de Atacama habló con él, aún no tenía claro por donde iba a cruzar a Argentina.


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