José Manuel Vera es el nombre del criminal venezolano que desde 2019 atemorizó cada rincón del sur de Bogotá. Los cuerpos torturados y desmembrados fueron su marca, y el monopolio de la extorsión, el hurto y el licor adulterado, el soporte para el negocio de narcotráfico que lideró por varios años en Chapinero, Engativá, Fontibón y Kennedy.

‘Satanás’ fue el apodo que sus secuaces le pusieron, pues, según interceptaciones de inteligencia, era tal su nivel de crueldad que sus víctimas preferían estar “en el infierno” que caer en sus manos. Luego de cinco años de perpetrar crímenes y torturas, el líder de la banda de sicarios más grande de Bogotá fue capturado en Ecuador, en una operación articulada entre la policía de ese país y la Policía Nacional de Colombia, encabezada por el general William René Salamanca y ejecutada bajo el mando de la comandante de la Mebog, general Sandra Patricia Hernández.

La llamada de la traición

Pese a sus intentos por escapar de la justicia, ‘Satanás’ fue entregado por uno de sus hombres de confianza, quien lo dejó en evidencia luego de una llamada telefónica.

Para fraguar las extorsiones en Bogotá y evitar los rastreos de las autoridades, desde Ecuador este peligroso sicario utilizaba su teléfono para enviar los audios amenazantes a alguno de sus hombres y estos, a su vez, los replicaban a las víctimas.

Uno de esos audios fue entregado a las autoridades por uno de los hombres de ‘Satanás’ que cayó en medio de las redadas de las autoridades. Y el llanto de un bebé, que se escuchaba de fondo en el audio, como lo describió la fiscal del caso, fue pieza clave para confirmar la veracidad del mismo.

Captura de Satanás. Foto Policia Nacional

“Ya lo vimos, lo tenemos a la vista y está cargando en sus brazos a un bebé”, esa fue la campanada que las autoridades ecuatorianas dieron para confirmar que el hombre que llevaba más de un año siendo rastreado en Loja, provincia de Ecuador, era efectivamente el peligroso sicario buscando en al menos cuatro países de la región.

Dos días después de que se diera a conocer la captura de José Manuel Vera, la Policía Metropolitana de Bogotá dio a conocer otro importante golpe en el que cayeron 30 miembros más de la peligrosa red criminal. Entre los capturados estaba el segundo al mando en la organización y quien, presuntamente, mantenía una guerra con ‘Satanás’ para quedarse con el control del negocio en Bogotá, en Ecuador y en Perú.

Una vez ‘Satanás’ fue regresado a Colombia, un juez de control de garantías lo envió a la cárcel de Palogordo, en Popayán. Una decisión que coincidió con la petición del criminal que, durante de la audiencia, solicitó ser recluido en un centro penitenciario porque creía que allí “tendría condiciones más dignas”.

En medio del operativo en el que cayeron 30 de sus secuaces, la Policía Nacional allanó 18 centros carcelarios del país, entre los que estaba ‘Satanás’, y hallaron 567 teléfonos celulares destinados para la extorsión. En ese operativo, el delincuente deportado de Ecuador increpó a las autoridades e hizo todo lo posible para que su celda no fuera cateada.

sicarios
Captura de Satanás Foto: Policía Nacional

Pero esa no fue la primera vez que este hombre se enfrentó directamente con las autoridades colombianas. La fiscal encargada del caso presentó ante el estrado del juez la interceptación de una llamada telefónica en la que ‘Satanás’ se comunica con el investigador principal, que lo rastreo durante dos años, y lo amenaza diciéndole que si no se aleja “algún inocente caerá”.

“Capitán Navarro, buenas tardes saludo (…), escuche lo que le voy a decir cucho, haga el favor y me respeta mi vuelta, ¿escuchó? Le voy agradecer que se salga de mi trabajo porque le mató un inocente, porque en el momento que usted me regale tres minutos, yo le dejo tirado uno en el negocio”. Este fue el fragmento que se escuchó en medio de las audiencias concentradas.

Pero han sido los pasos en falso de ‘Satanás’ los que lo dejaron expuesto, incluso, la misma protección a sus sicarios y dinamizadores fue uno de los factores que provocaron que quedara en evidencia.

Según información de inteligencia, este hombre era el encargado de pagar la alimentación y la vivienda de todas las familias de los criminales que tenía bajo su mando. De esta manera lograba mantener la lealtad de su gente y también ejercer control sobre ellos.

Un error crucial

Hasta 2019, alias Satanás había operado en las sombras, pero una ola de homicidios y torturas en la que los cuerpos aparecían en bolsas plásticas de basura descuartizados le puso rostro.

En 2020, este hombre fue identificado y capturado por primera vez por la Policía Metropolitana de Bogotá. Dos años después se escapó de la URI de Puente Aranda, donde permaneció recluido y huyó con su esposa al país vecino de Ecuador.

Desde allí desplegó una operación de conquista del negocio del narco en Guayaquil, usando el mismo modus operandi que aplicó en Bogotá: aprender de los capos de la droga en esa ciudad y luego traicionarlos para abrir un nuevo capítulo de terror y extender su negocio criminal por la región.

En Ecuador generó alianzas con la estructura criminal ‘los Lobos’, otro brazo armado que se formó a partir de remanentes del ‘Tren de Aragua’ y que tienen crímenes encima como el asesinato del candidato presidencial de ese país, Fernando Villavicencio.

De esto ya había un antecedente. Cuando ‘Satanás’ llegó a Bogotá en 2019, fue reclutado por miembros de la estructura criminal ‘los Niches’, que hasta ese entonces y junto a ‘los Camilos’ controlaban la droga de Kennedy. Aprendió de ellos, los eliminó y, con su misma gente, fundó la organización criminal ‘los Satanás’.

Sin embargo, su ‘pasión’ por la sangre, la tortura y el homicidio violento venía de atrás. ‘Satán’, como también le dicen, trabajaba como sicario desde los 14 años, cuando se unió a las filas del ‘Tren de Aragua’, en Venezuela. De allá también salió exiliado por traición.

Una vez tomó el control del sur de Bogotá, situó su centro de operaciones en El Amparo, un barrio de Kennedy. Allí, se apoderó de dos casas, cada una de cuatro pisos, y las adecuó para sus sicarios y expendedores de droga: a una la llamó Tocoró, como la cárcel donde estaba recluido el peligroso cabecilla del ‘Tren de Aragua’ en Venezuela (Niño Guerrero) y a la otra la denominó Tocoyito, como otro centro carcelario de ese país.

Estos lugares tiempo después se convirtieron en dos de las famosas ‘casas de pique’ en las que descuartizaron al menos a siete personas. Durante los cinco años que logró delinquir en Bogotá, ‘Satanás’ extendió sus redes delictivas en Perú, Chile, Ecuador y México, y provocó un estallido de la extorsión, aumentándola hasta en un 1.100 por ciento, como en el caso del país vecino.

Por ahora, dicen las autoridades, está en estricta custodia y permanece cercado en el centro penitenciario para que no siga liderando el negocio de la extorsión en toda la región.


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