29

Estábamos llenos de presagios.

Vimos caer los pétalos de la rosa más anciana

y supimos cuando el pájaro

se llenó de silencios

en la rama más alta.

El tren se marchó

y vimos las calles

llenarse de bruma en pleno día.

Nunca fue tan clara la señal.

Nuevos pétalos de rosas

se mecieron por el aire

para caer luego con estruendo,

se secaron todos lo tallos,

callaron todos lo pájaros

y al suelo cayeron, uno a uno,

con su osamenta y su plumaje.

El gallo dio su último canto,

el pequeño río que bordeaba nuestras vidas

se secó de pronto

y el día se hizo noche

y ya no hubo más luz que la noche.

**

30

En estas rejas donde estamos

somos solo una sombra

que vigila a los astros.

Los centinelas pasan y esgrimen sus látigos

y el alma entonces se recoge

y se hace más pequeña.

Decimos, el alba vendrá y será nuestra

y sobre esta esperanza soportamos

la oscuridad de los días.

**

31

Los círculos se cierran en torno a un eje ciego.

La bota va y recorre de uno al otro lado el horizonte.

El ruido de los sables enloquece a los débiles sentidos.

Asfixian, una y otra vez, el aire con sus bombas

Y sus sables abren surcos en la carne

tantas veces flagelada.

Azuzan nuestra rabia enquistada en el corazón.

El atropello es ya la lujuria del enemigo,

de seguir así,

habrá que tomar la espada y combatir.

**

32

Sí, habrá que tomar la espada y combatir.

No importa si la sangre ya no alcanza

para regar las flores

y las arenas del mar que tanto amamos.

Para enfrentar el parque militar y la sevicia,

las armas que tenemos

no van más allá de las palabras,

si acaso una manera franca de mirar a los ojos,

un sueño de país que no se cumple,

una sed de justicia que no se apaga,

y el empeño de sembrar en el campo de batalla

nuestros huesos, nuestra esperanza

y la canción de amor

que siempre llevamos en el corazón.

**

33

Podrá ocurrir.

El espacio comenzó a inquietarse.

Hay como una danza envuelta

en ruidos que nos ponen sobre aviso.

Largos ladridos de la jauría,

rituales inquietantes que cubren el vacío,

ruidos sordos salidos de ebrias murmuraciones,

latidos que van de vena en vena

sin un asomo de rumbo y sin destino.

Es hora de armarse de rezos y crucifijos,

y aventar la oración para que se oiga.

El temor corre de pared a pared,

todo está suspendido.

Sospechosamente, solo está el recodo

donde aposenta la flor.

Buscamos el alba para ver mejor,

defendernos mejor

y asestar un golpe oportuno.

Una centella hiere el horizonte.

Debe ser una señal.

Sin darnos cuenta,

de la negra y profunda oscuridad

llegan en corceles ebrios

a derrumbar los templos.

Comenzó a  ocurrir, todo podrá ocurrir,

incluyendo, Dios nos libre, el último percance.

**

34

Nadie viene.

La torre permanece en silencio.

Es sabido que el ataque

será redoblado dentro de poco.

Vienen los asaltos uno tras otro

llenos de estrategias,

pareciera que se trata de una decisión de exterminio.

Se ha recomendado

preparar los testamentos y dejar todo en orden.

Apenas quedan palabras

para decir que lo que no tenemos

lo dejamos al viento.

La soledad, que siempre estuvo,

se quedará con nosotros

hasta que la luz se apague en el camino.

No hay que ocuparse de nada por ahora.

Con la dignidad que nos queda,

resistir es la consigna.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!