Betty
Foto Archivo

“Yo soy Betty, la fea” se estrenó en 1998 y más de 20 años después sigue siendo una de las telenovelas colombianas más exitosas de las últimas dos décadas. De hecho, la historia sigue vigente tras su arribo a Netflix, donde millones están reviviendo las aventuras de Beatriz Pinzón, don Armando y el “Cuartel de las feas”.

La química que existía entre Ana María Orozco y JorgeEnrique Abello hizo que la telenovela se convierta en todo un fenómeno de la pantalla chica, ya que mostraba la historia de Beatriz Pinzón Solano, una mujer real que ingresa a la industria de la moda y belleza, donde a pesar de que todo se califica por la apariencia, logra hacer la diferencia por su inteligencia. Su persistencia por hacer las cosas correctas y conquistar a su jefe tiene un final feliz, cuando los protagonistas se casan y tienen una hija.

No cabe duda que el éxito tocó las puertas de los protagonistas que en ese momento disfrutaban gracias a su gran trabajo. Pero no todo era felicidad en la vida de Ana María Orozco, ya que en medio de todo el furor por la telenovela, su matrimonio con Julián Arango, el actor que interpretaba a Hugo Lombardi, llegó a su fin.

Ana María Orozco y Julian Arango se conocieron mientras grababan la telenovela “Tiempos difíciles”. Sin embargo, fue hasta 1988 que ambos estuvieron en la producción de “Perro amor” que se enamoraron y casaron.

Cuando comenzaron a grabar “Betty la fea” la relación se empezó a desmoronar. ¿Por qué?, pues al parecer los adjetivos calificativos despectivos que utilizaba “Hugo Lombardi” para “Betty Pinzón” golpeó la moral de Orozco.

“Fea, horrorosa, Drácula, murciélago, monstruo, vampiro, entre otros”, eran los duros calificativos que su esposo le lanzaba mientras grababan.

A pesar de que ya pasaron casi 21 años, ninguno de los actores ha aclarado el motivo de su ruptura y los miembros del elenco, también han sido muy discretos sobre el tema.

“Todos lo sentimos, pero ninguno intervino. Todos sufrimos con Ana María y con Julián, pero nadie del elenco se atrevió a levantar el dedo para señalar la culpa de alguno de los dos”, contó Dora Cadavid, la actriz que dio vida a Inesita en una entrevista con TV Azteca.

Uno de los rumores más fuertes era que Julián Arango se aprovechaba de su papel como Hugo para lanzar insultos contra Betty con toda tranquilidad.

Sin embargo, el hombre aclaró que él iba a trabajar y no mezclaba su vida personal.

“No, yo iba a trabajar yo tenía un personaje y lo hacía. No tenía que interferir en mi vida, un personaje es un personaje y yo soy yo, no tenía nada que ver que ‘Hugo’ tuviera que decirle algo a ‘Betty’. Son dos cosas distintas”, manifestó Julián Arango en su momento.

Rompe estereotipos

La historia de “Yo soy Betty, la fea” está centrada en la vida de Beatriz Aurora Pinzón Solano, interpretada por la actriz colombiana Ana María Orozco, una mujer poco atractiva para los cánones de belleza socialmente aceptados, que trabajaba en la compañía Ecomoda. Es este cuestionamiento del imaginario el que juega un papel fundamental en la mecánica de la historia pues es incrustado precisamente en una empresa del rubro de la moda, tantas veces señalada por sus estándares.

Ese factor de sentirnos los extraños, los “outsiders” dentro de cualquier entorno, constituyó uno de los grandes ganchos de empatía con la audiencia.

“Es posible que esa rareza haya catapultado a Betty al éxito porque es algo que todos sentimos por dentro como seres humanos y creemos que nos van a rechazar por esa razón, cuando es lo más bonito que tenemos y lo que nos hace singulares”, afirmó en su momento Jorge Enrique Abello, el recordado “Armando Mendoza” de la serie.

¿Una Cenicienta moderna?

“Yo soy Betty, la fea” tiene como principal arma un abanico de personajes entrañables que guardan coherencia dentro del entorno de ficción. En la delgada línea de lo verosímil y lo caricaturesco, Gaitán nos narra el proceso de “Beatriz Pinzón”, desde su tímida incursión en Ecomoda, hasta convertirse en la jefa de un negocio en el que inicialmente había sido rechazada.

Pero la metamorfosis de “Beatriz Pinzón” va mucho más allá del inspirador caso de ascenso. La frescura de “Yo soy Betty, la fea” aún es valorada hoy pues supo sortear, en sus más de 160 capítulos, su original denominación de telenovela. De hecho, el humor digerible del programa la ha llevado a ser considerada como una sitcom y posicionarse como un teleserie cuyo timing y manejo del drama le permite competir con propuestas más actuales en Netflix.


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