Wonka

La historia de Willy Wonka, ese mágico chocolatero e inventor propietario de la fábrica de dulces más grande del planeta, parece la conjunción perfecta para la época navideña: una historia familiar y conmovedora de un niño que intenta hacer realidad su sueño y hallar su lugar en el mundo, y en ese camino se cruza con personajes fantásticos que lo apoyarán y otros que intentarán torpedear sus aspiraciones. Ese recorrido se da con una estética de colores vibrantes y locaciones fantásticas, y claro, en medio de muchos chocolates: unos que ayudan a volar; otros, a soñar, y unos más, a calmar la tristeza. Si en la vida alguien se cruza con Wonka cualquier cosa es posible.

Dos grandiosos actores le habían dado vida a este adorado personaje en el cine: Gene Wilder, en Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate de 1971, y Johnny Depp, en la cinta dirigida por Tim BurtonCharlie y la fábrica de chocolate (2005). El nuevo relato cinematográfico de Wonka viaja a sus orígenes y explora la principal motivación para dedicarse a la repostería: reencontrarse con el sabor del chocolate que le hacía su mamá antes de que ella falleciera. A él no le mueve la fama, el éxito o el beneficio económico, sino recuperar la sensación de comer ese chocolate.

El actor Timothée Chalamet (Call me by your Name y Dune) se mete de forma sorprendente en la piel del personaje que salta de los libros del escritor británico Roald Dahl a la gran pantalla por tercera vez en Wonka, que se estrenará el jueves 7 de diciembre, con la dirección de Paul King, recordado por las películas del osito Paddington, un símbolo entrañable para los británicos.

«Timothée hace una interpretación absolutamente extraordinaria. Willy es extraño y desconcertante, divertido y encantador, pero con un brillo de acero, y Timothée de alguna manera mantiene todos estos platos girando a la vez. Tenía que ser capaz de cantar y bailar y ofrecer una actuación cuidadosamente coreografiada, pero también de profundizar en sus emociones, y no dejaba de sorprenderme», contó King en una entrevista a la que tuvo acceso El Tiempo Colombia.

—Tiene una habilidad asombrosa para elegir a personajes adorables en sus películas como Paddington y ahora a Willy Wonka.

—Cuando era niño, me encantaba Charlie y la fábrica de chocolate. Fue uno de los primeros libros que me leí, una y otra vez hasta que se cayeron las páginas de la cubierta. Recuerdo que me encantaba la comedia salvaje, todos los personajes locos y la magia y el caos de la fábrica de chocolate. Pero cuando David [Heyman, productor] mencionó la idea de hacer una película de Wonka, volví a leerlo y me di cuenta de que también tiene un núcleo emocional increíblemente rico, casi dickensiano. Charlie es un niño tan bueno y decente, y la pobreza de su familia le causa tanto sufrimiento. El hecho de que herede la fábrica, un regalo más maravilloso de lo que jamás podría haber soñado, me hizo llorar a lágrima viva, y la perspectiva de intentar hacer una película que captara el espíritu del autor Roald Dahl era demasiado emocionante como para rechazarla.

—El actor Simon Farnaby fue también su coescritor en este filme.

—Llevo mucho tiempo trabajando con Simon (escribieron juntos la segunda parte de Paddington) y, además de ser un guionista fantástico, es un actor maravilloso. Actuamos mucho las escenas entre nosotros sobre la marcha. Mi interpretación era de madera y torpe, por supuesto, pero la suya maravillosa, y eso significó que empiezo a creer en las líneas y a entender cómo funcionan mejor. También está dispuesto a tolerar estar sentado en una habitación conmigo durante años sin quejarse del olor, así que también es un caballero (risas).

—¿Cómo presenta a Willy Wonka esta vez?

—El Wonka de Charlie y la fábrica de chocolate es un poco misterioso. El abuelo Joe cuenta muchas historias sobre él, pero todas se refieren a la época posterior a que se convirtiera en el mayor chocolatero del mundo. Me interesaba contar otra historia, más larga, de la vida anterior de Willy Wonka, ya que era el tipo de cosas que Roald Dahl hace en el libro, pero no quería estropear todo el misterio. Así, la primera toma de nuestra película muestra a Willy apareciendo entre la niebla, una especie de aparición de libro de cuentos. A lo largo del filme se van conociendo más detalles sobre su pasado, pero no quería explicarlo todo porque me parecía que, de alguna manera, lo hacía más mundano y menos mágico.

—En esta aventura, Willy tiene una amiga muy necesaria, Noodle (la actriz Calah Lane). ¿Puede hablarnos de ella?

—Willy Wonka es muy entusiasta. Quiere probar cosas e ingenuamente supone que al final todo saldrá bien. Es una cualidad entrañablemente infantil, mientras que Noodle tiene una cabeza vieja sobre unos hombros jóvenes. Viene de la escuela de los golpes duros, en la gran tradición de Dahl de los niños que sufren, y eso le ha aportado un cinismo y una negatividad muy diferentes de la actitud de Willy.

—La madre de Willy: ¿qué infunde ese personaje a la historia?

—Esta película está ambientada antes de que Willy se convirtiera en el alma más cínica que conocemos en la fábrica de chocolate. Nuestro Willy es, al menos al principio de la película, muy optimista y con los ojos muy abiertos. Cree que si tienes talento y trabajas duro, tus sueños pueden hacerse realidad. Es una visión del mundo muy sencilla, que aprendió de su madre cuando era pequeño, justo antes de que ella falleciera. La madre de Willy (una excepcional Sally Hawkins) era, para su mente infantil, la mejor chocolatera de todos los tiempos.

—Para muchos, Hugh Grant es un don Juan y conquistador. ¿Cómo acabó siendo un Oompa Loompa?

—Me encantó trabajar con Hugh en Paddington 2, y estaría encantado de trabajar con él todos los días del resto de mi vida. Es una de las personas más divertidas que he conocido y, desde luego, tiene un lado travieso, así que creo que encaja muy bien en el universo de Dahl. Los Oompa Loompas no tienen mucho diálogo en los libros, pero tienen unas largas canciones en las que disfrutan casi con regocijo de la muerte de todos los niños necios que recorren la fábrica. Son tan divertidas, mordaces y despreciativas que, mientras las leía, no dejaba de venirme a la cabeza la voz de Hugh. A partir de ahí, no fue un gran paso decir: “¿No sería divertido verlo de 18 cm de alto, con el pelo verde brillante y la piel naranja?”. Era perfecto.

—¿Por qué Wonka es la película perfecta para estas fiestas y qué pueden esperar los espectadores?

—Es la película navideña perfecta, sin duda. Es como un buen chocolate: tiene un exterior divertido y colorido y un centro cálido y dulce que te dejará un regusto delicioso. Y aunque sería muy divertido comerse toda la caja uno solito, es mejor compartirla con la familia y los amigos.

—De todas las creaciones de chocolate que se ven en pantalla, ¿cuál comería sin cesar?

—Los Hoverchocs son deliciosos. Por desgracia, no te hacen volar literalmente. Nuestra propia chocolatera, Gabriella Cugno, hacía las creaciones más exquisitas. Todo lo que se ve en la película no solo es comestible, sino delicioso. Son los bombones más deliciosos que he probado. Al morderlos, se percibe ese perfecto chasquido a chocolate y, a medida que se derriten en la boca, hay sabores cada vez más delicados. Mi parte favorita de todo el proceso era probar su chocolate, algo que hacía más a menudo de lo técnicamente necesario. Creo que engordé unos 15 kilos.


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