La intención es no mirar tanto para atrás. Que como la metáfora del espejo retrovisor, lo pasado tenga solo un pequeño espacio a la vista y el futuro ofrezca una perspectiva más amplia.

Los músicos de Tripland se atreven a sonar diferente, a dar cabida a los sintetizadores y demás elementos más contemporáneos, menos impregnados del rock and roll de sus inicios, aquellos años apegados a lo más clásico del género, a lo analógico.

Efecto camaleón se llama el disco que la banda de Anzoátegui presentó recientemente. Una grabación que canta al amor y al optimismo, con letras entusiastas y música que invita al goce, sin desconocer la adversidad, pero poniendo el acento en lo superado.

Es el segundo álbum de la agrupación integrada por Alfieri como cantante, Gabo (bajista), Rico y Blanco (guitarristas). Sí, ellos prefieren presentarse así, sin el nombre completo. Los productores son Boston Rex y Rodrigo Vera.

“Nos gustó la idea de hacer canciones con ese mensaje, hay cosas que pueden ser más llevaderas. Queremos ofrecer un mensaje positivo y llegarle a la mayor cantidad de personas posible. Pensamos que somos una banda que no solo le puede hablar a aquellos que escuchan rock, sino conectar con quienes tienden a preferir otros géneros. Nos gustaría hacernos un nombre, tocar por toda Venezuela para luego, quizá, salir”, cuenta Alfieri sobre la orientación del disco, que también tiene influencias funk y guiños caribeños.

—¿Algún grupo venezolano que tengan como referencia en lo que respecta a llegar al mayor público posible?

—Los Amigos Invisibles les gustan a muchas personas, tanto a los que escuchan tropical y balada como géneros más modernos. Queremos traspasar esa barrera de que lo alternativo es para un pequeño grupo de personas. Estamos muy sectorizados, tanto el público como los artistas. Nuestro sueño es romper esa barrera. Claro, también es imposible gustarle a todo el mundo.

—¿Tienen planes de emigrar?

—En este momento, no. Vamos a ir al lugar que la música nos lleve, pero no para establecernos. Hay mucho trabajo acá para promocionar y hacernos un nombre. Lo demás, lo veremos después. Todo poco a poco.

—¿Cómo es la situación de las bandas actualmente en Puerto La Cruz?

—Han resurgido. Presentan más conciertos, hay grupos excelentes en el oriente del país. También Caracas tiene bandas activas. Es verdad, no tantas como antes, pero en los últimos meses ha mejorado el ánimo. Es preciso tratar de hacer buenas conexiones entre las bandas para reactivar la movida. Las personas necesitan escuchar música y los artistas necesitan expresarse, aunque todo esté muy mal debe haber espacio para el arte. Si se calla el arte, estamos muertos como país.

—¿Qué opina de quienes dicen que el rock venezolano está de espaldas a la realidad del país?

—No comparto esa opinión. Si bien hay muchas bandas afuera, ellas están hablando sobre lo que está pasando, como La Vida Bohème, Desorden Público. Nosotros también hemos hecho un par de canciones, pero no todo puede ser la realidad política o de la calle. También hay una realidad interior, la de los sentimientos, y el artista debe reflejarla. A veces es muy difícil que todo el mundo se identifique con una sola canción, pero el rock no es ajeno como sí ocurre con otros géneros, por ejemplo, la música bailable.


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