Star Wars: los últimos jedi no es la mejor película de la saga, ni la segunda ni la tercera, pero sí alcanza la épica que todo seguidor de esta historia, iniciada por George Lucas y continuada por Disney, exige para merecer la atención y sentar las bases de lo venidero.

Dirigida y escrita por Rian Johnson, el largometraje que se estrena mañana en Venezuela continúa la trama presentada en Star Wars: el despertar de la fuerza, el primer episodio a cargo de Disney y que dirigió J. J. Abrams, una obra que muchos consideran superior a por lo menos dos de las entregas a cargo de Lucas, pues revivió el entusiasmo y vigorizó un imaginario que tuvo muchos altibajos con los episodios uno, dos y tres.

Rey (Daisy Ridley) continúa su misión de encontrar a Luke Skywalker (Mark Hamill) para convencerlo de sumarse a la lucha de la Resistencia en contra de la Primera Orden, encabezada por Snoke (Andy Serkis) y su aprendiz Kylo Ren (Adam Driver).

Star Wars: los últimos jedi empieza con una buena propuesta. Hay asuntos pendientes desde hace dos años, cuando surgieron decenas de teorías sobre lo que pasaría con los nuevos personajes y su integración con los anteriores, entre los que se encuentra la princesa Leia (Carrie Fisher) como líder del movimiento que busca, a pesar de estar bastante vulnerado, acabar con la fuerza opresora.

Sin embargo, en su planteamiento la película cae en una retórica que cada vez aporta menos al eventual conflicto, retrasando el discurrir de una historia con la aparente intención de que el espectador elucubre más, pero en realidad lo que logra es que queden más expuestos los cabos sueltos; eso sí, ninguno tan grave para que el filme decaiga.

También juega en contra el ánimo jocoso en determinados momentos en los que se espera una mayor solemnidad. Pareciera que hay un afán por recurrir al humor, la fórmula exitosa de algunas producciones de Marvel, para incorporarlo a otros productos de Disney. No es que la saga de Star Wars esté exenta de momentos hilarantes, pero estos provienen de la ironía de unos diálogos que se han posicionado en la cultura pop desde hace décadas.

En este octavo episodio son pocas las veces que se da en el blanco con el tono de comedia, especialmente cuando el chiste interrumpe conversaciones pomposas, otra de las características de la saga que tantas frases ha dado a distintas generaciones.

Después de la primera hora, la dirección y las líneas de Johnson le dan un giro a la película que hace olvidar los desaciertos previos, que en buena parte buscan justificar el protagonismo que se le quiere dar al personaje de Finn (John Boyega), quien se embarca en una misión extralimitada en sus razones.

Star Wars: los últimos jedi recobra el ímpetu prometido: se dejan atrás las excusas para hacerse cargo del problema que se avecina a la Resistencia. Como se pudo ver en el trailer, Luke está preocupado por la fuerza innata de Rey, quien además recibe la oferta de Kylo Ren de mostrarle el potencial que otros quisieran no despertar en ella. La tensión que surge entre los tres y la resolución del conflicto es uno de los aciertos de esta entrega con escenas para la posteridad de la saga.

Como ocurrió con Star Wars: el despertar de la fuerza, hay guiños a fórmulas logradas en las entregas originales, pero Johnson hace creer y luego se desliga de la previsible salida, en momentos con tino a favor del director, quien se encargará de la nueva trilogía que seguirá al episodio nueve, a estrenarse en 2019, a cargo de J. J. Abrams.

La resolución del filme alcanza la épica exigida, con la reivindicación, además, de personajes clave y el descubrimiento de poderes que abren el sendero para lo que vendrá en dos años.


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