Cuadrángulo central de la Universidad de Stanford.

En la Universidad de Stanford, fundada en 1891 y considerada una de las más afamadas y prestigiosas instituciones educativas de Estados Unidos y del mundo, se proponen una supresión masiva de palabras y expresiones «dañinas». Todo esto, apuntando a la creación de un nuevo lenguaje y una nueva cultura firmemente apoyada en la subcultura woke y de la cancelación. Un proyecto detallado casi como una «solución lingüística» que por supuesto va mucho más allá del lenguaje.

Para hacerse una primera idea de las intenciones de la iniciativa, el mismo documento (disponible de forma online en Scribd), anuncia en su encabezamiento que contiene «lenguaje nocivo»; como si anunciara la proyección de imágenes que pueden herir la sensibilidad del espectador, en este caso del lector o del oyente.

Adicto y loco no deberían existir según Stanford

Se promueve no usar la palabra «adicto» en el apartado de los vocablos que fomentan la creencia de que las personas que viven con discapacidades son anormales. En su lugar, propone que se use «persona con un trastorno por abuso de sustancias».

«Loco», según las ínclitas nuevas mentes de Stanford, debe ser sustituida por «sorprendente» o «salvaje», debido a que la primera acepción «trivializa las experiencias de las personas que viven con problemas de salud mental».

Stanford pretende acostumbrar a sus alumnos y a las generaciones posteriores a dejar de usar palabras como «senil». Sin embargo, sí pueden hacer inferencia en la «persona que sufre de senilidad».

En otro ámbito también se censura Islas Filipinas en favor de Filipinas o República de Filipinas por evocar ambos términos al colonialismo. Cabe destacar que uno de los apéndices importantes del documento es la apropiación cultural, donde aparecen palabras como «bravo», que ni siquiera se pretende sustituir, sino directamente suprimir por «perpetuar el estereotipo del ‘salvaje noble y valiente’, equiparando al varón indígena con menos que un hombre».

Caballero, señorita y aborto

Otra expresión destacada llamada a sustituir en este epígrafe es «conocimiento tribal» por «conocimiento institucional». La primera «banaliza los conocimientos ancestrales transmitidos a través de generaciones de pueblos indígenas».

El género, incluye perlas como «caballero» o «señorita», palabras inapropiadas, que, a partir de cuando sea, serán «todo el mundo». Además, no se podrá decir «chicos» sino «gente», para no reforzar el lenguaje dominado por los hombres.

En cuanto al apartado llamado «lenguaje impreciso», está «aborto», que ya no es una palabra para Stanford. Para ellos hay que decir «fin» o «término».

«Hispano» tampoco será aceptado; para ellos se debe usar «latinx». «Indian summer» («Verano indio»), que es el título de una canción de The Doors, tendrá que ser «Late summer» («Invierno tardío»), para no sugerir que los indígenas son «crónicamente atrasados».

Y en este sentido de lo absurdo, de la reeducación sin educación ya escrita y planificada se desprenden términos como «convicto», el «horror» sustituido por «persona que está encarcelada» o «prostituta»: «persona que se dedica al trabajo sexual». Y para finalizar, la palabra «negro» debe ser «afroamericano», un cambio respecto a no muchos años atrás, cuando lo «correcto» era incomprensiblemente lo contrario.


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