Sócrates Serrano se define como un optimista con cable a tierra. Está en televisión, cine, teatro; en el ámbito empresarial; se ejercita, vota y comparte contenido constantemente en las redes sociales. A pesar de llevar una vida ajetreada, mantiene la sonrisa y admite que el contexto atenta contra los venezolanos a diario. “Hemos tenido que aprender a sobrevivir con lo que tenemos. Lamentablemente en este país todas las alternativas de elección son binarias: está regulado por la ley o no hay”, dice el actor, que contrario a la situación que describe, participa en varios proyectos al mismo tiempo.

Además de su trayectoria en la actuación, el psicólogo de profesión tiene una empresa de consultoría en recursos humanos que asegura es su principal fuente de ingresos. “Tengo cuatro trabajos y aún quedan cuentas por pagar”, admite, pero aun así se mantiene apostando por el arte. Desde diciembre de 2016 no se ha bajado de un escenario y las entradas a sus obras siempre se agotan; estrenó un filme en el que hizo el papel principal y protagoniza una de las tramas de un dramático de RCTV Internacional. Pero aun con la dosis de optimismo que lo caracteriza, sostiene que el contexto es complicado.

—¿Cuáles son las complicaciones de hacer cine, teatro y televisión en Venezuela?

—Para dar el mínimo paso de preproducción en una película hay que montar el presupuesto en dólares. Los aportes del CNAC, que es la institución que en teoría debería apoyar –que lo hace, pero cada vez menos– la realización de producciones en el país, son irrisorios. La televisión también es particular. Lo que está pasando en RCTV es admirable y riesgoso. Es increíble que después de ser cerrado se haya transformado en una productora internacional, pero hay que tener en cuenta que hace unas décadas un actor podía vivir solo de la televisión. Ahora solo con eso no pagas las cuentas. Queda el teatro, pero producir una obra es una experiencia épica. Los grupos entonces se pelean con el contexto; sin embargo, a diferencia del cine o de la televisión, el teatro sigue siendo de los pocos espacios donde podemos escoger y donde se abren otras posibilidades con los temas.

—¿El teatro en la actualidad está siendo más reaccionario?

—Sí. Eso sucede porque la televisión se cuida, pues hay una amenaza constante en la regulación de contenido por parte de organismos gubernamentales. En el cine también han comenzado a restringir el tipo de proyectos que son aprobados para financiamiento. Conozco productores con guiones maravillosos que tienen miedo de lanzarse con una producción por lo que podría pasar. Ahora, el teatro sigue siendo el menos peligroso de todos los medios expresivos desde el punto de vista de cómo llega a las masas. Es el que menos ruido le hace a un régimen como este, que busca controlar los medios, redireccionar las conclusiones sobre la realidad o cercenar ciertos esquemas de pensamiento. Es el único espacio que nos va quedando y tiene una misión importante: reflejar lo que sucede para estimular el pensamiento crítico; es decir, para desconectarnos de la flojera, de la apatía y la indefensión, demostrar cosas y decirle a la gente: ¡Piensa!

—¿Eso quiere decir que el arte tiene un rol político?

—El papel del arte no es político, sino humano. El arte es el espacio donde podemos reinventarnos y hacer catarsis. En este momento es la posibilidad de disentir y de mostrarnos diferentes ante algo que se quiere imponer. Es la posibilidad de levantar la mano, el pincel, la palabra para decir sí o no y hacer valer nuestro punto de vista. Nos saca del embrutecimiento de solo pensar en que no nos alcanza para pagar las cuentas o por quién hay que votar. El arte es la posibilidad que nos queda para ser mejores.

—¿Cuál es el papel de los artistas frente a una eventual transición política?

—Si la línea de gobierno se mantiene, o empeora, el rol de los artistas sigue siendo el de ser generadores de espacios de lucha. Nosotros generamos un modelaje –y esto lo digo sin pretensiones–, hay bastantes personajes que significan mucho para el público y por eso podemos defender espacios diferentes. Ahora, en un escenario donde la línea gubernamental sea completamente distinta, el rol reaccionario se mantiene, pero además se suma a la necesidad de crear más espacios positivos que inspiren y motiven a otros a reconstruir el país.

Psicología positiva

Sócrates Serrano es psicólogo graduado en la UCV. Creó un método de selección de personal y desarrollo de capacidades empresariales basado en el psicodrama. Constituyó su propia empresa de consultoría y se mantiene apegado a principios científicos para ser feliz. “La gente piensa que es ingenuidad, pero hay muchos métodos de la psicología positiva que ayudan a sobrellevar el contexto. Son cosas que todos podemos hacer: tener proyectos que nos muevan, cultivar relaciones fuertes con la familia y amigos, cuidar nuestra alimentación y quejarnos solo lo suficiente”, indica. Dice que es fundamental conocer nuestras fortalezas y debilidades, así como hallar las propias herramientas para seguir al psicólogo. “Yo también me molesto o me deprimo, lo importante es seguir adelante”.


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