Festival Jóvenes Directores
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El Festival de Jóvenes Directores Trasnocho presenta su novena edición en un encuentro que, para la mayoría de los creadores, significa la oportunidad para mostrar su trabajo, aprender y mejorar. A partir del 25 de enero los seis jóvenes escogidos por el Comité de Programación del complejo cultural de Paseo Las Mercedes mostrarán, en funciones que se presentarán durante una semana, sus ideas y el resultado del arduo esfuerzo que han realizado desde octubre. Ese mes, como parte del 22 aniversario del Trasnocho, se anunciaron los nombres de los seis participantes escogidos entre las 19 propuestas enviadas.

Los participantes fueron escogidos por el comité de programación de teatros del Trasnocho Cultural. El grupo está conformado por Solveig Hoogesteijn, Pilar Arteaga, Héctor Manrique, Eva Ivanyi y José Pisano, más un jurado invitado, Rafael Barazarte.

La pieza que abrirá el festival este año será Cruz de Mayo, obra original de la dramaturga venezolana Lupe Gehrenbeck, una propuesta presentada por la joven de 28 años Bárbara Arez. Actriz, bailarina y realizadora audiovisual, Arez mostrará su trabajo del 25 al 28 de enero. La pieza presentará la historia de cinco personas que residen en una zona popular de Caracas, en vísperas del Día de la Madre. Todos tendrán un encuentro inesperado que dará un giro a sus vidas en un texto que, en palabras de su directora, habla sobre la familia elegida, la transformación, la vida y la esperanza.

«Quise escoger un texto de un autor venezolano. Destaca el hecho de que aunque existen mujeres creando en el medio, no es un gran número, y por eso decidí que fuera una autora, ya que nuestras voces aún necesitan ser escuchadas», explica. La historia, confiesa, tocó su corazón porque apenas la leyó, se sintió conectada con el lugar donde creció. Para ella, como directora y artista, es importante abrazar sus orígenes para seguir evolucionando.

El festival jóvenes directores
Bárbara Arez | Foto Cortesía

La pieza transmite el mensaje de que el amor prevalece por sobre todas las cosas, siempre hay esperanza. «Aunque nos sintamos solos, hay que mirar más allá, quitarnos las vendas de los ojos y descubrir que la vida tiene mucho para darnos», comenta. Con más de 15 años en el medio teatral, Arez confiesa que su mayor escuela han sido las tablas y el set de grabación. Su visión, destaca, es onírica y a la vez terrenal. Como creadora le gusta jugar con la expresión corporal y a la vez con el lenguaje musical. «Siento que en escena hay que permitirse vivir los hechos, el ahora, para mí es la clave de explorar un mundo de infinitas posibilidades», señala.

Ser parte del Festival de Jóvenes Directores Trasnocho es un gran reto de aprendizaje para ella, quien confiesa sentirse nerviosa por lo que supone asumir 100% el liderazgo de una pieza teatral. «Aun así me siento muy contenta con lo que se ha creado. Me siento bendecida con todo el equipo que conforma la pieza. Le hemos puesto mucho corazón», afirma.

Nervios, retos y aprendizajes

Los nervios por formar parte del Festival de Jóvenes Directores Trasnocho también los comparte el segundo participante que se presentará en el Trasnocho Cultural, Ángel Silvino. Del 1 al 4 de febrero, el también actor de 30 años de edad presentará Mi hermano Cristian, obra original del escritor chileno Alejandro Sieveking. Con la pieza busca demostrar su trabajo, lo que puede hacer y su capacidad para desarrollar un concepto en su cabeza y presentarlo ante un público nuevo, algo difícil de lograr. «Entrar a Trasnocho no es tan sencillo como director y el festival es una oportunidad para demostrar que puedes hacer cosas allí. Esa fue mi motivación principal para participar; la segunda fue divertirme, conocer gente y dirigir. Siempre que tenga una oportunidad de dirigir la voy a aprovechar».

Formado en el mundo del teatro desde los 9 años de edad, Silvino llegó al texto de Sieveking después de leer muchísimas opciones. La historia se centra en Cristian, un joven atrapado en su cama durante cinco largos años debido a un accidente causado por su propio hermano. Postrado en su lecho, Cristian ha construido su propio castillo impenetrable, donde ejerce un control tiránico sobre sus padres y su hermano, dañando irremediablemente las relaciones familiares.

Cuando la leyó, Silvino admite que sintió que era una obra que él pudo haber escrito. «Me sentí demasiado identificado con la forma de narrar, la profundidad de los personajes, con lo oscuro que pueden llegar a ser. Creo que eso es lo que me atrapa a mí de una obra de teatro, no solo mostrar la humanidad bonita sino también la fea que también existe. Hay personas que realmente demuestran una energía oscura y fea y el teatro también es una ventana para hablar sobre ese tipo de mensajes y personas», explica.

La historia tiene, continúa, mucho de lo que él es cada vez que dirige una pieza. Con su propuesta, señala, le interesa transmitir un mensaje de reflexión sobre el rencor y todo lo que puede contaminar este sentimiento. Si tuviera que definir su visión como director, Silvino diría que busca incomodar al público para luego dejarle una enseñanza. «Quiero que la gente decida verme como un director incómodo. Siempre dejar un mensaje y transmitir lo correcto aunque el público vaya a sentirse incómodo en el camino», afirma.

El festival jóvenes directores
Ángel Silvino | Foto Cortesía

En estas últimas semanas, al igual que Arez, Silvino ha tenido que enfrentarse a muchísimos retos nuevos para formar parte del Festival Jóvenes Directores. Admite que sí se siente nervioso de mostrar su propuesta porque es «muy irreverente», unos nervios que no comparte el tercer participante de la edición de este año, Leandro Campos. Director, actor, cantante, productor, dramaturgo y docente de 27 años de edad, Campos se presentará en Trasnocho Cultural con La niña jamón, de la argentina Laura Eva Avelluto, del 8 al 11 de febrero. No está nervioso, confiesa, está más bien ansioso por poder mostrar su trabajo en el Festival Jóvenes Directores.

La pieza es una comedia que se centra en la figura de Dora y su hijo Eugenio, quienes tienen un vínculo simbiótico agobiante. Juntos esperan la visita de Eugenia, la nueva novia de Eugenio a quien Dora aún no conoce. Ella confía que finalmente Eugenio va a presentarle a una mujer adecuada para él. Durante el transcurso de la cena, en un marco tragicómico, lo siniestro de los personajes y las extravagancias de las situaciones afloran en la intimidad de una familia que tan solo intenta ser feliz.

Con más de 10 años en el medio teatral como actor, tiempo en el que ha trabajado con directores como Orlando Arocha o Ricardo Nortier, Campos confiesa que este año finalmente se atrevió a participar en el festival que, en ediciones pasadas siguió de cerca. «Este año me dije que tenía que montarme en la ola y una vez montado en la ola, si lograba que me aceptaran, echarle todas las ganas posibles y hacer un buen trabajo», comenta.

Campos eligió el texto de Avelluto por el tema: las familias disfuncionales. El tema familiar le habla muy directamente por experiencias personales. «Es un tema que toca fibras de mí como persona y como artista es uno de los mensajes que más quisiera ahondar. Me interesa transmitir el entendimiento de que las familias no son perfectas, no es que todas las familias estén rotas y que eso sea así siempre y verlo como algo negativo, no. Verlo como un primer paso para poder trabajar, curar las cicatrices que cada uno de nosotros tiene en sus familias», reflexiona.

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Leandro Campos | Foto Cortesía

Cree que la sociedad venezolana tiene una estructura familiar que está quebrada en diferentes formas. «Creo que todo el mundo tiene una cicatriz familiar por el tema de la crianza de los padres, por la forma en la que era la crianza antes y eso creó dinámicas familiares bastante turbias que quizás no son las más deseadas. Quiero demostrar, resaltar, recordar que todos en esta sociedad tenemos cicatrices familiares, entender que es algo común, entenderlo como problema, identificarlo, para trabajarlo. Desde el ignorarlo jamás vamos a poder tratarlo».

Tiene una visión creativa, sin pretensiones, con hambre por aprender, tres puntos que podrían definirlo. «Yo estoy en proceso de crecimiento como director, de una forma muy consciente me veo a mí mismo en esa etapa. Por eso siento que era una gran oportunidad postularme al festival, para, desde mi etapa de crecimiento, mostrar mis habilidades y recibir los consejos de la gente que sabe mucho más que yo para cada día ser mejor profesional».

Trabajo en equipo, una visión grupal

El cuarto participante que se presentará en el Festival de Jóvenes Directores Trasnocho será el guionista, actor y director teatral Jesús Orsini, de 26 años de edad. Del 15 al 18 de febrero presentará El pelícano, un clásico del teatro del dramaturgo sueco August Strindberg. La obra narra la historia de una madre que se enfrenta a sus hijos y a sus acciones pasadas, tras la muerte de su esposo. Durante el funeral, los jóvenes se darán cuenta del abuso al que fueron sometidos durante muchos años.

Orsini llegó a la pieza de Strindberg después de un largo proceso en el que, junto con su equipo, discutieron qué autor proponer. Un día vio una película de Strindberg. Recordó que él había sido director de teatro antes de llegar al cine, investigó más y descubrió que cuando Strindberg era joven una de sus primeras obras fue El pelícano.

Cuando leyó la pieza, se maravilló en muchos sentidos. «Conecté con el mensaje que quería contar esa obra, además era uno de uno de mis directores favoritos, supe que un director joven la montó y todo eso me pareció que estaba escrito que la escogiera».

El festival jóvenes directores
Jesús Orsini | Foto Cortesía

Su idea es presentar el texto como un mensaje de purificación de la culpa generacional. Todos los personajes, a su juicio, no son completamente reales, sino que son monstruos muy arquetípicos del imaginario colectivo. Y es ahí donde, según su visión, se encuentra la belleza de la obra. «La idea es que la violencia sea un elemento implícito en toda la pieza. Nuestra idea para lograrlo es a través del ballet y para ello contaremos con el apoyo actores/bailarines».

En el teatro -dice- ya está todo escrito así que la innovación no es un rasgo con el que crea poder definirse como director. La libertad y el movimiento son los rasgos que lo caracterizan. «Libertad porque yo pienso que el teatro es un ente vivo que está compuesto por muchas cabezas, todas tienen una importancia grande en la obra, si todas las cabezas no tienen esa libertad para aportar las ideas creo que no estamos hablando de una obra de teatro. Movimiento porque es eso, un ente vivo que siempre está en cambio y adaptabilidad», explica. A pesar de sentir muchos nervios, confiesa, está confiado en su trabajo y en la felicidad que les produce poder tener la oportunidad de mostrar el resultado.

También se presentará en el Festival de Jóvenes Directores Trasnocho Ignacio Fernandes, de 30 años de edad, con Historia de una escalera, del dramaturgo español Antonio Buero Vallejo. Del 22 al 25 de febrero mostrara esta obra que cuenta la vida de un grupo de personas pobres. A pesar de querer superarse, se mantienen en el mismo lugar. Al no encontrar una salida a su situación, con el paso del tiempo surge el resentimiento, la envidia, las mentiras y el rencor.

El joven director de teatro, profesor en la Universidad Central de Venezuela y gestor cultural en eventos artísticos escogió la pieza porque desde siempre ha admirado el trabajo de Buero Vallejo. «Me parecen interesante sus nociones acerca de la libertad del hombre y las limitaciones que él mismo se impone. En la obra tenemos una serie de personajes que se encuentran atrapados en un espacio pero no es el encarcelamiento físico, sino que es un aferrarse emocional a un espacio. Dicen que quieren salir pero no terminan de tomar las acciones para poder salir. Entonces, se encuentran atrapados por miedo o por comodidad a no tomar las acciones que deben tomar», señala.

Igancio Fernandes | Foto Cortesía

Eso, a su parecer, transmite un mensaje sobre la responsabilidad que tienen las personas de hacer lo que tienen que hacer y a veces hacen. «El único límite que ellos tienen son ellos mismos y sus inacciones», añade el joven que busca, sobre todo, dejar reflexiones al espectador sobre su propia vida. Esa, asegura, es para él la finalidad del teatro: «Nos presenta situaciones que de forma argumental no tiene nada que ver con nuestra situación pero, por medio de alegorías y funciones simbólicas entendemos que nos está hablando de nuestra vida. Ves a ciertos personajes ejecutando ciertas acciones y sufriendo ciertas situaciones pero en realidad te estás viendo a ti mismo en tu situación mediante las acciones de estos personajes. Y con esto logramos comprender carencias, fortalezas o virtudes de nosotros mismos», explica.

Para Fernandes, una obra de teatro es un trabajo en conjunto que no es solo la visión del director sino un grupo de personas. «Gracias a su gran trabajo y talento han hecho que esto sea un camino que he podido disfrutar mucho. Son gente muy creativa y talentosa, a ellos les debo todo. Estoy tranquilo gracias a ellos», confiesa sobre su equipo de trabajo.

Cerrará el festival Amneris Treco, egresada del Taller Nacional de Teatro de la Fundación Rajatabla, de 30 años de edad. Del 29 de febero al 3 de marzo, la joven presentará la pieza Fando y Lis de Fernando Arrabal. Se trata de una de las obras más representativas del teatro del absurdo que plantea la imposibilidad que existe en una parte del ser humano de ser efectivos en la comunicación.

La historia relata la travesía de Fando y Lis, una pareja que lleva mucho tiempo intentando llegar a un lugar maravilloso llamado Tar. Un texto con el que Treco se encontró por primera vez hace más de 12 años en un Festival Iudetista (cuando existía el Instituto Universitario de Teatro). Desde ese momento la quiso montar.

Amneris Treco | Foto Cortesía

«Más que transmitir un mensaje, me interesa lo que pueda generar en el público, el movimiento pánico creado por Fernando Arrabal y Jodorowsky busca eso, generar emociones en el público desde una narrativa demencial pero lúdica», explica.

Su intención como directora es ser fiel a los principios de este movimiento creado a finales de la década de los años 60, pero con una mirada más actual. «Mi visión es que los actores lo son todo, más allá del discurso con el que te cases por temporadas o cómo vayan evolucionando tus intereses y necesidades de expresión. Generar un ecosistema desde los ensayos hasta la propuesta escénica, para que el actor pueda crear en conjunto es todo para lograr el objetivo», comenta. Treco, como varios de sus compañeros en esta edición, está centrada llevar una propuesta de calidad y cerrar el festival a la altura de todos los demás directores seleccionados.

Este año, la modalidad de presentación cambia, cada joven director tendrá la oportunidad de presentarse durante una semana. Los horarios serán jueves y viernes a las 7:00 pm, y sábado y domingo en doble función ambos días, la primera a las 4:00 pm y a las 7:00 pm la segunda función. El jurado de premiación anunciará el veredicto del festival el domingo 3 de marzo una vez concluida la última función del festival.


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