Rudolf Nuréyev
EFE/ Edgar Sapiña

Rudolf Nuréyev vuelve a la Ópera de París. Desde este jueves y hasta el 5 de abril se realiza la primera exposición sobre el vínculo y legado que dejó el bailarín soviético en el también llamado Palacio Garnier, con motivo del 30 aniversario de su muerte.

En esta muestra, que mezcla decenas de fotografías, vestidos, esbozos y material gráfico, se puede hacer un repaso de la obra del que fue el director del Ballet de la Ópera Nacional de París de 1983 a 1989.

Una Ópera que pisó por primera vez el 15 de mayo de 1961, durante su participación en el ballet de La bella durmiente y en la que no dejó indiferente al público.

«Es un complemento natural a la visita» de la Ópera de París, explicó a EFE Mathias Auclair, director del departamento de Música de la Biblioteca Nacional de Francia y uno de los comisarios de la exposición Rudolf Nuréyev en la Biblioteca-Museo de la Ópera Palacio Garnier.

Rudolf Nuréyev
EFE/ Edgar Sapiña

El recorrido permite recordar al bailarín, pero también al coreógrafo, al maestro e, incluso, al icono que fue y aún perdura.

«Treinta años después de su muerte no solo no se ha olvidado a Nuréyev, sino que sigue habiendo una gran afición a nuestras muestras, hay muchos visitantes», explicó el comisario.

«Hay un interés inmediato por esta exposición y, por encima de esto, está el hecho de que estos ballets siguen vivos», añadió.

La respuesta ante el fervor sobre Nuréyev (1938-1993) es múltiple, aseguró Auclair: un gran carisma, una historia de huida del bloque de la URSS para marcharse al mundo Occidental y una búsqueda de reconversión de los grandes ballets clásicos, así como de obras propias muy personales.

Todo ello creó una tradición que se expandió en el mundo entero y que, de hecho, promueven hoy muchos de sus discípulos, cerca de la jubilación, como Sylvie Guillem.

Exiliado político: entre la fama y la supervivencia

«A Nuréyev le gustaba ser famoso», afirmó Auclair, que lo calificó también de «megalómano». Eso le permitió protegerse de la KGB —pidió asilo político en el aeropuerto del Bourget el 16 de junio de 1961, durante la Guerra Fría—, dijo el comisario.

El contexto político atravesó la figura de Nuréyev, que sin embargo nunca se definió como un artista reivindicativo. «Nuréyev interpretó un papel contra su voluntad, no tenía ningún proyecto político».

Además de esta exposición, y con el mismo motivo de rendir homenaje a los 30 años de su muerte, se han programado tres de sus producciones en la Ópera Bastille: este diciembre El cascanueces, en marzo Don Quijote y en junio y julio El lago de los cisnes.


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