Rubén Ramírez @LoDiceRubén
Rubén tiene una comunidad muy grande de seguidores en redes sociales, formada por 55.7k en TikTok, 18.9k en Instagram y 28.9k en Twitter. Sin embargo, nunca imaginó que serían tantos

Algunos lo conocen por sus videos haciendo lip syncs de audios virales, que ya son parte de la cultura pop venezolana, y otros por sus TikToks en los que imita a la animadora Maite Delgado. Aunque el contenido de Rubén Ramírez −en redes @LoDiceRuben−  adquirió notoriedad este año, su camino en las plataformas 2.0 comenzó hace un par de años.

Ramírez, maracucho de 25 años de edad, estudió Diseño Gráfico en la Universidad Católica Cecilio Acosta, en Maracaibo, aunque en algún momento se planteó cursar la carrera de Comunicación Social por su afición a la televisión y al mundo del espectáculo. Sin embargo, desistió de aquella idea por la censura cada vez más creciente en los medios de comunicación. «Desde 2009, cuando todavía estaba en el colegio, veía que estaban cerrando muchos medios y preferí no irme por ahí porque sabía que se me iba dificultar encontrar trabajo. Yo soy una persona muy directa, que dice las cosas de frente y a la que no le gustan las mentiras. Sabía que no iba a ser feliz trabajando así», cuenta.

Su interés por el mundo del espectáculo, la animación y la televisión surgió desde que era niño, cuando imitaba los comerciales que veía en televisión. Recuerda con especial cariño uno de Multinacional de Seguros, con Maite Delgado y Gilberto Correa, uno de sus favoritos. «Me encantaba. Cuando pasaban los comerciales yo los doblaba encima de sus voces y me fijaba en sus gestos, lo que hacían con las manas, los ojos, las cejas. Y los copiaba».

En Venezuela trabajó como diseñador gráfico, community manager y, eventualmente,  como productor de radio en algunas emisoras. Sin embargo, en 2017, la crisis de servicios básicos (electricidad, agua e Internet) lo obligó a tomar la decisión de emigrar. «En ese entonces, Venezuela ya estaba mal. Había muchos apagones, de hasta seis horas, aunque ahora duran más. Sin embargo, para mí seis horas eran demasiado tiempo. Como diseñador gráfico trabajo con la computadora y necesito electricidad, la mayoría de mis clientes estaban fuera del país y no les quedaba bien con el trabajo. La situación ya me agobiaba, estar sin luz en Maracaibo es horrible, las colas para la gasolina, la comida no se conseguía… Esos factores hicieron que dejara mi país», afirma.

Rubén fue el primero de su familia en emigrar, le siguieron su papá y sus hermanas. Una maleta con pocas pertenencias, su mejor amiga como compañía, un viaje de más de 8.000 kilómetros y 9 días en autobús fueron parte de la travesía que emprendió hacia su nuevo destino: Santiago de Chile. «Tenía como uno o dos años reuniendo para irme. La decisión la tomé de un día para otro. Me desperté y vi la situación horrible, ya no la aguantaba; llamé a mi mejor amiga y le pregunté ‘¿te vienes?’ y ella sin pensarlo dos veces me dijo: ‘Dale'», recuerda, mientras explica que antes de irse se documentó muy bien: consultó blogs de viajes, videos y foros en Facebook buscando todas las recomendaciones posibles para hacer su recorrido de forma más segura. Y así fue.

«Cuando uno es joven cree que no le va a pasar nada. Hoy, tres años después, veo lo que hice y me parece una total locura porque en la carretera hay mucho peligro, pero en ese momento no lo vi. Gracias a Dios no pasó nada», agrega.

En la capital chilena a Rubén Ramírez lo esperaban dos amigos. Con ellos pasó los primeros tres meses hasta que consiguió un trabajo como mesonero. Al poco tiempo, encontró un empleo como director de arte en una agencia de publicidad. «Al principio teníamos lo justo y necesario, no gastábamos en nada que no fuera comida o alquiler. Lo que ganaba me alcanzaba lo justo, no podía comerme un helado sin descuadrar todo el presupuesto (…) Era muy duro porque nos daba miedo quedarnos sin dinero para el alquiler».

Rubén siempre ha sido una persona de redes sociales. Así como de pequeño jugaba a tener un programa de televisión, más grande hacía algo similar, pero en su cuenta de Instagram o Twitter: cuando había algún evento importante, como el Miss Venezuela, era uno de los primeros comentando o compartiendo sus opiniones. «Siempre he contado mi vida, lo que hago  y lo que me pasa. Creo que a la gente le gusta, no sé si es porque les pasa lo mismo o porque se ríen de mí −dice entre risas−, pero siempre me ha gustado conocer gente por allí».

Como trabaja en una agencia de publicidad, para él era importante conocer todas las redes sociales, al menos las más populares. Por esto decidió crearse una cuenta en TikTok en enero de este año. Al principio, la usaba sólo como espectador; sin embargo, con el tiempo, le dio una oportunidad y empezó a hacer videos. Y desde entonces no ha parado. «Al comienzo no me enganchó mucho porque había cosas que las personas hacían que no me gustaban, pero fui dándole forma y poniéndole mi personalidad a las cosas que hacía y me empezó a gustar», asegura.

Aunque ahora tiene una comunidad grande de seguidores en redes sociales (55.7k en TikTok, 18.9k en Instagram y 28.9k en Twitter), nunca imaginó que serían tantos. «Esto sonará cliché, pero no me lo esperaba. Incluso, cuando tenía 15.000 seguidores para mí ya era un boom enorme. Lo que más me gusta es que gente del mundo entero ve mis videos y, de alguna forma, se pueden sentir conectados con Venezuela. También mis videos le pueden servir a aquellos que no son venezolanos a entender cómo somos, cómo es nuestro acento y cuál es nuestro tipo de humor», asegura Rubén.

Para el joven maracucho el humor es fundamental en sus videos, por eso siempre trata de escoger audios que le gusten, con los que se sienta identificado y que hablen de la cotidianidad de los venezolanos. Sin embargo, también trata de incluir situaciones que reflejen la realidad del país, todo en clave de humor. «Quiero que la gente sepa lo que pasa en Venezuela. ¿Que riamos? Sí. Pero que se conozca», dice.

Desde audios de videos virales que resultan graciosos hasta voice notes de Whatsapp que le envían son parte del contenido que publica en su cuenta en TikTok. Sin embargo, los que más destacan y los que lo dieron a conocer son los lip syncs de Maite Delgado, a quien admira y considera un ícono de la cultura pop venezolana. «Uno de los primeros TikToks que hice y que se hizo viral fue de ella. Me encanta su trabajo, tiene una trayectoria respetable y es un ejemplo del venezolano que debemos ser, que no habla mal de nadie y es correcto (…) Ella marcó una tendencia en la televisión y todo el mundo sabe cómo son sus gestos, sus miradas y cómo habla», explica Rubén.

Los videos le llegaron a Maite Delgado. A la animadora le gustaron mucho, tanto que los compartió en sus redes y contactó al joven para invitarlo a su web show en YouTube, MaiteTV. «A ella, desde el primer momento, le encantaron mis videos. Para mí fue una emoción impresionante porque es un personaje que tengo viendo toda mi vida, y que ella reconozca lo que hago es importante. Una de las cosas que más me dio risa, es que Vicente, su productor, me dijo: ‘Tu video estuvo tan bueno que animaste a Maite a abrirse un TikTok’. Me pareció cool porque que un muchachito inspirara a Maite a hacer vida en esa red social es genial», afirma.

@lodiceruben¿Saben cual programa de ##MaiteDelgado es este? Jajajajajajajaja ##Venezuela ##TiktokVenezuela ##MaiteChallenge ##Maracaibo♬ sonido original – lodiceruben

De esa experiencia, Rubén Ramírez recuerda con cariño un momento especial. En esa oportunidad, junto con él también participaron Gustavo Dobobuto, Gustavo Campos Cowent y Javi Rivera, quienes hacen contenido en redes, y al finalizar, luego de grabar, todos se quedaron conversando con Maite Delgado como si se conocieran de toda la vida. «Fue increíble porque pensé que solo hablaríamos de los videos, pero ella le supo dar la vuelta y conversamos sobre nuestra experiencia migratoria y lo difícil que fue», cuenta.

Además del show de Maite, también ha participado en otros podcast como: NRDE, de Álex Goncalves y Jeanmary Curro, y Escuela de Nada en el «EDN Got Talent», que realizaron Leo Rojas, Nacho Redono y Chris Andrade.

Crear contenido en redes es un trabajo de tiempo completo. Asegura que puede dedicarle un día entero a sus cuentas de Instagram, TikTok y Twitter, la que más  disfruta,  aunque sea una de las plataformas tóxicas para muchos. «A veces me siento limitado porque también tengo mi trabajo, pero siempre que puedo estoy pendiente de los comentarios, qué dice la gente. No lo veo como una obligación, lo hago porque lo disfruto y ya», asegura.

Aunque para algunos Rubén Ramírez pueda parecer una persona extrovertida y efusiva por lo que proyecta en sus redes sociales, es todo lo contrario: es muy tímido, asegura. «Cuando estoy en grupos nuevos de amigos no soy alguien que llegue con un escándalo, trato de pasar desapercibido para primero saber en qué tipo de situación estoy y dependiendo de la gente voy mostrando mi forma de ser», cuenta.

En estos días de confinamiento las redes sociales han tenido un rol importante en la vida de Rubén, pues han sido un refugio en estos tiempos difíciles por la pandemia del covid-19. «Empecé a hacer los TikToks también porque yo vivo solo, estaba muy aburrido y ya no sabía qué hacer». Además, asegura que desde que comenzó la cuarentena en Chile, que hasta la fecha suma más de 400.000 casos de covid-19, se ha cuidado mucho porque es el sostén económico de su familia y no puede dejar de trabajar.

Desde que llegó a Santiago de Chile asegura que no ha sufrido ningún tipo de discriminación o maltrato, pese a los casos de xenofobia que han vivido algunos migrantes venezolanos. «Siempre he tenido la suerte de codearme con gente cool, gente buena. Sin embargo, el tema de la discriminación aquí es bastante sensible. Creo que a los venezolanos nos quieren mucho porque somos gente buena, educada, trabajadora y con valores. El venezolano es bien visto en Chile, aunque mucha gente diga lo contrario. Siempre habrá sus excepciones, pero eso es parte de ser migrante: cuando sale lo bueno, también se puede pegar lo malo. Pero somos más los que hemos trabajado para que nos vean bien», considera.

Para Rubén la parte más difícil de emigrar es la comunicación con su mamá, quien todavía se encuentra en Venezuela. Asegura que desde que se fue solo ha podido hablar con ella a través de una llamada de Whatsapp seis veces, debido a las constantes fallas eléctricas y en el servicio de Internet; sin embargo, se mantienen en contacto mediante el chat. «Mi mamá y yo somos muy unidos, y una de las cosas que más me costó aceptar fue no tener contacto con ella, al menos como yo quería. Creo que la distancia a veces puede unir más a las personas y la relación madre e hijo se ha fortalecido mucho más. Espero que pronto pueda estar acá conmigo», indica.

Sobre la vida efímera en las redes sociales, considera que cada persona a la que le llegue su momento de popularidad debe aprovecharlo. «A todos nos pueden tocar nuestros cinco minutos de exposición y tú decides si te quieres quedar o si te quieres ir. En mi caso, yo hasta ahora me quiero quedar porque me divierto muchísimo y, de cierto modo, creo que he marcado una pauta en redes».

Aunque le gustaría capitalizar su contenido, no le preocupa mucho. Sin embargo, desde que comenzó el confinamiento inició un nuevo emprendimiento, @mipandejamonfeliz, y aprovechó su plataforma para impulsarlo. «Estuve dos meses sin trabajo y como buen venezolano me armé de valor e hice un plan: sé hacer pan de jamón y lo puse en marcha. No sé si por el hecho de ser el chamo de los TikToks me fue muy bien con las  ventas o si, por el contrario, mi pan de jamón es muy bueno. Sé que el pan es bueno, pero quizá si no hubiese tenido el éxito con los videos no hubiese vendido tanto», comenta. «Es una manera de hacer algo que me gusta, de alegrarle la vida a otro y de sacarle unos churupitos», agrega entre risas.

Hace tres años Rubén Ramírez no imaginaba que alcanzaría tanta popularidad en redes sociales, lo que le ha generado mucha satisfacción. «Conocí mucha gente para la que fui un ejemplo, serví de inspiración para muchos para conseguir las cosas que quieren, les subí el ánimo a otros y eso me llena mucho como persona», afirma.

Sobre su futuro, asegura que es incierto, pero le gustaría ser, con humor, la voz de muchos. Además, mantiene la esperanza de, en algún, momento animar un evento importante. «Siempre trato a través de mis videos de darle un mensaje a la gente, muchos lo tomarán y otros lo verán como comedia, pero ahí está. Me encantaría también ser referencia de algo, más que de TikTok. Siempre me he visto manejando un público en un show, es lo que siempre he querido y desde niño lo ensayaba frente al espejo y me encantaría que ese momento llegue», finaliza.


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