Cusica
Como en la edición anterior, el Cusica Fest demostró que lo logró una vez más. Sin nostalgia y con una propuesta más arriesgada | Foto: Julio Lovera (@jloverafotos)

Por ARIANY BRIZUELA | ISAAC GONZÁLEZ MENDOZA

Apenas termina un show en una tarima un grupo de gente corre a la otra para ver el siguiente concierto. No hay tiempo que perder. Todo pasa muy rápido. Otros prefieren esperar acostados en la grama el turno de su banda favorita, y están también los que pasan el tiempo cantando karaoke, pintándose la cara, jugando, conversando o buscando qué comer. En el Cusica Fest todo pasa. En un solo lugar, el campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar, se formó un centro para la cultura con sonidos de paz, amor, amistad.

Esa atmósfera la generó la propia gente. Al Cusica Fest asistieron personas vestidas de colores brillantes y llamativos. Muchos aprovecharon el área de maquillaje, en el bazar, para agregar escarcha y piedras decorativas a su look, así como también para hacerse trenzas de colores. Todos, hombres y mujeres, querían verse y sentirse acordes al ambiente que se vivía en el festival. Eso, en un terreno enorme, en un día soleado y otro con lluvia intermitente, creó una bonita atmósfera para cerrar 2022. A la gente no le molestaba sentarse o acostarse en el suelo cerca de un desconocido e, incluso, interactuar para saber sus expectativas. Durante toda la jornada hubo un clima de respeto, encuentro y diversidad.

Cusica Fest
Esta edición del festival es más arriesgada que la anterior, en cuanto a propuesta, espacio y dinámica | Johan Azuaje

Esta edición fue distinta a la anterior en cuanto a concepto. Hace tres años, en 2019, la propuesta era reencontrar a tres generaciones de bandas venezolanas con el público que los vio y los hizo crecer, y otra que los descubría. En esta oportunidad, la apuesta era emular la dinámica de un festival internacional, con muchos artistas –entre locales y extranjeros–, estilos musicales diversos y varios ambientes para un público que, aunque viene de vivir el regreso de los grandes espectáculos al país, no había tenido la oportunidad de experimentar el ajetreo y la intensidad de un gran festival.

Para muchos –la mayoría jóvenes– esta era su primera vez en un festival musical. Es el caso de Diana Ravelo, de 27 años de edad, que no pudo asistir a la edición anterior por temas económicos. Este año su situación mejoró y también se sintió motivada por la lista de artistas. “La edición pasada no pude venir y esta me emocionó mucho por los artistas de nivel internacional que estarán este fin de semana, además de los nacionales, que a uno le mueven el guarapo. Lo que es El Cuarteto de Nos, Bomba Estéreo y la nueva movida que es Çantamarta es simplemente genial”, dice emocionada mientras espera sentada en la grama junto a un grupo de amigos.

Cusica Fest
El sábado y el domingo, el campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar se convirtió en refugio para un público que celebró la buena música en una atmósfera de paz y respeto | Foto Johan Azuaje

Otros ya habían vivido la experiencia de la primera edición, que aún recuerdan con nostalgia. Aunque Andreína Escalona, de 26 años de edad, considera que la propuesta de este año es atrevida e interesante, piensa que en la anterior había más emoción en el público. «Quieren (Cusica) lograr una expansión o reconocimiento importante a nivel latinoamericano y eso está bueno, que es innovador en Venezuela. Creo que esta experiencia piloto con artistas internacionales está buena; sin embargo, en 2019 hubo un tema de emociones, nostalgia, que invadió al público y la vibra era distinta. Esta vez no siento que sea igual, evidentemente son tiempos distintos y hay otra dinámica, ya se han hecho muchos conciertos y la gente ya le bajó un poco a esa adrenalina, pero igual creo que todos están tripeando, pasándola bien», afirma la joven, que se animó a asistir al festival para ver a La Vida Bohème y Simón Grossmann.

Esta vez la propuesta fue mayor: más espacio y más artistas. Había dos tarimas, una principal para bandas grandes y una pequeña para proyectos solistas o de cantautores. Las presentaciones se alternaban entre escenarios, sin pausa. Para algunos esto le daba dinamismo al festival, mientras que para otros resultaba incómodo y perjudicaba a algunos artistas, especialmente a los noveles, que terminaban cantando a solo unos pocos, salvo un par de excepciones, como Nani, Meera o Escritores de Salem. «Creo que es algo que no ha sido tan positivo, tanto para los artistas como para el público, es el tiempo en el disfrute del show, y la ambientación del espacio. Es incómodo desplazarse de un lugar a otro y el tiempo es muy corto por tantas presentaciones. Entiendo que hayan querido empezar a la 1:00 pm por el Mundial pero, quizá, si hubiesen empezado más temprano daba chance para que se montaran los artistas pequeños y luego los artistas grandes con más tiempo para el disfrute de todos», añade Escalona.

Okills, quienes estuvieron en la primera edición del Cusica Fest, durante el primer día de festival | Foto Johan Azuaje

También estaban los mayores de 40 años, que en los años noventa y 2000 pudieron disfrutar de eventos como la Experiencia Roja o Caracas Pop Festival y ahora, con el Cusica, se están conectando con otra propuesta. Es el caso de Leibis Parra, de 48 años, quien fue motivado por su novia, 20 años menor que él. “Una parte interesante del Cusica Fest es que no es solo para chamos de 15 o 25 años, sino que hay para gustos bastante amplios”, expresó.

Para él, hacía falta este auge de conciertos que hay en el país, que tuvo como punto de partida justamente el Cusica Fest 2019 y que, con el de este año, después de la pandemia, está en uno de sus picos más altos, tomando en cuenta que el festival ofreció artistas internacionales y de larga trayectoria como El Cuarteto de Nos o Bomba Estéreo. “Somos millones de habitantes y debe haber actividades para todo el mundo, para toda la gente de cualquier parte de Venezuela. Esto genera empleo y además el talento está volviendo a brotar. Esto es una simbiosis tremenda de artistas de todas las edades y estilos”.

Mientras que Carlos Vásquez, de 61 años y profesor de Física en la USB, asistió porque quería ver especialmente a Bomba Estéreo, Monsieur Periné y Esteman. Aunque también se sintió, subraya, arrollado por las presentaciones de El Cuarteto de Nos y Çantamarta. “Lo he disfrutado mucho porque soy un melómano. Como doy clases de Física suelo inculcarle el gusto a mis estudiantes de la USB, lo que es por ejemplo Bomba Estéreo o Monsieur Periné”, explicó. “La diferencia de los conciertos en la actualidad es la difusión, ahora la difusión de música es más directa, tienes decenas de plataformas para ello”, opinó sobre los contrastes entre los conciertos de hoy día con los de los años ochenta.

En total, fueron 26 presentaciones que se alternaron entre dos escenarios, uno principal y otro para proyectos solistas o con sonido más acústico | Foto Johan Azuaje

En los dos días de festival varió la energía del público. Por ejemplo, en el primer show del sábado, el de Marco Mares, no había tanta gente frente al escenario de la tarima principal, pero los que estaban bailaban y lo escuchaban sentados sobre mantas. En cambio, cuando comenzó Çantamarta, gente que estaba en el área de comida, el bazar o en la tarima pequeña corrió para escuchar a la banda encabezada por Luis Lozano, mejor conocido como Luislo.

Con letras llenas de referencias sociales y de protesta, más su música movida, Çantamarta fue el grupo que activó la tarde del primer día. En un par de ocasiones, de manera indirecta, se refirieron a la situación política. Primero después del tema “Voy a mil”, cuando Luislo afirmó: “Me fui de esta tierra hace siete años y volví, nojoda. ¡Gracias, Caracas”. Luego, antes de “Chinita”, el cantante hizo una dedicatoria a los migrantes y también a las personas que regresaron. “Por las familias que tuvieron que acostumbrarse a la soledad”, subrayó.

Otro show de gran performance fue el de Irepelusa, que contó con mucho acompañamiento de un público que coreaba sus canciones. “Qué bonito es estar cerrando mi gira en mi país, en Venezuela, y estar en el Cusica Fest, más bulla, por favor”, dijo la cantante que interpretó sus temas uno tras otro, sin dejar de bailar y moverse en el escenario, acompañada muchas veces por bailarines. Entre sus temas estuvieron “Parapente”, “Negro” o “Patatús”.

Irepelusa cerró su gira Un koala en una palmera en el Cusica Fest | Foto Johan Azuaje

Del sábado, además de Irepelusa y Çantamarta, destacaron también las presentaciones de Monsieur Periné, El Cuarteto de Nos, y el cierre, Rawayana.

Con Monsieur Periné hubo un show de bailes con folk, pop y jazz, en una actuación formidable de Catalina García, que ofreció en un momento de la noche un discurso a favor del cuidado del ambiente, el feminismo y el aborto. “Quiero usar mi voz para recordar que son millones de vidas silenciadas, nos duele, dentro nos duele. No queremos ir a la calle con miedo, no queremos. Y ahora más que nunca nadie nos dirá qué hacer con nuestro cuerpo”, expresó.

El Cuarteto de Nos, de Uruguay, se enfocó en ofrecer un show espectacular a nivel visual y de actuación. Roberto Musso cantó temas viejos y recientes de la veterana banda que admitió sentirse complacida de estar en el país y espera hacer una presentación el año que viene. No hubo muchos detalles, pero sus seguidores en la USB, que iban de 25 a 45 años, saltaron y gritaron cuando lo escucharon. Entre los temas que tocaron estuvieron “Ya no sé qué hacer conmigo”, “Lo malo de ser bueno” y “Anónimo”.

Una de las presentaciones más destacadas del sábado fue la de El Cuarteto de Nos | Foto Julio Lovera (@jloverafotos)

Rawayana comenzó de inmediato con “Funky fiesta” y siguió con otras conocidas como “Welcome to El Sur” o “Vocabulario básico”, así como algunas de un disco que saldrá pronto, como “Dame un break”. La banda venezolana , al cerrar, quiso destacar el esfuerzo del Cusica para realizar el festival de este año. De hecho, el solista Alberto “Beto” Montenegro admitió que no tenían pensado venir al país, vinieron por el Cusica, “que la está partiendo”, expresó. Antes de culminar, pidió al cartel convocado para el sábado subirse al escenario para cantar “High”, y afirmó, en medio de la emoción, que el que no brincara en la USB “era chavista”.

Hace tres años, en 2019, la propuesta era reencontrar a tres generaciones de bandas venezolanas con el público que los vio y los hizo crecer, y otra que los descubría | Foto Julio Lovera (@jloverafotos)

Aunque el domingo hubo más personas en el festival, fue el día en el que la gente estuvo menos entusiasta, al menos durante la tarde. Las presentaciones empezaron una hora después de lo previsto debido al partido. A diferencia del día anterior, en el que durante la jornada hubo muchos picos de emoción entre artistas, el último día del Cusica Fest la energía del público se mantuvo muy lineal durante los shows de Ha$lopablito, Gran Radio Riviera o Simón Grossmann. Fue con el performance del colombiano Esteman que la gente se animó a levantarse del suelo para bailar al ritmo de “Noche sensorial” o “Caótica belleza”, que dedicó a Caracas. El cantante también aprovechó la ocasión para hablar de los derechos LGBTIQ+. “Este año me comprometí con mi novio. Qué bien se siente poder decir esto siendo un hombre gay”, dijo. Le siguió el español Marc Seguí, que puso a unos cuantos a bailar con temas como “Agua salada” y “Tiroteo”, la más conocida.

La actuación de Devendra Banhart fue una de las más particulares del domingo. Pidió al público, en la mayor parte de su show, buscar maneras de conectarse consigo mismos y con la tierra, mientras él componía el espacio con sus canciones oníricas que tocan temas vinculados con la espiritualidad y las energías, como por ejemplo “Won’t You Come Over”, “Für Hildegard von Bingen” o “Luna de Margarita”, esta última original de Simón Díaz.

Del domingo las presentaciones más esperadas fueron las de La Vida Bohème y Bomba Estéreo.

La Vida Bohème no perdió tiempo en su show y comenzó con sus éxitos «Radio capital», «Nicaragua» o «Flamingo», así como «Manos arriba» y «Cementerio del este». Su presentación se caracterizó por estar cargada de mucho misticismo e intriga, con largos interludios en casi todos los temas. No dejaron mucho espacio para la conversación con el público, por el contrario, interpretaron los temas uno tras otro jugando con los colores en las tres pantallas del escenario, dos pequeñas a los lados y una grande en el medio. Esta banda caraqueña nacida en 2006, que se ha caracterizado por sus letras poéticas mezcladas con largas y complejas composiciones musicales, puso a bailar y cantar a un público que ha sido fiel a su trabajo desde sus inicios.

Cusica
En esta oportunidad, la apuesta era emular la dinámica de un festival internacional, con muchos artistas –entre locales y extranjeros–, estilos musicales diversos y varios ambientes| Foto Julio Lovera (@jloverafotos)

El cierre del Cusica Fest con Bomba Estéreo fue ideal para la atmósfera colorida del festival. El grupo colombiano mostró en escena una propuesta colorida, con una vestimenta extravagante de Li Saumet, que se cambió varias veces durante su show, siempre apegada a garantizar una imagen repleta de brillo y color. Especializada en distintos géneros, como el rock, la música electrónica, el reguetón alternativo, así como la cumbia y la champeta, la banda interpretó temas como “To My Love”, “Fuego” u “Ojitos lindos”, con la que se despidieron y que originalmente canta con Bad Bunny. En esta oportunidad la voz del puertorriqueño se escuchó en las cornetas del escenario. Además de expresar su agradecimiento por estar por primera vez en Venezuela, Saumet ofreció en momentos un discurso a favor de la “rareza”, pues, según recordó, a ella la criticaban mucho de pequeña por su personalidad, y a favor de los derechos de “todes” las personas. Prometió un show de baile hasta el amanecer. No fue así, claro, por un asunto de tiempo, pero sí obtuvo la atención absoluta de un público que los esperaba con ansias.

Así como ocurrió en 2019, el Cusica Fest demostró que lo logró otra vez. Sin nostalgia y con una propuesta más arriesgada que dejó con ganas de más a un público que, a diferencia de hace tres años, ha tenido la oportunidad en los últimos meses de volver a disfrutar de una variada oferta de conciertos. Sin embargo, tal como afirmaba el mural a la salida del campo de fútbol de la USB: «Caracas, esto está pasando de nuevo» o, mejor dicho, pasó de nuevo.


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