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Los españoles David Martí y Montse Ribé, Oscar al Mejor Maquillaje por El laberinto del fauno, se ganaron 17 años después una nueva nominación, ahora por La sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona, un tiempo en el que siguen percibiendo que «aunque hay nuevas técnicas y materiales, la profesión sigue siendo muy artesanal».

En una entrevista con EFE en el estudio DDT Efectos Especiales en Barcelona (España), Ribé señala que «en esos 17 años han aparecido muchas técnicas nuevas, las impresoras 3D, los escáneres para los actores, los tránsfers, que ahorran mucho tiempo, pero básicamente sigue siendo algo muy artesanal, seguimos haciendo moldes».

No ocultan que todavía están «en choque y superilusionados» por esta nominación que no esperaban: «La primera vez que fuimos a la alfombra roja pensamos que íbamos a disfrutar porque los Oscar solo se viven una vez y ahora resulta que vamos una segunda vez», apunta Martí.

Ambos afrontan esta segunda ocasión «más relajados» y pensando que esta vez no se traerán la codiciada estatuilla, pues «en esta edición la competencia es muy dura, especialmente con Maestro y Poor things«.

Ribé recuerda que «estar entre las cinco nominaciones de la shortlist es ya un premio».

Sobre su trabajo en La sociedad de la nieve, señalan que el equipo, del que también formaban parte las maquilladoras Ana y Belén López-Puigcerver, afrontó varias dificultades: «Nuestro trabajo era todo lo relacionado con el maquillaje protésico para reconstruir las heridas más bestias del postaccidente, y también hicimos un montón de dummies, los muñecos hiperrealistas, de lo que son los cadáveres», apunta Ribé.

Sin embargo, precisa Martí, la parte más difícil fue en la última fase, donde los actores están más delgados: «Tuvimos que hacer unas prótesis para reforzar esa delgadez y una de las cosas más difíciles era que no sabíamos cómo iban a estar ellos de delgados en el momento que ya hubieran hecho la dieta, porque tendemos a pensar que los supervivientes del avión estarían como si fueran de Auschwitz, pero en realidad no estaban tan delgados, como se ve en las fotos».

Cada persona del equipo aportaba su pequeño trocito para no tener que estar retocando continuamente, por la dificultad añadida de estar rodando en un tubo, el avión, donde están todos los personajes en el suelo y no puedes ir a retocar al que está al fondo, «al margen de la dificultad añadida de rodar en una montaña».

Admiten que esta nueva nominación viene a corroborar el nivel que tienen los equipos técnicos del cine en España: «Echo de menos en la película de Bayona otras nominaciones como los efectos visuales, la fotografía, el vestuario o el sonido», añade Ribé.

Cuando en 2007 ganaron el Oscar por El laberinto del fauno, del mexicano Guillermo del Toro, ambos confesaron que su gran sueño era trabajar con el estadounidense Steven Spielberg.

«Seguimos teniendo ese sueño, aunque en parte ya lo cumplimos a pequeña escala, haciendo una nariz y unas orejas para el doble de Harrison Ford en la quinta entrega de Indiana Jones, que fue alucinante», indica Martí.

No desaprovecharán la ocasión el próximo 10 de marzo en la gala para recordarle el sueño incumplido a Spielberg, que es el productor de una de las películas que compite en esa categoría, Maestro.

Preguntados por la inteligencia artificial, Ribé y Martí apuntan que «podrá ser útil en los procesos de diseño de las producciones, pero de la mano del artista» y perciben que «de momento, está afectando más a los efectos visuales, es decir, la imagen por ordenador, a los técnicos que hacen rotoscopia manualmente».

Como si fueran «dinosaurios», en DDT tratan de «preservar seguir haciendo las cosas artesanalmente».

Mientras llega la alfombra roja de Hollywood, afrontan actualmente un trabajo para una serie sobre el personaje real de la mexicana Julia Pastrana, que vivió en el siglo XIX y que padecía hipertricosis o síndrome del hombre lobo. «Una señora que era muy peluda y hasta ahí podemos leer», concluyen.


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