Sinfonia Migrante - sistema de orquestas exterior
La Orquesta Sinfonía Migrante en el Teatro Municipal en Lima, Perú. 10 de noviembre de 2019 | Foto Cortesía

De un núcleo en el occidente de Venezuela salió la cara más visible del sistema de orquestas: Gustavo Dudamel. Primero violinista, luego se formó como director de orquestas. Fue en 2004, con apenas 23 años de edad, que su nombre comenzó a escucharse internacionalmente: ganó el Festival Internacional de Directores Gustav Mahler, en Bamberg, Alemania.

El reconocimiento le abrió las puertas de la que hoy es su casa desde hace más de una década, la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, considerada una de las mejores de Estados Unidos, según la crítica de ese país.

No es el único alumno del formado en el proyecto creado por José Antonio Abreu hace 45 años que triunfa internacionalmente. Después del de Gustavo Dudamel, los nombres de Diego Matheuz y Christian Vásquez también son reconocidos fuera del país.

La proyección de Matheuz comenzó en 2009, cuando el director italiano Claudio Abbado, quien fue director musical y artístico de la Scala de Milán y la Orquesta Filarmónica de Berlín, lo invitó a ser director principal invitado de la Orquesta Mozart de Bolonia. A partir de allí fue titular durante cuatro años de Teatro La Fenice de Venecia e invitado de la Orquesta Sinfónica de Melbourne, en Australia, durante tres. También ha grabado con sello discográfico alemán Deutsche Grammophon en 2018. La revista británica Gramophone en 2011 lo señaló como uno de los diez jóvenes directores “íconos del mañana”. Vive en Berlín desde 2015.

Diego Matheuz al frente a la Saito Kinen Orchestra, en la la celebración del 120 aniversario de Deustche Gramophon

Vásquez también vive en Berlín. Entre 2010 y 2017 fue director de la Orquesta Juvenil Teresa Carreño, perteneciente al sistema de orquestas, pero que desapareció producto del éxodo de sus integrantes debido a la crisis del país. Con esta formación se presentó en los más importantes escenarios de Londres, Berlín, Lisboa, Hamburgo, Milán, Toulouse, Viena, Ámsterdam, Salzburgo, Múnich, Estocolmo, Estambul, China, y Japón.

Paralelamente, a partir de 2013 se desempeñó durante seis años como director musical de la Orquesta Sinfónica de Stavanger, en Noruega, y desde 2015 estuvo como invitado principal de la Orquesta Sinfónica de Arnhem, Holanda. Al culminar los contratos con ambas agrupaciones, se convirtió en un director freelance: va a donde lo inviten.

No son solo directores los que ha exportado el sistema de orquestas. Son muchos y talentosos músicos, unos más reconocidos que otros y con mayor proyección internacional, entre ellos, Francisco “Pacho” Flores, Alexis Cárdenas y Edicson Ruiz.

El trompetista Pacho Flores ha sido solista en orquestas como la Filarmónica de Kiev, la orquesta NHK de Japón, la Sinfónica de Tokio y la Filarmónica de Osaka. De sus seis producciones discográficas, cinco las editó el sello alemán Deustche Grammophon.

A los 15 años de edad, Edicson Ruiz ganó el Concurso Internacional de Contrabajistas de Indianápolis en Estados Unidos. En 2001 fue becario de la Academia Orquestal de la Orquesta Filarmónica de Berlín, de la que es actualmente el miembro más joven. Ha pasado por escenarios de Londres, Portugal, Alemania, España, Luxemburgo, entre otros. A finales de 2019 realizó conciertos en Japón.

Por otro lado, Alexis Cárdenas instaló su violín en Francia, donde es concertino súper solista de la Orquesta Nacional de Francia, en París desde 2010. Recientemente formó su propio cuarteto con tres músicos venezolanos: Gonzalo Grau, en el piano; Leonidas Rondón, en el cuatro y Roberto Koch en el contrabajo.

Como parte de las nuevas generaciones destacan José Olivetti, director orquestal de 27 años formado en el núcleo de Lara, que ganó en 2019 el concurso de dirección de la academia Welden Musikkapelle, convirtiéndose en el primer extranjero es ser designado en ese cargo.

También Rodolfo Barráez, quien a los 22 años participó en el V Edición del reconocido Concurso Gustav Mahler de Dirección Orquesta y en 2018 ganó el Premio Internacional de Dirección de Orquesta de la Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México en su primera edición. En noviembre culminó sus estudios de Dirección Orquestal en el conservatorio Hochschule für Musik Hanns Eisler en Berlín.

El fallecido director de orquestas Claudia Abbado, dijo en 2005 luego de trabajar con el sistema de orquestas en su aniversario 30: “Venezuela es considerado por muchos un país del tercer mundo, pero que tiene un sistema orquestal que puede dar más de una lección a Europa y donde la música tiene una valencia social altísima que no he encontrado en ninguna otra parte del mundo. Tienen un enfoque colectivo de la música: no les interesa ser solistas como pasa en Europa. Lo que quieren es tocar juntos”.

El del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela ha sido un modelo que ha inspirado programas sociales en más de 70 países. Entre estos se encuentran: Argentina, Australia, Austria, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Escocia, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Japón, Honduras, Inglaterra, Italia, Jamaica, India, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Papúa Nueva Guinea, Puerto Rico, República Dominicana, Trinidad y Tobago, y Uruguay.

Pero la crisis también llegó al sistema. Y sus alumnos ya no salían impulsados por razones académicas: el objetivo era buscar calidad de vida. Los bajos salarios, la merma en las giras, la inseguridad, entre otros factores, ha hecho que muchos de los adolescentes formados en las filas de proyecto del maestro Abreu, cientos de ellos, decidieran poner tierra de por medio e intentar una nueva vida en la que la música siempre continuaría formando parte de sus vidas.

Una manera de, dicen muchos, darle continuidad a lo aprendido en el sistema de orquestas, al que siempre le estarán agradecidos y al que muchos sueñan con volver.

Uno de ellos es Anais Rivas, violinista de 25 años de edad. Necesitaba conseguir los recursos para poder operar a su papá. Migró a Lima en 2017, por tener el beneficio de la nacionalidad. Pero no fue fácil. Al llegar trabajó como personal de seguridad casi un año hasta que le ofrecieron un trabajo como profesora de violín en una escuela. Se formó desde los ochos años en el Sistema.

Por su parte, el cornista Carlos Aragón se fue con su esposa flautista y su hija a Miami en 2015. La pareja ejercía profesionalmente en la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, mientras que Aragón también dictaba clases en los núcleos de Chacao y Los Chorros del Sistema. Pero el salario no era suficiente. También la inseguridad estaba al acecho; en ese entonces, habían secuestrado a un vecino. “Teníamos que irnos, sino iba a ser más difícil salir”, cuenta.

Ambos expulsados del país por la misma crisis que se ha llevado a 4,8 millones de venezolanos fuera de las fronteras, de acuerdo con cifras de Acnur, también tienen otra cosa en común: buscaron en esa nueva tierra una forma de continuar haciendo música.

Aragón junto con su esposa Eva Moreno y su compañero Anthony Pérez reunieron a más de 100 músicos venezolanos. Organizando su rutina entre la prestación de servicio de Uber, Lyft y tocar en algunas agrupaciones, practicaron en horario nocturno para darle forma a Bolivar Phil. La orquesta debutó el 30 de junio de 2019 en un auditorio de la Florida Internacional University. Actualmente se encuentran preparando tres conciertos para el verano de 2020. Los integrantes, en su mayoría, son jóvenes formados en el sistema de orquestas.

Bolivar Phil en su debut en la Florida International University en julio de 2019 | Foto EFE

Anaís Rivas, por su parte, encontró su lugar en la Orquesta Sinfonía Migrante que, más allá de darle espacio a los migrantes venezolanos que no han logrado insertarse en el sector musical del Perú, apuesta por la integración y por aportar al mundo cultural de ese país. Debutó el 24 de agosto de 2019. A partir de ese concierto, crearon también un coro que lidera Pablo Morales. Su última presentación la realizaron en alianza con la Organización Internacional para las Migraciones, en ocasión de la semana del migrante en diciembre de 2019. Varios integrantes de este movimiento, al principio, tocaron en las calles y autobuses de Lima. Muchos de ellos, miembros del sistema de orquestas.

La escena se repetía en Buenos Aires. Jóvenes tocaban diariamente en el subte, el sistema subterráneo de la capital argentina. Allí los vio el músico y productor audiovisual Omar Zambrano, quien trabajó por años en el sistema. Fue él quien concibió en 2017 la Latin Vox Machine, de las primeras agrupaciones que reunió a músicos del sistema que abandonaron el país por la crisis política, social y económica. “Aquí estamos reviviendo el sistema, es como volver a esa felicidad”, dijo su fundador en una entrevista a El Nacional en 2018.

Latin Vox Machine en una presentación en Buenos Aires. 9 de octubre de 2018 | Foto AFP

Ese mismo año, en el país de al lado, Chile se gestó la Orquesta de Venezolanos en Chile. Impulsada por Ana Vanessa Marvez, formada en el sistema de orquestas, fue el proyecto piloto de lo que hoy es Música para la Integración. “La escasez de espacios en Chile para la integración y el desarrollo profesional de músicos académicos ha provocado la pérdida de un gran número de profesionales capacitados y talentosos, tanto chilenos como extranjeros, estos últimos con muy pocas oportunidades de lograr su inserción en el medio. Como respuesta a este problema, este proyecto nació con el objetivo de generar una alternativa para niños, jóvenes y adultos migrantes que deseen contribuir al desarrollo artístico y social de Chile”, dijo la fundadora a un medio local chileno.

Actualmente tienen cinco núcleos de formación infantil, una orquesta sinfónica, un coro polifónico y varios ensambles.

Más recientemente surgieron la Orquesta de la Juventud en Bogotá, Orquesta Filarmónica Gran Colombia en Medellín y la Orquesta Carlos Cruz-Diez en Madrid.

Jesús Morín, director sectorial de formación académica del sistema de orquestas, dice al respecto: “Esos movimientos migratorios son naturales. Los músicos somos por naturaleza inquietos. El músico no puede dejar de hacer música, los que hemos sido formados en el sistema, crecimos bajo una filosofía de la práctica colectiva de la música, que parte de nuestra filosofía de vida que es la interacción musical en una masa con un grupo. Es natural y válido. Necesitan hacer música”.


2/5 Este es el segundo reportaje de un seriado sobre el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela en ocasión de su aniversario 45.


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