Micro TDH
Foto: Archivo

Micro TDH es un artista que surgió en medio de una inhóspita situación política y económica como la acontecida en Venezuela. Desde 2012 viajó de ciudad de ciudad para participar en plazas y tarimas compitiendo en batallas de freestyle. El rap era su manera de enfrentar la injusticia que veía a diario, y con este género una legión de seguidores lo apoyó hasta convertirlo en un ícono de la escena urbana en su país.

Una década después y con tan solo 23 años de edad, el joven cantante ha logrado ser un camaleón artístico, colaborando con artistas de géneros latinos, como Pablo Alborán, Yandel, Myke Towers, Lasso y Lenny Tavárez.

Su segundo álbum, lanzado a finales de 2021, incluye géneros como el rap, trap, hip-hop, que son parte de su sello, pero también otros como la balada.

—Tu pasión por la música empieza antes de tu incursión al mundo del freestyle. ¿Cómo fue ese camino antes de lograr ser el artista que eres hoy?

—En mi vida siempre estuvo presente la música como un talento, pero no como un trabajo. Desde los 3 años ya cantaba en el colegio, en la iglesia e hice hasta villancicos en la radio de mi ciudad. Luego, a los 9 años, tuve mi primer profesor particular de guitarra y aprendí a componer, ahí fue cuando creé mi primera canción y me enamoré de la música. Aun así no pensé hacer una carrera musical porque en aquellos años había [en Venezuela] una situación política que cada vez se ponía peor y no me permitía soñar, pero cuando llegó el rap a mi vida y mi abuela se enfermó de cáncer tomé esas dos inspiraciones para adentrarme a la música. No quería lograr nada en particular, yo me enamoré del rap siendo un niño de 12 años que veía como yacía la injusticia en la sociedad. Me cuestionaba muchas cosas a muy temprana edad y gracias al rap pude expresarme. Me gustaba que podía decir lo que yo quisiera sin estar pendiente de si la canción se hacía famosa o no. Ya cuando vi que a la gente le estaba gustando, pensé que era una bendición, porque ese no fue el objetivo principal.

—¿Cómo lograste salir adelante en medio de la difícil situación política que atravesaba tu país?

—Es difícil, sin duda. Porque la generación de donde venimos nosotros, los artistas venezolanos, tuvimos plataformas de promoción y difusión de la música inexistentes. No había nada que promoviera de manera correcta la música emergente. Entonces nuestro único aliado fue el Internet, esa fue la herramienta que nos ayudó a promocionar nuestra música, no solo dentro de Venezuela, sino a nivel internacional. Fue tan grande que el gobierno tuvo que darse cuenta de que había un gran fenómeno dentro del país y debía apoyarnos.

Estoy muy orgulloso de haber pertenecido a esa generación porque fuimos los que trajeron de vuelta la industria musical a nuestro país. Hicimos un movimiento social que logró que la gente se sintiera nuevamente representada por artistas nuevos; gracias a eso, los grandes sellos se volvieron a interesar por el talento nacional y fuimos firmados por multinacionales como Sony Warner o Universal. Ese fue un trabajo que se llevó a cabo por muchos años, pero no fuimos nosotros quienes lo empezamos. Los que lo empezaron fueron artistas de rap, como Canserbero, quien dejó un legado más allá de su música, porque tuvo la visión de que creáramos una industria y esta solo se formaría con un trabajo colectivo. Antes en el rap había mucha gente que estaba dividida, nosotros nos dimos cuenta de que si nos unimos podemos hacer más que separados.

—Justamente, vienes de la escena del freestyle y el rap, que tiende a ser muy crítico con la música comercial. ¿Cómo fue ese salto?

—Fue una transición. Yo era purista, me encantaba el rap, pero también vengo en la escena del freestyle, que pude haberlo cogido como una carrera competitiva profesional, pero en cierto momento me di cuenta de que esa escena me quitaba más de lo que me daba. Me restaba energía, tiempo y era muy incierto, porque dependías de tres jurados que te evaluaban según su criterio. Son muchas cosas que generan presión. Yo ya tenía una carrera con varias canciones, las personas escuchaban mi música, por lo que pensé: “Para qué me voy a estar matando aquí, si puedo seguir haciendo mi música tranquilamente”. Ya no disfrutaba hacer freestyle, me dejaba un sabor agridulce. Cuando llega el R&B, me motivó bastante y empecé a cambiar de estilo, hice juegos con mi voz, quise experimentar más. Después me sentí cómodo para hacer un reguetón con canciones como “Ponte”. Venimos de una generación que te señalaba por la música que haces, y tratamos de romper ese tabú, para que así la gente disfrute la música sin etiquetas. Ahora ya hago de todo.

—Es curioso, porque ahora sueles decir que prefieres no politizar tu música. ¿Qué cambió realmente?

—Estoy en un punto de mi carrera donde mi opinión y mi impacto es delicado, ya que puede ser muy tergiversado por las personas jóvenes. Aún creo que es importante adoptar una postura, pero si vas a hacer un cambio es mejor que lo hagas desde adentro, en tu comunidad, tu familia o incluso en ti mismo. En aquellos años yo era un adolescente que estaba viendo muchas cosas horribles en su alrededor, mucha injusticia y un país que se estaba cayendo a pedazos. Nadie me prestaba atención, entonces decía lo que quería. En este punto de mi vida es más importante manifestar un mensaje de amor, más allá de lo político. Sin embargo, no me excuso de que en algún momento sí podamos tratar todo lo que estamos viviendo como la falta de amor, de confianza o también el daño que le hacemos al medioambiente. Eventualmente podría fluir estas canciones, pero pasé cinco haciendo esa música sin parar, ahora estoy tratando de drenar esos sentimientos y crear otro tipo de música.

—Aun así, en tu canción “Productos básicos” de tu último álbum, haces una crítica a la industria musical a la que perteneces diciendo que “fabricas mil temas de plástico”.

—Literalmente (risas). Pero es que todos estamos haciendo temas de plástico. La industria musical funciona como un McDonald’s, todo depende del producto que quieras vender. A veces, para que nuestro negocio se capitalice tienes que hacer un producto que conecte con la mayoría de la gente, y también, si queremos dejar un legado con el producto que vendemos, un día podemos ofrecer algo diferente que rompa los esquemas anteriores. Son estrategias de marketing, cada uno ve cómo vende su arte, su mensaje y su producto. El mismo Kendrick Lamar tiene un par de canciones comerciales que lo hará capitalizar su carrera de por vida y, por otro lado, tiene un catálogo excesivo de canciones contestatarias. Entonces puedes hacer lo que quieras.

—Entonces, ¿cuál es el tipo de música que quieres hacer en el futuro?

—En este próximo año estoy haciendo mucha música electrónica, probando nuevas cosas. Estoy redescubriendo y probando nuevas técnicas. No sé adónde parará todo eso. Es verdad que quisiera contar algo, pero sin contarlo. Si antes mi música te dejaba dudas, como la que me acabas de decir con “Productor básicos”, ahora quisiera que mi música deje un mensaje interpretativo y subjetivo para cada uno. Que solo yo sepa el significado, y que tú interpretes el mensaje que quieras. Ese es mi próximo objetivo.


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