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Foto EFE

Meg Ryan, que presenta en el BCN Film Fest su filme Lo que sucede después, que dirige y coprotagoniza junto a David Duchovny, piensa que «siempre hay lugar para la comedia romántica en el cine«, el género que la llevó al estrellato en Hollywood en los años 90.

En un encuentro con varios medios, Ryan dijo este domingo que el éxito de las comedias románticas es que «de manera secreta hablan de momentos culturales; siempre lo han hecho, en los años 30, en los 40, en los 90 y también ahora».

Meg Ryan pensó en Lo que sucede después durante la pandemia, «cuando todo el mundo estaba encerrado y aislado, no conectado» y pensó que «era una oportunidad de la que se podía aprovechar la cultura americana, con esa necesidad de reconectar, algo que está detrás de esta película, donde dos personas que no tienen las cosas del todo claras están dispuestas a decir ‘lo siento’, dispuestas a reconciliarse, a entenderse».

A su juicio, este trasfondo habla también «del momento que vive Estados Unidos» y «desearía que sucediera esa reconexión, esa reconciliación», añadió.

Ryan dedica su película a Nora Ephron, por el trabajo que hicieron juntas, «como amiga y como mentora»: «Pensaba en ella cada día durante la filmación y al final me di cuenta hasta qué punto su influencia había sido grande».

Para la intérprete, «Nora Ephron hizo unas películas muy inteligentes, en un momento en que las mujeres no estaban haciendo eso y tuvo éxitos comerciales, y cuando uno de sus filmes no funcionaba decía ‘soy mujer, voy a hacer la siguiente’, por tanto ha sido un ejemplo maravilloso».

Lo que sucede después parte, según su directora y también guionista, de una «premisa fantástica»: dos personas que tienen problemas pendientes por resolver y que se quedan encallados una noche en un aeropuerto; y el guion, basado en una obra de teatro, trata de crear un misterio de lo que había pasado antes, con un aeropuerto y su megafonía que generan «una presencia más mágica».

Admite que en la película hay melancolía y nostalgia, porque «los dos personajes miran atrás, hubo malentendidos, se rompieron el corazón entonces, y cada uno siguió un camino distinto basado en no tener las cosas claras, por lo tanto, «hay una tragedia en todo esto, algo poco habitual para una comedia romántica».

A través del personaje de Duchovny, subyace en la película la cuestión del edadismo laboral, muy frecuente en el mundo del cine, algo que Ryan atribuye a que «el cine es un negocio dominado por el mercado, y, claro, los que triunfan son los más jóvenes».

Pudo sacar adelante el proyecto coproduciéndolo, «con un presupuesto muy limitado, con muy poco tiempo, 29 noches», pero cree que «en la actualidad películas independientes tienen más oportunidades a través de las plataformas de streaming, un nuevo modelo mundial actualizado respecto a la salida que antes tenía este tipo de cine con el DVD».

Tras el estreno en Estados Unidos, Meg Ryan detectó que «muchos hombres se identifican con el personaje de David, con su ansiedad, no saber dónde encajar, compartir el problema de ser padre y saber si sigue siendo útil o no, y también el lamento de quizás tener a mano un amor que no supo aprovechar».

Presentar solo a dos actores ante la cámara en un aeropuerto era de por sí un reto, admite Ryan: «Se trataba de convertir algo tan simple en una película compleja, que fuera comedia y drama a la vez, por tanto, hay un grado de dificultad invisible, sobre todo, porque no teníamos presupuesto para los extras».

Sobre la nueva etapa que vive en Santa Bárbara (California), asegura: «Tengo una vida muy agradable, con buenos amigos, unos hijos fantásticos, me encanta el diseño, me siento bien actuando, dirigiendo, escribiendo guiones, estoy en un cambio, en un precipicio muy agradable».


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