«Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente», anunció Isabel Preysler a través de una publicación en la revista española ¡Hola! «No quiero dar ninguna declaración más y agradezco a los amigos y medios de comunicación que nos ayuden en esta decisión», agregó.

Sin vuelta atrás y con estas palabras pone fin a casi ocho años de amor con Mario Vargas Llosa, escritor, político, Premio Nobel de Literatura y su compañero de vida desde que, en febrero de 2015, saltara la noticia de su noviazgo.

Enamorados como dos adolescentes e inseparables desde sus inicios, consiguieron que todo el mundo viviera su romance como si su felicidad fuera contagiosa. Según la prensa rosa, «nada se les ponía por delante». Pero los años pasaron y la relación perdió, poco a poco, la ilusión del principio.

Su separación, por lo tanto, fue sencilla. Al parecer, el cese de su convivencia y la intención de continuar cada uno por un camino diferente fue el catalizador. De hecho, ¡Hola! recuenta que, a mediados de diciembre, tras una escena de celos infundados, Vargas Llosa salió de la casa de Isabel y se instaló en su piso en el centro de Madrid, sin la menor explicación. Desde ese día, no se les vio de nuevo juntos.

Según la publicación, esta no fue la primera vez que Mario abandonaba la casa. Ya había sucedido en una ocasión por la misma causa. Esta actitud recurrente «fue lo que llegó a convencer a Isabel de que no merece la pena seguir apostando por una relación que los hace infelices». De esta manera, estas han sido las primeras Navidades que han pasado separados después de casi ocho años juntos.

Cómo nació el amor entre Isabel y Vargas Llosa

La chispa saltó durante un viaje organizado por Porcelanosa para visitar al entonces príncipe Carlos de Inglaterra en el palacio de Buckingham. Era el mes de mayo de 2015. Mario estaba separado de su mujer, Patricia Llosa, con quien había celebrado, ese año, sus bodas de oro. Isabel, por su parte, había enviudado de su marido, Miguel Boyer, en septiembre del año anterior, después de casi tres décadas de matrimonio.

Entonces apareció Mario, un amigo al que conocía desde hacía muchos años, y se produjo entre ellos un auténtico flechazo que no pasó desapercibido entre sus compañeros de viaje a Londres.

Mediáticamente, las alarmas se dispararon con la portada de ¡Hola!, que la semana siguiente a la de la fiesta de Londres tituló: «Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, fotografiados juntos en un almuerzo para dos en Madrid». Siete días después, en otra portada, aparecían las imágenes que confirmaban su relación, al salir de un restaurante donde habían cenado los dos solos. Aquella era la primera vez que aparecían juntos en público, aunque ya había estallado la noticia de su romance y Vargas Llosa se había visto obligado a aclarar que estaba separado, ya que esta circunstancia se había puesto en duda.


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