Perroni

Las consecuencias fatales del erotismo y el deseo sexual transformado en obsesión son los temas que la actriz mexicana Maite Perroni explora en Oscuro deseo, la nueva serie original de Netflix que se estrena este miércoles y que, según dijo la artista a Efe, representa la consolidación del nuevo camino que ha tomado en su carrera.

«Amo la televisión, estoy muy agradecida a la televisión por todos los personajes que he hecho, lo que pude aprender, las oportunidades que me dio. Sin embargo, ahora estoy enfocada en otro tipo de producciones con personajes más complicados», expresó la actriz de 37 años de edad.

Y si hay una palabra para describir a su personaje en Oscuro deseo es justamente esa: «complicada», en su mundo interno y en una situación en la que se mete «casi por accidente».

Se rata de una profesora universitaria «que cree que tiene todo controlado en su vida» y, sin planificarlo, «tiene una experiencia erótica que va poniendo en peligro sus esferas», describió Perroni al hablar de su personaje en la serie, donde comparte carteles protagónicos con Erik Hayser y Alejandro Speitzer.

«Ella es una mujer mucho mayor que yo y muy diferente de mí en absolutamente todo, comenzando por su físico», explicó la artista, quien se definió como alguien «energética, distraída» y hasta un poco torpe, pues vive dándose «golpes con todo”:

Y, además, mientras Alma es callada y reposada, Perroni se describe como «conversadora, extrovertida».

Por otro lado, la función de madre de este personaje es «esencial» a su historia, pues aunque en la vida real ella no tiene hijos, «fue un reto muy bonito» para el que contó con la complicidad no solo de sus compañeros actores, incluyendo a Jorge Poza, quien hace de su marido, sino de sus directores.

Oscuro deseo es dirigida por Pitipol Ybarra y Kenia Márquez, a quien Perroni describió como una «aliada indispensable», en especial en las escenas más demandantes. «Ella me decía con una firmeza y asertividad típica de las mujeres seguras probemos otra vez, y porque no lo haces así», recordó la artista.

Erotismo y obsesión

Los que siguen identificando a Perroni con Lupita, aquella jovencita sencilla que llegó becada en 2004 la Elite Way School de la telenovela Rebelde«y a la jovencita que recorrió al mundo como parte del grupo RBD, se van a quedar con la boca abierta cuando la vean como Alma.

Incluso, si la habían seguido en telenovelas como Antes muerta que Lichita y Papá a toda madre.

Los que la habían visto como Adriana en la primera temporada de El juego de las llaves, la serie de Amazon Prime, quizás tendrán un aterrizaje menos forzoso a la Maite Perroni del 2020, pero aun así su actuación es impresionante, así como su deseo de meterse en la profundidad más sexual del personaje.

«Me gusta poder explorar a mujeres que son complejas, con temores, con pasiones, con grandes ideas, con complejos y con seguridades. Claro, gran parte de eso, es su vida sexual. El erotismo, las crisis de pareja», indicó.

Aunque reconoce que las escenas de sexo serán las que van a dar mucho de qué hablar, Perroni se encuentra más fascinada por los elementos de suspenso de la serie, que «es un ejemplo de cómo cada mala decisión tiene varios tipos de consecuencias, de menor y mayor grado, que causan problemas muy graves, misterios, secretos y hasta muertes».

Amor en cuarentena

Maite Perroni ha pasado más de tres meses encerrada con su pareja, el productor y cantautor chileno Koko Stambuk, con quien dice estar pasando «la mejor etapa».

«Estoy muy, muy feliz», dijo una Perroni cuyo sueño es hacer su «propia familia», pues se declara muy unida a la suya, aunque las palabras hijos o boda no pasan por su boca a pesar de preguntas incisivas.

Lo que sí afirma es que se ve a muy largo plazo con Stambuk y reconoce que el confinamiento le «ha provocado una revisión interior de metas importante».

También le ha fascinado la sensación de «refugio» que le ha dado su casa. Tanto, que cuando salió a una sesión de fotos para promover la serie «fue muy intimidante, a pesar de que todo fue hecho con muchísimo cuidado», reconoció.


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