Su corazón no resistió. Así se explicaron sus amigos escritores la temprana partida del poeta Harry Almela. El autor de Silva a las desventuras en la zona sórdida falleció ayer en su casa, en Mariara. Tenía 64 años de edad.

Aprendió a leer con Andrés Eloy Blanco y La pequeña Lulú, confesó en una entrevista a El periodiquito, un diario del estado Aragua. En esa misma conversación se definió como un exiliado de la modernidad. Los escritores, dijo, deben vivir apartados para poder producir.

“Creo que en la modernidad, si el poeta no se asume como exiliado, no tiene la posibilidad de escribir una sola línea. Si algún deber tiene el escritor es el de ser, de alguna manera, la conciencia y la voz de la época y eso lo obliga a estar siempre a contracorriente atendiendo las grandes y pequeñas preocupaciones y la preservación del idioma. No entiendo a los escritores que se cuadran con regímenes políticos y los defienden a capa y espada”, expresó.

Justo esta última frase marcó sus últimos años. Muy activo en las redes sociales, Almela condenó a los artistas que ponían su estética y sus letras al servicio del gobierno. Lo hizo desde cada recodo, así como desde Papel literario, suplemento de El Nacional con el que colaboró durante muchos años.

Definido como una de las voces más importantes de los años ochenta, Almela compartió con poetas como Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Jacqueline Goldberg, Yolanda Pantin y Edda Armas, entre muchos otros.

Esta última escribió en Facebook: “Tu corazón explotó. No aguantaste nada más. Toda la angustia que sentías por todo lo que está sucediendo en el país real y en el país de las letras te tenía devastado. Tanta precariedad. Tanto dolor junto. (…) No sabes cuánto aprecio que me hayas confiado el manuscrito de tu último poemario inédito. Que yo lo haya podido leer y darte mi comentario conmovido ante la plenitud de tu decir poético. (…) Que se te lea y se te edite tu obra poética y ensayística es ahora la tarea urgente”.

Almela nació en Caracas en 1953. No solo se destacó como poeta, sino como un prolífico editor desde La liebre libre. Publicó más de una decena de libros de poesía, ensayos y narrativa, entre los que se cuentanCantigasMuro en lo blancoFértil miseriaEl terco amorLos trabajos y las nochesPalabra o indigenciaCuaderno de bitácora. Antología 1983-2000Instrucciones para armar el meccanoLa patria forajida,Contrapastoral, Como si fuera una espiga y Por la feraz campiña.

Fue merecedor de premios como el del Concurso de Cuentos El Nacional, Francisco Lazo Martí, José Rafael Pocaterra, Ateneo de Valencia, Miguel Ramón Utrera y Abraham Saloum Bittar, entre otros.


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