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Los detalles desconocidos detrás del filme El olvido que seremos

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Fernando Trueba no es un hombre obstinado, al contrario es conciliador y flexible. Sin embargo, su insistencia en un tema particular tomó por sorpresa a muchos del equipo de la producción del filme El olvido que seremos. Su productor, Dago García, no entendía las motivaciones del realizador español para insistir en que «Ruby Tuesday«, la canción de los Rolling Stone, acompañara una secuencia.

“Durante un par de semanas traté de convencer a Fernando de que buscáramos alguna alternativa –recuerda Dago–. Le propuse que compusiéramos algo, porque estaba complejo conseguirla y que los derechos nos iban a costar mucho”.

Casi con dulzura, Trueba se negó. En su mente creativa, la composición de Mick Jagger y su banda era la única que podía acompañar la escena de Martha, la hermana del escritor Héctor Abad Faciolince, que murió de cáncer siendo muy joven, y que interpretaba ese tema.

“Al final, la conseguimos”, cuenta el productor de la película colombiana que acaba de ser escogida en la selección oficial del Festival de cine de Cannes y que traslada a la pantalla las memorias y la vida del doctor Héctor Abad Gómez, carismático líder social, profesor universitario y hombre de familia, que fue asesinado el 25 de agosto de 1987, en Medellín.

García conserva los mejores recuerdos de la producción de El olvido que seremos, la relación que tuvo con Fernando Trueba, el ganador del Oscar (a la Mejor Película de habla no inglesa en 1993, con Belle Époque), con su hermano David (que se encargó de la adaptación del libro) y lo que significó dedicar casi dos años de labores a este proyecto, que se rodó en Medellín, Turín (Italia) y Madrid (España).

Mucha gente pensaba que El olvido que seremos era una coproducción con España.

Esta película es 100% colombiana. El proceso lo lideró Gonzalo Córdoba (presidente de Caracol Televisión). Desde hacía mucho tiempo, él tenía en la cabeza hacer una película de ese libro. Y fue de esos casos en los que todo se alinea porque Fernando Trueba es un fanático del texto, de hecho, dice que es el libro que más ha regalado y recomendado.

Él y Héctor Abad Faciolince se conocieron en una Feria del Libro y se pusieron en contacto, y alguna vez en Madrid, coincidieron los tres. Fueron a cenar y al calor de unos vinos, Gonzalo les hizo la propuesta de hacer la película.

-Trueba confesó que tuvo muchas dudas al principio.

-No estaba muy convencido. Tenía mucho temor de que en el paso de la literatura al cine, la historia perdiera. Luego me hicieron a mí la propuesta para producirla.

Unos días después, Fernando vino con su esposa Cristina a Colombia, y nos fuimos un fin de semana para Jericó (Antioquia), a la finca de la familia Abad, a compartir con las hijas y la viuda de Héctor Abad Gómez. Recorrimos los pasos del doctor, estuvimos en el pueblo, en la universidad donde dictó clases en Medellín, el hospital donde trabajó. Y gracias a ese viaje, Fernando fue venciendo sus resistencias y encontró el camino.

-En el pasado Hay Festival en Cartagena, Trueba dijo que quería retomar el concepto actual de héroe.

-En ese viaje, precisamente, encontró el tono de lo que quería hacer, algo que sostuvo durante todo el rodaje y el proceso: esta iba a ser la historia de un hombre bueno, la épica de un hombre bueno, porque el paisaje audiovisual hoy en día está saturado de personajes oscuros, villanos, que de una u otra forma tienen un código ético muy cuestionable. Y a Fernando le parecía retador e interesante hacer una película sobre un buen padre, buen esposo, buen ciudadano, buen médico. Tratar de recuperar la figura del héroe positivo.

-El español Javier Cámara impresiona en el papel de Héctor Abad Gómez; parece que se hubiera criado comiendo fríjoles en Jericó…

-La idea de que él estuviera fue de Abad Faciolince. Cuando nos decidimos a hacer la película, pasamos horas pensando quién podía interpretar a su papá, porque además es una figura pública; teníamos la intención de tener a un buen actor, pero que tuviera el fenotipo de él, que se pareciera.

Y como te decía en esta película se alinearon los astros, porque Javier tuvo el tiempo preciso para hacerla, se interesó por el libro y ya había trabajado con Fernando. Todo se dio de manera orgánica y funcional.

Y Javier se dedicó de tal forma a estudiar su personaje, que si uno no sabe que es español y ve la película, queda convencido de que es paisa.

-¿Qué tipo de director es Fernando Trueba?

-Él es un director encantador, porque logra, sin ningún tipo de alteración ni presión, lo que está buscando de los actores y del equipo técnico.

Nunca levanta la voz, nunca se le ve un momento de mal genio, genera a su alrededor un estilo de trabajo muy plácido, genera un sentido de pertenencia enorme. Tiene una relación muy cálida con el equipo. Logra que todo el mundo lo interprete, pero no a partir del ejercicio de la autoridad, sino del talento y de transmitir claramente qué quiere hacer. Es encantador y claro.

-Tal vez una de las mayores dificultades de adaptar este libro eran los tiempos narrativos.

Había una ventaja en que David Trueba, el hermano de Fernando, fuera el autor del guion, porque él es novelista también, así que conoce los dos oficios muy bien.

En una adaptación lo menos complicado es trasladar los personajes y las anécdotas, lo difícil es conservar el alma de la literatura. Es un intangible bastante complicado de capturar; pero, afortunadamente David conoce ambos mundos y ya ha hecho trabajos de adaptación previamente. Eso era una garantía.

Luego en manos de Fernando acabó de capitalizarse el guion. Él decidió que para marcar los pasos de tiempo, iba a usar texturas y colores, así que hay momentos en blanco y negro y otros en colores, y ese recurso ayuda a solucionar ese tema que mencionas, porque finalmente, el libro es una historia de 20 años de amor entre un padre y un hijo, que una película en dos horas no puede resumir.

Había que saber muy bien qué se escogía y qué se dejaba por fuera y cómo se articulaba eso. Y me parece que se conserva esa esencia.

-Volviendo al principio , ¿en verdad era tan necesaria la canción de los Rolling Stones en la escena en cuestión?

-Durante el resto del proceso, me quedé con la espina de que hubiéramos podido usar cualquier otro tema y nos hubiera salido más barato. Pero el día que vi la escena de esa muchacha cantando Ruby Tuesday, pucha, se me partió el corazón y dije: ‘Mierda, Fernando tenía toda la razón. Era ésta o no era ninguna’. Para mí, ese es el momento más emotivo de toda la película porque refleja la muerte de un ser querido. Ahí entendí el por qué Fernando insistía. Ahí entendí que íbamos a tener una película con una carga emotiva impresionante.

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