Fabiola Ferrero

La fotoperiodista venezolana Fabiola Ferrero recibió el jueves el galardón Carmignac del festival VISA de Perpiñan (sur de Francia) por su trabajo sobre la debacle económica en su país y la desaparición de la clase media.

Las cerca de 60 imágenes que conforman el proyecto son fruto de un trabajo de cinco años. Fabiola Ferrero, de 30 años de edad, expondrá parte de ese trabajo en octubre en París, informó la autora en entrevista telefónica con la AFP.

«Todo mi trabajo en los últimos cinco años en Venezuela ha tenido un tono muy nostálgico, de pérdida. De duelo por haber perdido no solamente a miembros de tu familia, porque se van del país, sino lo más básico, la normalidad que conocíamos», explicó.

De ser uno de los países más ricos de América Latina, Venezuela ha pasado a arrojar al exilio a más de cinco millones de habitantes.

El país ha admitido públicamente que necesita ayuda humanitaria, que la ONU empezó a distribuir en 2019.

Colaboradora de grandes medios internacionales como Time o National Geographic, galardonada con premios como el Inge Morath, Ferrero paseó su cámara por las urbanizaciones construidas por la petrolera estatal, PDVSA, en la época de la opulencia del oro negro, cuando sus miles de trabajadores eran la espina dorsal del desarrollo del país.

«Más allá de hablar de clase media, yo diría que hablo de los rastros de una promesa que nos hicieron. Nos lo dijeron desde que yo era pequeña, me hicieron creer que esta era la tierra del petróleo, donde todo era posible», recuerda la fotógrafa.

Fabiola Ferrero se asentó en Bogotá al inicio de la pandemia de covid-19 y volvió regularmente a su país natal para acabar un proyecto que, dice, parecía no tener fin.

«Es muy simplista echar la culpa a un solo factor. Se atribuye muchas veces a la llegada de Hugo Chávez [al poder]. Pero para que una persona, a través de los años, pueda destruir toda la institucionalidad, pues esas instituciones no eran precisamente fuertes», reflexiona.

Ferrero se aferra a Venezuela, asegura que quiere seguir trabajando en el retrato de ese país. Cada vez que vuelve, dice, le sorprende más la desigualdad que la violencia. «Es más profunda que cuando nací. Siento que he cerrado una etapa. Pero Venezuela siempre tiene algo por explorar, es un saco sin fondo», asegura.


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